◤8. Dos retratos casi iguales◢

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◊Centrado en Jungkook◊

›Horas antes del capítulo anterior‹

¿Cómo ha podido ser tan imbécil y tan guarro como para guardarse las llaves en los calzones?, piensa Jimin mientras observa completamente atónito a Jungkook, el cual mantiene su sonrisa de oreja a oreja.

—Verdaderamente, eres patético —el plateado vuelve a hacer sonar el adjetivo que parece molestar al moreno.

Ahora la sonrisa ladina no se borra de Jungkook, permanece. Parece no afectarle, a diferencia de hace unos minutos. Empuja su lengua contra una de sus mejillas y luego suelta una pequeña carcajada.

—¿Qué es tan gracioso? —Jimin se cruza de brazos y le señala con la barbilla, indicando que se atreva a decirlo.

—Mejor di quién —baja sus pies de la pesa, pero la postura de pasota no la cambia—. Tú me haces gracia.

—Vaya, me alegro por ti. Ahora dame las malditas llaves —extiende la mano y mueve sus dedos, indicando que se de prisa.

Siendo Jungkook, le es inevitable tergiversar las palabras del plateado, así que se levanta y da un paso.

—¿Que me acerque? Encantado —y retoma su andar, avanzando con más rapidez, sintiendo las llaves moviéndose a lo largo de su zona baja.

Demasiado incómodo, y más andando. Reprime sus ganas de pasar las manos por su zona íntima, hasta que se posiciona delante del pequeño chico que parece, en verdad, lo ya dicho: un ángel. Por la corta distancia a la que está del más pequeño, hace que choqué contra la mesa del profesor y acabe sentándose en ella más bien por obligación que por cualquier otra cosa. Apoya sus manos en el mueble, a los costados del plateado y acerca su cara, haciendo que el contrario se aleje. Le es un tanto raro porque, a pesar de que se ha alejado, no se le nota nervioso.

O en verdad no lo está o es muy buen actor.

—Uf, qué cómoda pose, ¿no te parece?

—Claro, claro. Ahora las llaves —Jimin ordena de forma seca.

—No, no —niega lentamente con la cabeza, sin apartar la mirada de sus ojos—. Ya te he dicho que si tanto las quieres, las cojas. No tengo ningún inconveniente, hazme caso.

Jungkook prácticamente ni se reconoce. Nunca ha estado tan cerca de un chico, y mucho menos en esa pose de acorralamiento, pues las veces que ha tenido que intimidar ha valido con su mirada y poco más. Siente un pequeño revuelto en su estómago conforme se encuentra más cerca del plateado. Y lo peor es que no se va por mucho que ha querido. Ahora se ha intensificado al intercambiar palabras.

Hasta el parece más nervioso que Jimin.

—Agh, de verdad... Si tanto te interesa —musita y a continuación levanta su pequeña mano para introducirla en el pantalón, atravesando también los calzoncillos.

Jungkook da un respingo, provocando que se acerque más a la mesa. Siente la mano del pequeño tantear por el terreno, sin llegar a tocar su pene o testículos, y quiera que no, le frustra. Suelta un ligero suspiro que para su suerte pasa desapercibido al ver la concentración de Jimin.

—Joder... ¿Dónde están? —murmura el plateado, alejando lo más posible su mano de la zona baja, a pesar de que ya ha llegado a terreno peligroso—. ¿Qué tienes aquí, un laberinto?

Ahora es imposible que el moreno se ría, pues nota que si no encuentra las llaves rápido, se le va a crear la erección más rápida de su vida. ¿Cómo puede hacerle eso en tan poco tiempo? El ni siquiera ha estado tan involucrado con un chico, solo con chicas, pero ahora que nota como su pene se va endureciendo y levantando, llega a dudar de su propia orientación sexual. Aparta esos pensamientos, poniendo de culpable al calor que abrasa el aula por estar cerrada.

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