William
Una semana a pasado y Ashley es como una extraña. Solo me habla para las cosas de la oficina y evita por todos los medios quedarse hasta tarde trabajando. Pensé que éramos amigos, pero al parecer me confundí porque prácticamente soy un cero a la izquierda en su vida y eso me tiene de un mal humor que ni yo mismo me aguanto. No hay quien entienda a las mujeres porque se les dice la verdad y te tratan como si les hubieras mentido para eso no le aclaraba nada. ¿Por qué carajo le di explicaciones? y ¿Por qué me importa tanto su indiferencia? Solamente con verla caminar con esos pantalones ajustados y la chaqueta negra por la calle me dan ganas de obligarla entrar en mi auto para llenarla de besos. ¿Besos solamente? Hasta me asusto últimamente cuando pienso en solo besarla y no en el sexo con ella.
— Aquí tienes el recibo de la orden y otro pedido que necesita su firma — escuché su voz a mis espaldas y solté un sonoro suspiro.
— Ashley, ¿Hasta cuándo vas a seguir evitándome? — pregunté sin voltear la silla, pero esperando ansioso su respuesta—. William es lo mejor para ambos — respondió para luego escuchar sus tacones. ¿Sé iba a ir con ésa simple respuesta?
— Yo decido que es lo mejor para mí. Somos adultos y cualquier situación debemos saber lidiarla con madurez. Ash lo siento, pero estás siendo muy inmadura — dije volteando mi silla y mirándola de arriba abajo. Tenía unos pantalones grises, camisa blanca de botones y varios de ellos abiertos dejando ver la tierna piel de sus pechos.
— ¿Inmadura? ¿Yo inmadura? — pregunto con el ceño fruncido apuntándose a ella misma con sus finos dedos. Por lo menos la haría enojar, pensé divertido.
— Sí, usted está actuando con inmadurez — asentí con notable seriedad y enarcando una de mis cejas.
— Mira quién habla de inmadura cuando tú ni siquiera pagaste los preservativos porque al hombrecito le dio vergüenza de la vieja pervertida. Eso sí, es ser inmaduro y también cobarde — dijo cruzándose de brazos mientras me fulminaba con la mirada.
— ¿Cobarde? ¿Quién es la que me evita? Tú, ¿Quién es la que no me quiere hablar? Tú, ¿Quién es la que está poniendo excusas? Tú. Entonces llegamos a la conclusión que usted señorita Ashley Cortez Andrade es la única cobarde — dije enojado aventando contra la pared el teclado de la computadora. ¡Maldición ahora tengo que mandar a comprar otro!
— Tú no eres mi novio para que me hagas esté tipo de escenas y no las pienso tolerar. ¿Para qué quieres pasar tiempo conmigo si ya disfrutaste lo que querías de mí? No estoy diciendo que yo no lo haya disfrutado porque si lo hice y mucho, pero estar teniendo sexo luego nos traerá problemas aquí y yo no quiero eso — decía muy seria y algunas veces me apuntaba con el dedo.
— ¡Está bien admito que...
— Baja la voz que pueden escuchar — me interrumpió para evitar que yo siguiera gritando como lo tenía planeado. Le di una mirada de advertencia y respire profundamente para luego continuar.
— Está bien, Ashley admito que mi plan era tenerte en mi cama, pero ahora no estoy hablando de sexo. ¿Acaso yo mencione sexo en la conversación? Me molesta que pienses que soy un maldito pervertido cuando tengo mis jodidos límites. ¿Tú sabes el número de mujeres que han pasado por mi cama? Muchas, pero por primera vez en mi vida no estoy hablando de sexo y quiero que lo entiendas — dije de muy mal humor y cansado de que me esté juzgando de ésa manera.
— Perdóname, William. No era mi intención juzgarte de ésa manera. Lo siento — respondió acercándose a mí que hace rato me había levantado de mi asiento.
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La fuerza del destino (DISPONIBLE EN AMAZON KINDLE)
RomantizmWilliam un hombre acostumbrado a tener lo que quiere se encuentra con una mujer que sera la excepción, con una mujer que no se deja amedrentar por su voz profunda y mucho menos por su atractivo aunque no se niega que esta como quiere. De alguna man...