Capítulo 2

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Giré la cabeza en dirección de la voz. Visto: a mí el karma me odia.

-Vic- incliné un poco el cuello a modo de saludo.

-Anna- fue casi un susurro dicho mientras se sentaba.

Pues no sería el mejor viaje de mi vida. Sería el peor. Anunciaron que nos pusiéramos los cinturones.

-Oye, sobre lo de anoche…- lo intentó otra vez.

-Calla. Si esto se estrella quiero saber cómo sobrevivir.

Sí, lo corté con una bordería impresionante, pero empezaba a pensar que este chico era masoquista, porque una sonrisa bien ancha ocupaba su rostro de oreja a oreja.

Mi cinturón no quería colaborar, y cada vez que quería abrocharlo, se me escurría la cinta de las manos, o la correa no quería salir más de lo que debía. Sentí un movimiento a mi lado, era Vic, que se estaba inclinando hasta que su cabeza quedó a pocos centímetros de mi regazo.

-¿Qué crees que haces?- pregunté, no sabía hacia donde mirar, me estaba poniendo roja como un tomate.

-Ayudarte con el cinturón, ¿tú qué crees?

Oí algo parecido a una risa y quise hundirle la cabeza con una sola mano. Pero cuando me di cuenta de dónde quedaría si efectuaba ese movimiento, deseé que la tierra me tragara. Miré al asiento que tenía Vic al lado, Jaime se desternillaba de risa.

-No te había visto, Jaime- sonreí.

-Nosotros sí, por eso... ¡AUCH!- todo el avión lo miró sorprendido.

Vic se incorporó, sacando por fin la cabeza de donde la tenía. Me miró sonriente primero a mi y luego a Jaime.

-¿Qué decías, querido?

-Que me estoy meando- Jaime bajó la mirada, un poco avergonzado.

-Eso pensaba.

No quise decir nada más, y ellos dos tampoco hablaron mucho. Al fin el maldito avión despegó, pude enceder mi maldito teléfono y ponerme a escuchar mi maldita música.

Nunca me separaba de mis auriculares, los llevaba conmigo a todas partes, incluso al baño. Puse un poco de All Time Low para calmarme. Vic volvió a darme un codazo, intenté controlar el impulso de pegarle.

-¿Qué te pica ahora?

-Como te iba diciendo antes...

Levanté las manos por encima de mi cabeza.

-¿De verdad sigues con eso?

Ya me había cansado de que intentara arreglar las cosas, ¿acaso no veía que yo no quería poner de mi parte? ¿No notaba que no quería estar cerca de él?

-Llevo queriendo disculparme desde anoche, perdón por ser un caballero- iba a decir algo, pero él negó con la cabeza. Bajó su mano hasta la mía y comenzó a trazar pequeños círculos con el índice-. Mira, sé que no debí hablarte así. Es sólo que el tema de mis padres, el hogar y todo eso me pone... nervioso. Lo siento.

Fruncí la boca hasta sentir los dientes en el reverso de los labios. En parte lo entendía. La gente no tenía escrúpulos a la hora de preguntar por el pasado, ni si quiera cuando veían que hablar sobre “eso” te estaba afectando.

Asentí lentamente. Vic me caía realmente bien, pero no podía darle el lujo de acercarse a mí y mucho menos de conocerme tan abiertamente.

-Quedas perdonado. Ahora déjame dormir.

Volteé la cabeza, así no me vería roja y enfadada. Su mano seguía puesta sobre la mía, pero eso de una manera muy extraña me tranquilizaba, por lo que me quedé dormida en cuestión de minutos.

Cuando volví a despertar, aún faltaba una media hora para llegar, y Vic estaba registrando mi teléfono.

-¿Quién te dio permiso para hacer eso?

Ni si quiera se sobresaltó al oír mi voz. Simplemente continuó mirando mi música.

-Casi se te cae. Lo he cogido y como estabas dormida, he sentido curiosidad.

Me extrañé, ya que al volumen al que tenía puesta la música, podía oírlo perfectamente. Me faltaba el auricular derecho, que lo tenía él puesto.

-¿Cómo has conseguido entrar? Le tengo puesto contraseñas a casi todo.

Casi se atraganta de la risa, como si fuera lo más estúpido que hubiera oído en su vida.

-Fácil. Tu fondo es Oliver Sykes, por lo que te gusta Bring Me The Horizon, y él también te gusta un montón. Las contraseñas no suelen tener más de cuatro números, así que supuse que sería el año de su nacimiento.

-Me das miedo- fruncí el ceño.

-No es la primera vez que me lo dicen.

Le arrebaté el teléfono de las manos. No quería que viera mis fotos, ya había visto el fondo de pantalla y eso era suficiente.

-Tienes bastante buen gusto musical.

-Trabajo en una de las mejores agencias de música del estado, ¿qué esperabas?

Mierda, no le tenía que haber dicho nada. Se me olvidó por completo que cuando les mentí a los demás para no ir de fiesta, Vic no estaba delante, y no se enteró de que trabajaba para Rise Records.

-¿En serio? ¿Para quién?

Se acercó un poco más. No quería mirarle a la cara, pero ya me estaba cabreando tanta pregunta. Giré para mirarlo a los ojos, sólo estábamos a unos centímetros. Podía oirlo respirar, el aire que exhalaba me daba directamente en el cuello.

-Rise Records.

Cada vez más cerca. En un acto involuntario miré sus labios, parecían lo mejor que podría probar en mi corta y miserable vida. Eran carnosos, no perdían color y juro por los dioses que podía estar mirándolos hasta decir basta. Lo que sería nunca.

-¿Podéis callaros?- Mike asomó la cabeza delante de nosotros-. Hay gente que quiere dormir.

Los dos nos separamos al instante. Le quité mi auricular a Vic, pero antes de ponérmelo oí:

-Mike, vuelves a darme ese susto y le digo a mamá cuántas chicas han visitado el bus.

Rápidamente me hundí en Escape The Fate. No sentía mucha curiosidad por saber ese dato, y mucho menos sabiendo cómo es Mike.

Al fin y al cabo, algo ahí arriba me quería. Aterrizamos sin problemas. No volví a cruzar una palabra con Vic, ni con ninguno de los chicos. Bueno, con Tony sí, aunque fue para rechazarle la oferta de que una furgoneta nos llevara a casa a cada uno. Lo último que me hacía falta era un trayecto más al lado de Vic.

Sinceramente, no sabía lo que me había pasado en el avión. No tenía idea de por qué le miré los labios, y menos de por qué me gustó tanto lo que vi.

No quería seguir pensando en eso. Ande desde el aeropuerto hasta mi apartamento. Todo estaba tan tranquilo que me dio bastante miedo. Presidente Miau no estaba en su canasta. Me asusté al pensar que le podía haber pasado algo mientras yo no estaba.

Un ruido en el sillón de la sala provocó que me volviera bruscamente. Inmediatamente me calmé, y una sonrisa se abrió por toda mi cara.

-Austin- suspiré.

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Vale, éste es un poco más corto, pero es que he echado cuentas y como los ponga de largos como el primero la fic se acaba antes de agosto xddd.

¿Qué hace Austin en casa de Anna? ¿Qué pasará con Vic? NYAAAAAAA.

Recuerdo que le deis a favorito si os gusta, podéis dejar vuestra opinión en un comentario o bien comunicaros por twitter (@wakeupoli).

Ahora estoy escuchando I'm Low On Gas And You Need A Jacket y estoy llorando la vida.

Hasta la semana que viene amores <3

Hasta que la muerte me encuentre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora