Capítulo I

2.5K 234 23
                                    

El pequeño pueblo de Santa Cruz era conocido por su agricultura y ganadería, un lugar armonioso donde muchos deseaban vivir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El pequeño pueblo de Santa Cruz era conocido por su agricultura y ganadería, un lugar armonioso donde muchos deseaban vivir. Los pobladores eran  personas humildes, hospitalarias y  trabajadoras. En una noche como cualquiera la luna iluminaba  las calles empedradas de la pequeña comunidad, eran las once de la noche cuando Felipe Castro, luego de unas  cuantas copas, decidió regresar a su hogar. Llevaba una botella en la mano, su caminar era torpe y su vista no era la mejor. Se introdujo a un callejón que utilizaba con atajo  para llegar a su casa, escuchó unos tacones de mujer detrás de él  que retumbaban por las paredes del angosto callejón. Curioso, dio vuelta y una sombra negra apareció frente a él de la cual sólo la silueta se podía distinguir. Felipe  se quedó estático, parpadeó un par de veces para observar atentamente si lo que estaba viendo era  real.

Solo pudo vislumbrar un brillo blanco proveniente de la mano de aquel desconocido, se dio cuenta que se trataba de un cuchillo de carnicería  por el grosor del mismo. Trató de salir corriendo, pero fue inútil, el desconocido lo  había atacado por  la espalda: esté removió el cuchillo sólo para volverlo a atacar una y otra vez, su furia era incontenible.

Felipe gritó por ayuda sin tener éxito, su cuerpo cayó al suelo formando un gran charco de sangre. El desconocido quedó  satisfecho por lograr su cometido y se marchó del sitio no sin antes dejar un velo negro al lado del cadáver de Felipe.

***

A la mañana siguiente la noticia de una persona encontrada muerta se dispersó rápidamente entre los pobladores, la policía local hizo las investigaciones correspondientes, inspeccionaron la escena de crimen con los pocos recursos logísticos que contaban. El cuerpo iba ser trasladado a la capital para su respectiva autopsia. La oficial  Reyes, realizó el informe correspondiente mientras llegaba su jefe.

—¿Qué han encontrado por el momento? —preguntó el jefe de policía una vez incorporándose en la escena del crimen.

—Sólo trozos de vidrio esparcidos, proveniente de la botella de licor, huellas de zapatos y en especial este velo negro, al lado de víctima —respondió la oficial Reyes—. Todo ha sido recopilado y pronto será llevado al laboratorio de la capital para cualquier posible pista que nos pueda servir para atrapar al culpable —agregó pasándole el informe a su jefe.

Ramírez escuchaba atento las palabras de  Luciana, una de sus mejores oficiales, leyó el informe preliminar, analizando cada detalle. Las heridas del arma utilizada fueron profundas, estas estaban localizadas en la espalda, por lo que dedujo que el asesino tenía un profundo odio hacia su víctima, lo que le hizo pensar al oficial que Felipe intentó escapar, pero no lo logró por su estado de embriaguez lo que lo volvió un punto fácil para matar. Lo que llamó la atención del oficial era el velo negro encontrado a la par de la víctima, lo observó a través de la bolsa plástica, pero no encontró nada a simple vista.

Los oficiales regresaron a sus respectivas labores, la ambulancia de medicina  forense se llevó el cuerpo de Felipe hacia la capital, la cual se encontraba a tres horas de camino; los familiares de la víctima prepararon todo para su velatorio mientras el cuerpo regresaba al pueblo para su respectivo velatorio. Todos estaban conmovido por lo ocurrido. Al parecer algunos vecinos sí  lograron escuchar gritos de una persona pidiendo auxilio aproximadamente a la hora del asesinato, pero  nunca se imaginaron que los gritos provenian de Felipe.

El Misterio Del Velo NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora