Nos morimos una vida esperando y anhelando tener dieciséis, diecisiete o dieciocho años para comenzar a trabajar y obtener nuestro propio dinero. Tener nuestras propias cosas sin necesidad de pedirme a nuestros padres, ya sea por orgullo o porque el dinero no alcanza para nuestros antojos. Pero ¿para qué?
Realmente nos aferramos a la idea y el deseo de la ambición, el querer cada vez más y más. Comenzamos a trabajar horas extras para conseguir dinero extra. Explotamos nuestros cuerpos cuando comenzamos a anhelar más y comenzamos con las horas extras.
No nos damos cuenta de que estamos olvidando lo que de verdad importa en la vida. Olvidamos vivir nuestra juventud como se debe, olvidamos crear memorias para recordar en nuestra vejez, olvidamos el calor del hogar en las tardes por estar en el frío trabajo para conseguir algo más que realmente no nos llena.
Olvidamos quienes somos aferrados a quienes queremos ser con el dinero, olvidamos de dónde somos por el anhelo a donde queremos ir. Olvidamos nuestra pureza, olvidamos nuestro verdadero sentir.
Olvidamos ser niños queriendo ser grandes.
xx.