*Narra Anna*
Austin y Beau se veían mucho últimamente, y sabía que no tenía nada que ver con la boda. No estaban recuperando el tiempo perdido, eso lo tenía claro. Cada vez que Austin venía a casa, cuchicheaban entre ellos, preparaban cualquier cosa y se largaban. Yo no les preguntaba, porque sabía que me iban a mentir o a poner de excusa el tema de la despedida de soltero.
Una noche, pillé a Beau, y no le dejé dormir.
- Beau- lo llamé.
- ¿Sí?
- ¿Qué estáis planeando Austin y tú para la boda?
Se quedó un momento pensando.
- Bueno, es una sorpresa.
- ¿Una agradable?
- Humm- se estaba quedando sin respuestas-. No creo, pero siempre queda intentarlo.
- Mientras que no hayáis invitado a mi padre a la boda- murmuré.
Beau bufó. Ahí va la hostia.
- Beau…
- Oye, Austin y yo hablamos con él y…
- No me lo puedo creer- me tapé la cara con las manos-. Vosotros dos estuvisteis allí cuando me echó, ni siquiera os dejó entrar para ayudarme.
Frotó mis hombros. En otra ocasión, me hubiera calmado con su tacto, pero que quedara una semana para la boda y que ellos hubieran hecho eso, me ponía demasiado tensa.
- Sé que es una locura, pero está arrepentido de verdad. Quiere pedirte perdón por todo lo que ha hecho, todo el daño que te ha causado.
Me abracé las rodillas al pecho. No quería que mi padre estuviera en el día más importante de mi vida, pero quisiera o no, él formaba parte de mi familia. Pero aún estaba el dolor que sentía dentro de mí, y todo lo que no había hecho tanto a mí como a mi madre.
Me volví hacia Beau, sonriendo.
- Mañana lo quiero aquí. No pienso dejar que venga a la boda hasta que yo hable con él- estuvo a punto de protestar, pero lo besé-. Y tú te vas a dormir al sofá.
- Pero…
- Tranquilo, Presidente Miau dormirá conmigo hoy.
Beau agarró una almohada de mala gana y salió de la habitación. No podía creer que me hubieran hecho eso, y encima sin consultarme. Quería dormir, pero no dejaba de pensar que al día siguiente vería a mi padre después de unos cinco años.
Me desperté porque Presidente Miau me estaba dando con las patitas en la cara. Fuera de la habitación no se oía nada, y ya era por la mañana. Me incorporé en la cama, buscando a Beau con la mirada, pero me acordé que había dormido en el sofá y que mi padre probablemente estaba en camino.
Salí al pasillo y lo oí.
- Está durmiendo, Jim- decía Beau.
- Hemos venido demasiado temprano, lo entiendo.
¿Hemos?
- Quizá debamos esperar a que esté completamente despierta- ése era Austin-. Anna recién levantada puede ser un poco…
Salí al pasillo, recogiendo mi pelo en una coleta. Los tres hombres me miraban como si nunca hubieran visto a una mujer recién levantada.
- Hola, Palomita.
- No tienes derecho a llamarme así.
Entré a la cocina. Beau había hecho café, así que me serví una taza.
- Oye- me siguió-, sé que lo hice mal, ¿vale? Pero…
- ¿Mal?- di la vuelta bruscamente-. No veo a mamá desde los once años. No sé nada de ella, ¡posiblemente esté muerta!
- Anna, no digas eso.
En sus ojos se veía arrepentimiento, pero yo no me lo tragaba. Ese hombre me había hecho demasiado daño, no tenía infancia por su culpa. Y lo peor de todo es que él lo reconocía.
- ¿Por qué ahora?- pregunté, con lágrimas en los ojos-. Has tenido cinco años para pedirme perdón. Me escondía de ti cuando era pequeña, les decía a mis amigos que era huérfana, ¿por qué decides reaparecer ahora que estoy haciendo las cosas bien?
Adelantó un paso, y yo por instinto retrocedí. No se lo tomó demasiado bien.
- Porque yo también quiero hacer las cosas bien. No puedo arreglar nada con tu madre, pero contigo sí. No quiero morir sabiendo que la cagué contigo también. Eres mi hija, y eres demasiado importante para mí.
Sonaba apenado de verdad. No quería perdonarle, pero algo dentro de mí me dijo que lo hiciera. Miré detrás de mi padre, a la ventana de la cocina. Austin y Beau se encontraban allí, los dos asintieron sonriendo en mi dirección.
- Tienes una semana de prueba- le señalé con el dedo-. Si la cagas, olvídate de la boda y de que eres mi padre. Lo digo en serio, Jim.
Fue corriendo a abrazarme. Mis brazos se quedaron congelados, pegados a mis costados. Beau y Austin se abrazaron, como diciéndome que le correspondiera.
- No la cagaré, te lo prometo- susurró en mi oído.
Tuve un par de escalofríos, pero me las apañé para darle golpecitos en la espalda un par de veces.
La boda iba a resultar un tanto interesante.
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Ya sé, ya sé. Me tardo mucho en subir, pero es que no he tenido tiempo de reescribir y los exámenes me absorbían. Pero ya tengo la fic terminada, así que subiré más a menudo.
Las quiero <3
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Hasta que la muerte me encuentre.
AcakAnna era "feliz" con sus demonios. Día a día luchaba contra ellos, perdiendo siempre la batalla. Hasta que un chico llamado Vic Fuentes aterrizó en su vida. ¿Se olvidará la muerte tan fácil de Anna?