Llora

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Veo por mi ventana,
otra vez el cielo es gris.

¿Dónde se escondió el matiz que le adornaba?

La belleza que irradiaba se secó desde la raíz,
inclusive el sol sonriente y feliz se transformó en nada.

Las horas me pasan lentas y no entiendo la razón.

Oí hablar al corazón ya que fuerte gritaba,
por mucho que anhelaba comprender su expresión,
no entendí su condición,
porque solo palpitaba.

Pondré en “Modo Avión” cada uno de mis latidos,
ya no escucharé el ruido que se ha vuelto incesante.

¿Dónde se encuentra el causante
de la oscuridad que hoy percibo?

El firmamento continúa ennegrecido
y más sombras se expanden.

El viento y su furor amenazan mi morada.

Mi autoestima es horadada,
esto no es un carnaval.

La soledad se ha hecho mortal en mi vida disparata,
ya nadie me abrazaba.

Se acerca el vendaval.

Siento el funesto frio empalmándose en mi piel.

Vida sabor a hiel fue mi premio en el cereal.

Este abandono es real.
¿Acaso voy a perecer?

Aferrarme al ayer no parece muy vital.

¿Cómo sueltas el pasado y te enganchas al olvido,
si lo que antes he vivido era mi fortaleza?

Soy un puzzle,
pero me faltan piezas,
¿Las has llevado contigo?

Un trofeo has conseguido,
lleva tu nombre mi tristeza.

¿Por qué ganar o perder?
Podía existir un empate,
pero no hubo debate que doblegase tu certeza.

Es hora de hacer limpieza,
pero no sé cómo olvidarte;
no existe un shampoo que saque recuerdos de la cabeza.

No eras mi otra mitad,
no eras mi alma gemela,
eras la luz de esa vela que iluminaba mis noches.

Este amor fue un derroche,
no tuvimos cautela.

Nunca fuimos a la escuela,
esa donde te enseñan a no hacer reproches.

Gotas con rapidez viajan hacia el suelo,
impregnándose en mis poros,
inyectando su veneno.

Otra vez se cae el cielo como la última vez,
el meteorólogo predice otra noche den lluvias torrenciales,
gimoteos y desvelo.

Todo aquello que hacíamos cotidianamente,
eso que solíamos llamar amor,
tan solo era un farol,
un afecto negligente;
al igual que esquizofrénicos y dementes
veíamos cosas que no son.

Mis horas y mis noches son tan tristes,
son tan lentas,
al igual que una balada en un disco de los 80’s.

Mi cordura ya no resiste,
al abismo se avienta.

Siento que estoy perdido,
mi brújula se desorienta.

Derretías mi invierno emitiendo tu calor.
Le dabas color a mi paleta de grises.

Tantos momentos felices  borraban mi dolor,
y ahora miro con horror todas estas cicatrices.

Ven y seca la tristeza que abruma este corazón,
alivia la decepción de cada una de mis penas,
ponle fin a mi condena,
sácame de esta prisión,
así que en conclusión,
rómpeme las cadenas.

Lagrimas se desbordan,
van con dedicación,
inundan mi habitación.

Tu presencia se demora.

La desolación me llevo a la confusión.

Por nuestra separación otra vez el cielo llora.

20 InviernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora