La lotería

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La fiesta en el interior del palacio,continuaba. La multitud allí reunida no tenía prisa porque terminara. Y de improviso, el rey y la reina en persona hicieron el anuncio.

Una antigua tradición Miralmarsence . Dos lacayos entraron cargando una urna de cristal que hizo palidecer a la princesa Clarisa.

Fue directa hacia sus padres. Y ya que todo había quedado en silencio mientras el rey Laurent hacia el anuncio. Todos fueron capaces de escuchar las protestas de la princesa de Miralmar.

— Padre. Lo prometiste...

— ¡Clarisa, querida! Ya lo hemos hablado. — intervino la reina.

— ¡Pero no es lo que quiero madre!

— Ahora no,Clarisa. — objetó el rey. — Ven aquí y sonríe a tu pueblo. — ordenó.

La princesa Alissa alzó una ceja y con una enorme sonrisa observó aquella incómoda escena. Entonces el rey habló:

— ¡Queridos amigos. Familiares! Es un honor contar con su presencia esta noche. Es, de dominio público, la decisión que he tomado de abdicar al trono dentro de un año a partir de hoy. Pero como saben,un reino no puede quedar sin un rey,por esa razón se ha decidido,hacer oficial, esta noche tan especial e importante nuestra más antigua tradición. La Lotería. Evento en el cual todos los jóvenes entre dieciocho y veinticuatro años,solteros desdé luego,podrán participar para ser seleccionados para competir por la mano de nuestra muy amada hija y futura reina de Miralmar, su alteza real,la princesa Clarisa...

El salón de baile, se iluminó de nuevo con el centenar de flashes que se dispararon en aquel momento, con discurso del rey.

La princesa Alissa, estaba boquiabierta con aquella revelación. Clarisa sería prácticamente sorteada pata casarse con algún joven Miralmarsence.

El rey Laurent,seguía exponiendo las razones de aquella absurda tradición y las reglas a contemplar, pero Alissa ya no le prestó atención. Estaba concentrada en la engreída de Clarisa que en aquel momento parecía desear que se la tragara la tierra y la escupiera muy,pero muy lejos de allí. Pero Allisa estaba segura de que sí la tierra se la tragaba,la escupía allí mismo,ni la tierra la aguantaría un segundo.

— Ahora. ¿Quién será el primero en depositar su nombre en la urna? — la voz del rey llamó de nuevo su atención.

La mayoría de los hombres jóvenes presentes comenzaron a vitorear,y a formar fila frente a la urna dónde los lacayos tenían papel y pluma para facilitar la participación en la lotería.

La princesa Clarisa mientras tanto, se hallaba en un estado de absoluta frustración. Al ver a aquellos "juniors"  jugando con aquella tradición,apostando por obtener la corona y subir al trono de Miralmar, sin importarles en lo más mínimo el amor de su princesa; Clarisa entendió el futuro sombrío que la aguarda al tener que elegir a algún frívolo hijo de papí,sí algo así llegaba a suceder,jamás sería feliz.

Sin poder soportarlo por más tiempo, la princesa Clarisa, abandonó el estrado,y mientras intentaba poner distancia se topó con Alissa.

— ¡Baya,Clarisa! ¡Pero que inesperada sorpresa! Este asunto de la lotería...

— ¡No te atrevas! No hables de lo que no sabes... — Clarisa estaba muy molesta,lloraba de coraje. Pero eso no detuvo a Alissa.

— ¿Por qué lloras?  Deberías agradecer a papí rey. Esta es la única forma en que alguien aceptaría casarse contigo. — se jactó la princesa de Costa Luna,echándole más sal a la herida.

— ¡Fuera de mí camino! — de un  empujón, Clarisa apartó a su archienemiga y abandonó el salón ante la mirada atónita de todos los invitados.

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