Capitulo 22

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Capitulo 22

Ashley

Había pasado una semana desde que me fui de mi departamento para el de Mario. Él me invito a quedarme con él para ayudarme con el tratamiento porque ya sabía lo mal que me podía poner cuando comenzará con las quimioterapias. Fui nuevamente a la oficina de la oncóloga Brown y me realizó otros exámenes que en unos días estarían listos para así comenzar con el tratamiento. Todavía no sabía cómo iba a pagar la cuenta del hospital, pero debía salvar mi vida como dé lugar. Los primeros días me la pasé llorando, pero Mario me hizo ver que mientras lloraba más podía perder fuerzas y en este momento lo que debía hacer era luchar.

Por otro lado, William no dejaba de llamarme a cada hora, minutos y segundos. No entendía porque me llamaba si él había dejado claro cómo eran las cosas. Además los mensajes de su móvil llegaban como las facturas, sin cesar.

Gatita tenemos que hablar.

Preciosa estoy desesperado. Necesito verte y saber que estás bien.

Todas las palabras que te dije no las sentía. Déjame decirte lo que de verdad siento por ti.

¡Ashley! ¡Por amor a Dios no seas inmadura! ¡Tú me necesitas y yo a ti!

¡Contesta el jodido teléfono de una puñetera vez porque te lo juro que no respondo de mis actos!

Te voy a encontrar y tendrás que afrontar ésta situación.

Por Dios Ashley tú necesitas ayuda y yo te la quiero dar, mi gatita.

¡Carajo! ¡¿No crees que te estés pasando?! ¡Te conviene llamarme!

Perdóname por lo que dije en el mensaje anterior, pero me tienes angustiado y necesito saber que estás bien. Llámame por favor o respóndeme.

Esos eran algunos de los mensajes que recibía de William y cada uno me hizo pensar la lástima desmedida que sentía por mí y yo no quería su lástima. Yo quería su corazón, yo quería su amor y eso él no me lo puede dar. ¿Para qué responderle o contestarle las llamadas? Para que me diga cosas que me vayan a lastimar o hacer sentir mal en gran manera.

— Tienes buena cara. ¿Te encuentras bien? — pregunto Mario poniéndose una polo negra y mostrándome su poco formado abdomen.

— Sí, estoy bien y decidida a tomar el toro por los cuernos. No te preocupes no me voy a dejar caer como la primera vez — dije mostrándole una de mis mejores sonrisas aunque por dentro estaba angustiada y sentía mucho miedo.

— Ésa es mi chica y yo tú guapo e irresistible amigo te ayudará en todo lo que necesites — dijo pasándose la mano por su pecho haciendo referencia a que él era guapo y yo asentí con ganas de echarme a reír—. Voy a salir con la mujer que te conté y llegare un poco tarde, ¿Estarás bien? — pregunto abrazándome como si fuera un niña pequeña.

— Sí, estaré bien no te preocupes. Ve y disfruta sin detenerte por mí — lo animé empujándolo para que se fuera más rápido y no es que tenga planes porque solo tenía pensado sentarme a ver películas.

Busqué una comedia romántica y me senté con un plato hondo lleno de palomitas. Mientras veía la película repasaba una y otra vez los momentos que había vivido en estas últimas semanas me golpearon haciéndome pensar en William y en la fuerte batalla que se me avecinaba. Decidí apagar el televisor porque al fin y al cabo la televisión me estaba viendo a mí. Me quedé sentada en el mueble a oscuras y ya pasaban más de las nueve así que tal vez mi amigo se la debería estar pasando en grande. Estaba feliz por él porque después de tanto tiempo sufriendo por aquella sinvergüenza que lo engaño con su mejor amigo, había encontrado a una mujer especial.

La fuerza del destino (DISPONIBLE EN AMAZON KINDLE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora