Ashley
Luego de aquél día frente al lago estábamos algo incómodos o mejor dicho William estaba distante así que el día después en la noche me regrese a Nueva York y él no hizo el intento de detenerme. El no detenerme me dolió más porque demostraba que no le importo ni siquiera un poco y de verdad me duele. Ahora estoy en mi departamento sola un día de despedida de año comiendo helado. ¡Triste y horroroso día!
— ¡Ábrenos la puerta que sabemos que estás ahí! — escuché el grito de Rita mientras tocaba la puerta.
— No las esperaba — dije tan pronto abrí la puerta encontrándome con ella y carolina.
Rita tenía su cabello castaño recogido en la parte de arriba y lo demás suelto. Sus ojos estaban llenos de delineador con sombra plateada y sus labios rellenos estaban pintados de rojo. Además de que su vestido plateado de un solo mango le llegaba a medio muslo y con los tacones de punta fina la hacían lucir demasiado bien a sus largas piernas. Mientras que Carolina estaba vestida con un vestido amarrado en el cuello color rojo que le llegaba hasta las rodillas. Los parpados los tenía pintados de negro bien difuminado y labial rojo.
— Pues aquí nos tiene y nos vamos a despedir el año de fiesta — dijo Rita dando saltitos emocionada mientras Carolina reía contenta.
— No tengo ganas muchachas — dije desanimada y ella frunció el entrecejo—. ¿Qué te hizo el jefe? — pregunto algo enojada y yo le conté lo que había sucedido sin obviar nada.
— ¡Maldito perro asqueroso! Podría haber apostado que él estaba enamorando de ti, pero me equivoque. El jefecito es un imbécil y todo el mundo lo sabe no sé porque confiabas en él. Ése hombre debe tener el corazón podrido — decía enojada pasándose de un lado a otro en mi sala mientras Carolina la miraba divertida, pero Rita se equivocaba en algo él no tenía el corazón podrido porque me lo había demostrado.
— No hablemos más de él por favor — me tiré en el mueble abatida pensando que estaría haciendo él en éstos momentos—. Tienes razón ve a vestirte que nos vamos al Times Square Garden a despedir el año — ordeno halándome del brazo y empujándome a mi habitación. No pude negarme más así que me puse un vestido azul oscuro de tirantes con un gran escote y que llegaba hasta las rodillas. Me maquille los parpados con sombra blanca y delineador azul más labial rosa oscuro.
Buscamos un taxi que casi se nos hizo una eternidad y la nieve se había esfumado un poco, pero aparentemente el lunes nevaría nuevamente. Llegamos a las diez de la noche y todas las calles estaban llenas más había una enorme tarima con artistas cantando. Además de que había enormes pantallas enganchadas a todos los lados de los edificios mostrando el show de la tarima. La gente bailaba descontrolada y bebía de la misma manera, pero se sentía la alegría de esté día festivo.
— Yo voy por los tragos — nos susurro Carolina desapareciendo entre la muchedumbre de gente. Mientras que Rita y yo nos pusimos a bailar como locas.
Al cabo de un rato llego Carolina con los tragos y no los bebimos de golpe. Unos chicos se nos unieron para bailar con nosotras y no nos negamos. Era un día para celebrar y no para estar peleando o rechazando a la gente a menos que sean unos pesados. Ellos se encargaron de traernos bebidas y ya estábamos un poco ebrias, pero no me importaba yo quería disfrutar esté día y olvidarme de William.
— Diez...nueve...ocho...siete... seis...cinco... cuatro... tres...dos... uno... ¡Felicidades! — gritábamos todos los presentes cuando dieron las doce y nos abrazamos hasta con personas desconocidas.
William
— Felicidades — dije abrazando a mi madre y hermana cuando el reloj había marcado las doce. Estaba enojado y furioso conmigo mismo. Ashley se había ido hace tres días y no hice nada para detenerla. Solo sé que estaba desesperado por volverla a ver y me molesto el hecho de que se hubiera ido. ¿Por qué tuvo que llamarme amor? Las cosas estaban muy bien y ella se le ocurrió decir aquello en ése preciso momento.
