Con Los Brazos Abiertos

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Todos decimos:
"Perdóname, no quería hacerte daño",
pero terminamos haciendo que se derramen lágrimas.

Al final de todo somos simples extraños,
cuando antes nos dibujábamos sobre las mismas páginas.

Esas preguntas en el fondo de mi mente:
¿Qué va a ser mí?
¿Acaso puedo ser feliz sin alguien que me acompañe?
¿Volveré a sonreír sin que mi vida se empañe
a causa de esta cicatriz
o sufriré otro desliz que hará que todo sea en balde?

Miramos hacia el cielo con el corazón deshecho,
o tal vez al techo,
con mil canciones de despecho;
sin ningún provecho recordamos el ayer,
el cual que nos hizo caer sin tener algún derecho.

¿Dime qué coño
hacer en este otoño si se caen mis hojas
cuando a los brazos del dolor sin compasión me arrojan?

En mi corazón ya no se aloja ningún sentimiento bueno.

La felicidad cada día es menos,
las penas me acongojan.

Que fácil se tornó culpar de todo al destino,
de lo que hicimos,
de lo que sucedía,
de lo que volvía nuestro amor un completo cretino,
junto al odio repentino que amarnos nos impedía.

No era porque yo no fuese un príncipe azul,
o porque tú no fueses la doncella que anhelaba.

Eras la dama perfecta que mantenía oculta en un baúl,
y yo era azul, pero no el tono de azul que deseabas.

Tenerte era la sensación más alegre.
yo era un orfebre,
tú, mi preciosa joya.

Hoy las dolencias me arroyan,
algo así como una fiebre.

En nuestra habitación ya no hay nada que se celebre,
nuevamente ardió Troya.

Me gritaste mientras te quería,
me quisiste mientras te gritaba.

Di la espalda y huy por cobardía,
mientras sola en las sombras lloraba.

Mire al cielo pidiendo socorro,
aunque estaba de morros
intente me ponerme en sus zapatos.

Me volví a mirarle con ojitos de cachorro.
Le mostré la ayuda de Dios
y le partió en dos,
como Kratos.

"¡ASI ES IMPOSIBLE!"
grite por un instante.
Elegí colgar los guantes
y darme por vencido.

De nuevo a sucedido.

¿A quién culparemos en este instante?

Seamos niños inmaduros,
culpemos a Cupido.

Dijiste:
"Pasa la página,
olvidemos nuestra historia,
bórrala de tu memoria,
échala del aposento en el cual se aloja.
Ya basta de esta de esta cuerda floja,
no giremos más la noria".

¿Pero cómo he de pasar página si ya no quedan hojas?

Pensé que te conocía como a mi palma,
pero era falsa mi teoría sobre la materia.

En estado de histeria nuestra relación se desarma.
Es que, después de la tormenta no viene la calma,
viene la miseria.

Siento que me hundo con el peso de esta carga.

La vida es amarga.
Tu corazón no es mío.

Siento el frio de la desdicha que a mi piel se empalma.

Puedes llevarte mi alma,
que al cabo ya estoy vacío.

Devaluado y sin sentido,
como un cero a la izquierda.

Confinado a esta celda que literalmente me ahoga.
Nadie por mi aboga,
es hora de que pierda.

Yo tan loco,
tú, tan cuerda
que terminaste siendo soga.

No sé si el perdón sea lo más justo en este caso,
lo más lógico
o lo más racional,
ya que sigo suplicando el calor de tus brazos,
mi interior implora que le vuelvas a amar.

Pero no se cual es más dura entre estas dos penas,
la de luchar como hienas
o quedarme solo con el pecho hecho un desierto.

Ya lo he descubierto,
así que acepto mi condena.

Déjame cortarme las venas
para poder recibirte con los brazos abiertos.

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