Cambio

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             Han pasado tres años ahora tengo 17 años de edad.  Jacob y yo somos los mejores amigos, Any es una excelente bailarina y mi hermanito Dylan un hermoso retoño idéntico a mamá.

             Estoy en mi habitación, estaba texteando con Jacob igual que todos los días.

- ¡Natalie! - . Dylan entró a mi habitación como un cohete. ¡Mamá! ¡Mamá! - . Decía nervioso y asustado, sus lágrimas caía por sus mejillas.

- ¿Qué le sucede a mamá? Pregunté dejando todo a medidas.

             Estaba muy asustado y no hacía más que llorar.  Lo tomé en mis brazos, baje las escaleras lo más rápido que pude, veo la puerta cerrada, Dylan no paraba de llorar, me muevo sigilosamente por la sala hasta llegar a la cocina, mi madre está ahí tirada en el piso con su rostro rojo. Dejé a Dylan en el piso y me acerqué a ella. Mis nervios crecieron y llamé a urgencias llegaron los paramédicos en una ambulancia, entraron a la casa y llevaron a mi madre.  Sin pensarlo dos veces tome un bolso y guardé dinero, una botellita de agua, unas manzanas en una bolsa plástica, mi celular y unos abrigos para mi hermano y yo.

         Salí al estacionamiento,  abrí el portón, tomé las llaves, le puse el cinturón de seguridad a mi hermano en el puesto de atrás y arranqué el móvil al hospital.  Desde allá llame a mi padre y a Any, ellos llegaron rápidamente pero los doctores no decían ninguna información.
 
                Dylan estaba en mis brazos dormido, estaba cansado igual que todos y ya había pasado todo el día en esa sala, el sol se había ocultado y nada de información obteniamos.

             El agua se había agotado y las manzanas igual.

- Familia Hataway.  Dice un doctor.

- Si. Dijimos al unísono.

- Ella está estable, pero tuvo un ataque cardíaco.  Se tiene que alejar del estrés.  Mañana le daremos de alta.

- Gracias.  Dijo mi padre con una sonrisa forzada, su rostro estaba cansado.

- Papá, ve a descansar yo me quedaré. Dijo Any tomando a mi padre de sus manos.

- No ustedes, no tienen esa responsabilidad.  Yo lo haré.

      Y asi lo hicimos,  compramos algo para que papá cenara y fuimos a casa.

        Mi cuerpo está dolorido del cansancio, solo deseo llegar a casa y darme un buena ducha, miro a Any que está manejando se ve tan tranquila, veo a Dylan; esa pequeña criatura que alegra mis días dormido en el asiento de atrás,  en un momento cuando nos dieron la noticia de que él llegaría a nuestras vidas no me alegró,  pero hoy me doy cuenta de que lo quiero,  lo quiero mucho y me alegro de que sea mi hermano pequeño.

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