Ése día en el lago no sé qué pasaba conmigo. Yo solo quería besarla, acariciarla, hacerla disfrutar lo mejor posible y no podía alejarme de ella. Todo mi cuerpo aclamaba por ella y la manera en que lo hicimos fue totalmente distinta a las veces anteriores. En todos éstos días no podía sacarla de mi cabeza y me torturaba el saber que estaba pasando la despedida del año sola o acompañada por otro cuando me hubiera encantado recibir el año con ella a mi lado. Tenía tantas cosas en mi mente sobre Ashley que no me dejaban tranquilo. Además estaba preocupado de que estuviera enferma y yo no estaba a su lado para ayudarla.
— ¿Cuál es tu nueva resolución del año hermanito? — pregunto mi hermana tomando una copa de champaña por primera vez desde que había dicho que quería ser monja. ¡Gracias a Dios que se arrepintió!
— No lo sé, Cynthia. Cuando lo tenga pensado te lo diré — respondí con una sonrisa y me fui de la sala con una botella entera de vino.
¿Acaso mi destino es siempre estar solo?, me preguntaba dirigiéndome a las caballerizas. ¿Por qué las mujeres lo dañan todo con el amor? Aunque técnicamente ella no me dijo que estaba enamorada de mí y muchas a lo largo de todas mis relaciones después de Kayla, me habían llamado amor. Lo único que lo hacía diferente fue en la manera que lo dijo jadeando entre mis brazos dejándome así realmente confundido. ¿Acaso sentía algo por ella? ¡No! ¡Claro que no! Ashley solo fue algo así como una amiga con privilegios y nada más.
Entre dos días la vería y solo tenía que volver a ser como antes una relación de jefe y empleada. Yo no podía permitir que ella se enamorara de mí por nada del mundo y yo no estaba hecho para estar con una sola mujer rindiendo cuentas de mis actos. Yo quiero estar con cada oportunidad que se me presenté y amarrado a una sería siempre un hombre infiel, me decía mientras tomaba directo de la botella sin importarme la borrachera que fuera coger y mucho menos el dolor de cabeza que tendría en la mañana.
— Señor Johnson — me despertó la voz de Rigoberto. ¿Por qué el capataz estaba en mi habitación? Abrí los ojos encontrándome con el moreno y sintiendo un dolor desde mi cabeza a la espalda. ¿Qué carajo hacía yo dormido en las caballerizas?—. La señora está preocupada porque no lo encontraba en la casa grande — volvió a decir, pero le hice señas para que no hablara más porque su voz hacía latir más mi cabeza.
— Esta bien — me levanté del suelo como pude y me fui para la casa en busca de una buena aspirina. ¿Para qué me emborrache tanto?
Cuando entre a la casa mi madre estaba sumamente preocupada algo que consideré exagerado porque seguía estando en la hacienda y no venía de una guerra. Mientras que mi hermana reía de la exageración de mi madre.
— William apestas a alcohol. Ve a ducharte por favor porque desde que Ashley se fue estás insoportable y la borrachera es una de ellas — se quejo mi madre colocando sus manos en las caderas y yo la miré serio.
— ¿Insoportable porque ella se fue? Mamá por favor parece que olvidaste con todas las mujeres que he estado y créeme he estado con mejores. Ella solo fue algo pasajero sin importancia — dije muy serio, pero sintiéndome como una rata por decir aquéllas palabras. Yo no consideraba que había estado con mejores porque ella en realidad sobrepasaba cualquier expectativa de un hombre, pero tendría que dejarle claro las cosas para que no se confundiera.
si-ltcs����
ESTÁS LEYENDO
La fuerza del destino (DISPONIBLE EN AMAZON KINDLE)
RomanceWilliam un hombre acostumbrado a tener lo que quiere se encuentra con una mujer que sera la excepción, con una mujer que no se deja amedrentar por su voz profunda y mucho menos por su atractivo aunque no se niega que esta como quiere. De alguna man...