Ashley
Nerviosa. Nerviosa era poco lo que sentía en este momento. Tenía ésa extraña sensación en el pecho que algo va a pasar. Si algo va a suceder espero que sea bueno porque no estoy para pasar malos momentos. Todo el día me la pasé limpiando el departamento y hablando con Rita o Carolina que estaban emocionadísimas. En realidad no creó que sea para tanto, pero espero que está fiesta superé todo lo que me han contado.
Mi vecina estaba enojada conmigo por lo que dije anoche y pasaba por mi lado fulminándome con la mirada. Por favor ni que se me fuera a caer un canto porque me asesine con los ojos. Debbie debería madurar un poco y no actuar como quinceañera porque si le hace esto a otra persona de seguro la llenan de golpes.
Después de una hora en la ducha salí envuelta en una toalla para mi habitación donde estaba mi vestido sobre la mullida cama. Era tan precioso y sensual que me hacía sentir algo avergonzada. Me puse mi ropa interior solamente la de abajo sin olvidarme de perfumar todo mi cuerpo para luego ponerme el vestido y los tacones de punta fina plateados. Mi pelo lo deje suelto con muchas ondas y me puse un pinche de perlas falsas en un lado. Me aplique polvo, delineador, sombra azul en los parpados y brillo labial sin olvidarme de los accesorios plateados.
—Perfecta — susurre mirándome al espejo satisfecha con lo que había logrado. Tomé mi móvil que no sé donde rayos lo guardaría y salí caminando a paso firme cuando escuché que tocaron la puerta.
Estaba impresionada, Henry sabía muy bien cómo vestir. Llevaba un traje gris con camisa negra y corbata del mismo color. Estaba bien peinado y olía muy bien. Sus ojos marrones estaban más que brillosos y me miraba de arriba abajo para al final sonreír.
—Debería decir que estas hermosa, pero la palabra se quedaría corta — dijo tomando mi mano y depositando un beso sobre ella con una sonrisa pícara.
—Tú también estás muy guapo. Hoy muchas mujeres querrán cazarte — dije divertida y él negó con la cabeza mientras me ofrecía su brazo que yo tomé gustosa, pero un poco nerviosa.
Nos tardamos casi medía hora en detener un taxi y cuando al fin se detuvo uno, las calles estaban taponadas del tráfico. Cuando los autos llegaban a moverse solo lo hacían un poco y yo estaba que me mordía las uñas por llegar. Mientras esperábamos impacientes por llegar nos distrajimos hablando de nuestros años escolares, pero yo obviando algunos sucesos que no quería recordar y en los que sufrí mucho.
—Tomé y quédese con el resto — saco un billete de veinte el pelinegro y se lo dio al taxista para luego ayudarme a salir del auto. Habíamos llegado una hora tarde y me daba algo de vergüenza de que fuésemos a ser el centro de atención por ser los últimos.
—No te preocupes nadie habrá notado nuestra tardanza te lo aseguro — Henry trato de tranquilizarme y me sostuvo la mano como si fuéramos una pareja de novios.
Entramos a un enorme edifico en cristal y tomamos el ascensor que nos dejó en la última planta. El festejó se estaba celebrando en un enorme salón que al entrar te recibía con unas enormes escaleras que tendría que bajar con mucha precaución. Todo el lugar estaba repleto de mesas bien decoradas con manteles dorados y del techo caían unas luces en forma de lágrimas haciendo que el ambiente luciera algo romántico. En el centro estaba la pista de baile y al final una tarima donde en estos momentos estaba William. Al verlo se me seco hasta la garganta, el hombre estaba vestido de traje negro con una camisa roja y corbata negra. Podría decir que estaba atractivo, pero se quedaría corto. No podía creer que con semejante distancia pudiera tener un efecto descomunal en mi estómago que se estrujo cuando lo vi posar su mirada en mí.
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La fuerza del destino (DISPONIBLE EN AMAZON KINDLE)
RomansaWilliam un hombre acostumbrado a tener lo que quiere se encuentra con una mujer que sera la excepción, con una mujer que no se deja amedrentar por su voz profunda y mucho menos por su atractivo aunque no se niega que esta como quiere. De alguna man...