Sueños rotos

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Un mes y medio paso después del cumpleaños de la princesa Clarisa y el anuncio de la lotería.

Celeste y Alissa se encontraban en la casa del montaraz preparando la cena.

— ¿Por qué tengo que hacer esto? — protestó Alissa,mientras picaba cebollas en julianas. — Podríamos llamar a palacio y Jeanpierre prepararía todo un banquete al instante.

— Es bueno ser útil de vez en cuando,Alissa. — dijo el señor Jerome.

— No se ofenda,señor Jerome. Pero acaba de hablar como todo un montaraz. — dijo la princesa, mientras se secaba las lágrimas que le había provocado su labor minuciosa con aquellas cebollas.

Celeste sonrió contenta,sus dos personas favoritas estaban ayudándole a preparar aquella cena tan importante.

Esa noche,Rydhian y su familia,viajarían desde Miralmar para pedir su mano y hacer el compromiso formal.

La hermosa pelirroja estaba feliz.

La princesa Alissa le había ayudado a escoger un lindo vestido para esa noche tan importante y al igual que su amiga,estaba feliz. Ella había sido testigo del inmenso cariño que aquellos dos se profesaban desde niños,y nada la hacia más feliz que verlos consumar ese amor.

En cierto punto,a decir verdad,los envidiaba. Y esperaba un día contar con la fortuna de encontrar a un hombre que la amara de la misma forma que Rydhian amaba a su amiga.

— Bueno, esto ya está. — anunció el señor Jerome,sacando del horno el enorme filete de ternero que había estado horneando. Mientras su hija y la princesa continuaban con la tarea de picar y cocinar las verduras.

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Esa noche,los tres esperaban en la pequeña salita improvisada de la casucha montaraz,a que la familia Dianthe llegara. Su vuelo se había retrasado y Celeste se ponía cada vez más nerviosa. Y su padre no le ayudaba mucho que digamos,constantemente miraba el reloj que colgaba en la pared y Alissa comenzaba a bostezar aburrida en aquel incómodo silencio,cuando un auto estacionó afuera y escucharon pasos,seguidos de un par de golpes en la puerta.

Celeste brinco del sillón y antes de que su padre pudiera detenerla abrió la puerta.

— ¡Rydhian! — su rostro se iluminó y toda tensión desapareció cuándo el causante de sus desvelos apareció frente a ella.

— Buenas noches. Lamento el retraso. — le dijo él,mientras le daba un abrazo, y el padre de la joven carraspeaba.

— Pasen,pasen. Por favor. — los invitó a entrar la muchacha.

Su sonrisa desapareció en cuanto descubrió que solo Rydhian y su padre habían asistido. Roul,el hermano menor de su amado,ni su madre los habían acompañado.

Rydhian se percató al instante de la reacción de su novia.

— Lo lamento... Surgió algo y mamá no podrá acompañarnos. — anunció el muchacho.

Alissa rodó los ojos y miró a su amigo inquisitiva,no era ningún secreto que la señora Dianthe no estaba de acuerdo con la relación de su primogénito con la hija del montaraz.

— Pero no podíamos retrasar un día más este acontecimiento. Mí querido hijo se habría vuelto loco. — dijo el padre de Rydhian suavizando la tensión. El señor Dianthe,era un hombre regordete y simpático de sonrisa amable y cabello entrecano. Adoraba a sus dos hijos y sentía cierta predilección por Rydhian. Aunque su mujer era de armas tomar,el suegro de Celeste sabía cuando mantenerse firme y no ceder a loa chantajes manipuladores de su mujer.

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