Capitulo 12

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Ashley

— Henry no tengo ganas de ir a montar — dije sentándome en el mueble algo cansada. Henry me había llamado para ir a montar caballo porque él pertenece a un club de equitación y como yo le había dicho que nunca me había montado en un caballo, él se ofreció a enseñarme.

Toda esta semana me la había pasado hablando con el pelinegro y hasta almorzamos un par de veces juntos. Por otro lado, William no se había aparecido por la empresa en ningún momento y me envío algunas tareas con Lorena. La castaña con que lo sorprendí diciéndole que solo quería acostarse conmigo. Ella era muy amable y me lo había demostrado éstos días donde se veía la ausencia del jefe.

— No acepto ningún no por respuesta, Ashley. Llegó por ti en media hora — dijo sin darme tiempo a replicar así que no me quedo más remedio que arreglarme.

Me puse unos jeans ajustados azul claro, una camisa de manguillo blanca con una chaqueta corta y sin mangas ajustada a mi cuerpo más unas botas negras planas que había conseguido en especial hace dos meses. Me hice una coleta alta y me aplique delineador para luego salir del edificio sin olvidar mi móvil y mi pequeño bolso.

— Buenos días, preciosa. Vamos a disfrutar de esté día — me lo encontré esperándome fuera del edificio y me dio un beso en la mejilla. Él llevaba unos pantalones de equitación algo bochornosos para usarlos en la calle, una camiseta blanca y unas botas negras de goma. Me dio algo de vergüenza verlo vestido así cuando se supone que ése tipo de ropa he visto que solo las usan en el área donde van a montar el caballo.

— Espero hacerlo porque como ya te dije no sé montar — comenté con una media sonrisa al momento que nos adentrábamos al taxi y él ponía su mano en mi espalda, pero en ningún momento sentí ésa sensación extraña que me provocó William cuando posaba sus manos sobre mi piel.

— Yo soy un excelente profesor así que no te preocupes — dijo dándole un apretón a mi mano para animarme y yo trate de sonreír a la vez que me sentía incómoda con su contacto.

Habíamos llegado y el lugar era impresionante. Todo era en madera pintadas de blanco y tenían muchísima grama verdosa haciendo que el club luciera espectacular. Henry me inscribió como su acompañante y un joven algo delgaducho nos dirigió a los establos donde podía apreciar decenas de caballos. Por un momento había pensado que había visto a William, pero deseche la idea rápidamente. William no tiene cara de que le fuste montar así que cambié la vista de aquel hombre que se alejaba montado en un caballo negro.

— Por favor dele el mejor caballo — exigió el pelinegro colocándose un gorro gris y el muchacho comenzó a ponerse nervioso haciéndome sentir mal por él. Henry a veces era tan grotesco con la gente que sentía lástima por ellos.

Me gusto muchísimo a una yegua blanca que se llamaba Paloma, pero Henry dijo que ella fue traída recientemente y no confiaba en esa amazona. Le acaricie suavemente su cabeza y relincho causando que me encantara mucho más aquella yegua.

— El mejor es Altanero, pero no creo que sea el indicado para la señorita. Yo recomendaría a...

— Yo no pagó para que me recomiendes. Así que ensilla a Altanero que queremos montar — lo interrumpió mi acompañante montándose en un caballo marrón con manchas blancas—. Como usted ordene — asintió el chico y comenzó a poner la montura en un enorme caballo marrón.

El joven me ayudó a montarme en al caballo mientras Henry lo miraba demasiado atento. ¿Qué le pasaba? No creó volver a salir con él con estas actitudes.

La fuerza del destino (DISPONIBLE EN AMAZON KINDLE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora