Muchas veces no valoramos lo que nuestras madres nos dan con tanto sacrificio. Sólo buscamos satisfacer nuestras necesidades sin tomar en cuenta las que ellas pueden tener.
Las creemos eternas y todos en este mundo tenemos fecha de vencimiento, pero no pensamos en eso porque somos jóvenes. Hasta a mí me pasa muchas veces.
Pero hoy en este día tan especial queremos recordar cuánto las amamos, darles las gracias por tenernos paciencia cuando más insoportables y rebeldes estamos. Gracias, por amarnos cuando muchas veces nosotros mismos olvidamos cómo hacerlo, gracias por aguantar las cantaletas y los cambios de humores de adolescentes. Aunque sabemos que debemos recordarlo y agradecerlo todos los días.
Y le pedimos perdón, por todas esas veces que, sin darnos cuentas, las herimos. Por esas veces que con nuestras acciones las decepcionamos. Perdón, por esas noches de preocupación mientras estábamos de fiesta o con los amigos, perdón por aquellas veces que pudimos decirles algo y romper sus corazones... No somos perfectos y muchas veces no las tratamos como merecen, pero en el fondo sabemos que sin ustedes estaríamos perdidos.
Gracias, madre, por creer en mi cuando nadie más lo hacía, incluso cuando ni yo mismo creía en mí.
xx.