0,26

1.4K 159 164
                                    

Oscuras tinieblas

Suelto el pasado estaba y la amenaza seguía recordando lo que antes olvidado quedaba.

DERIAN

La helada brisa atrapaba mi cuerpo, envolviéndome hasta robarme el aliento. Me giré una y otra vez sobre mi cama sin poder conciliar el sueño. No podía. La noche había llegado tan rápido que no pude prepararme, no como había pensado. Y estaba agotado. Cada parte de mi cuerpo, mi humanidad, me rompía en pedazos al pensar lo que podía ocurrir en segundos y que, tal vez, muchas de las cosas que ya habían sucedido, eran mi culpa.

El miserable miroir ya nos había arrebatado demasiado, había devastado a inocentes, consumió hasta el más puro y pequeño niño, mi madre... yo, ni nadie... no permitiríamos...

Aquella roca oscura en mi interior punzó.

Sumido entre la noche, saboreé diversos colores en el aire, tan simples pero conocidos, volando por la casa, inundando el deseo de un reflejo hambriento. Me levanté, sintiendo cómo la oscuridad de las tinieblas vagaba entre mi cuerpo. Quise revisar la hora en mi celular, pero ya lo había dañado, como siempre, así que salí de la habitación. No me puse si quiera una camisa, sabiendo que la casa permanecía cálida por la calefacción y magia de driagna, y caminé rápidamente por el pasillo.

Los sabores metálicos viajaron hasta mi nariz: un humano, un simple mortal, atemorizado. El miedo y dolor eran lo suficientemente altos como para dejarme en claro que estaba dentro de la casa. Seguramente herido, tal vez hasta inconsciente. No pude evitar pensar sí era un ataque. Sería una desventaja. De igual modo, nadie sabía dónde quedaba nuestro hogar, era nuestro...

—Ve con Eila—soltó en voz baja—. Yo me encargo, primero ve a tranquilizarla, ven después.

La voz de mi tío Diuk solo fue una señal, algo, lo suficientemente claro como para permitirme comprender que lo que estaba sucediendo, no me iba a agradar, no si mi papá iba a hacerle guardia a mi madre en su cuarto.

Asintiendo con la cabeza, me señaló el pasillo, pidiéndome que fuera hasta allá. Se me revolvió el estómago en cuanto el sufrimiento y angustia golpearon mi nariz como una ola de calor, repleta de azufre. Era demasiado y el aroma...; un alma devastada, asquerosa, muriendo.

— ¿Qué carajos...? —fijé mis ojos en las manchas de sangre que dejaban un camino de la puerta a la sala principal. Mi tío estaba ahí, sin mancha alguna en su cuerpo, con aquel ceño fruncido pronunciado y las tinieblas rodeándolo. Y frente a él, rígido y sangrando, se hallaba Giralt. El encargado de un par de clubes de mi abuelo—. Lo trajiste... a casa. ¿Por qué está aquí, Diuk?

Un movimiento y, con solo eso, me pidió silencio.

Dejé caer mi espalda en una de las paredes y observé todo con atención frunciendo el ceño, comprendiendo la situación, esperando que mi madre no bajara, para evitar que todo eso, se convirtiera en una masacre.

Giralt no dejó de sangrar ni un solo segundo, dejando la marca de su dolor en cada espacio del salón que, oscuro, apenas permitía ver cómo habían arrastrado su cuerpo hasta la silla donde permanecía atado.

—Habla. ¿Qué es lo que quiere?

Con un parpadeo, noté la cantidad de figuras oscuras que lograban traspasar la camisa de mi tío. Sus víctimas... la historia de sus antepasados estaba marcada ahí, en su piel, recordándole lo que hacía y lo que habían hecho en el pasado sus ancestros. Pero la parte que más lo había envuelto en una oscuridad tétrica, era la muerte de su hermana.

Un reflejo, uno que jamás sintió pero que se transformó en un ser de tinieblas, entregándose a éstas, al punto de aclamar la oscuridad en la plena soledad.

REFLEX [✔#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora