capítulo 20

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Aún atónitos, Meliodas decidió decir algo.

— Hasta que no me traigas una prueba no te voy a creer mentirosa —grito molesto— Se que me pase con el alcohol ayer pero eso que acabas de decir es imposible.

— Solo lo decís para salvarte —le dijo desafiando con su mirada— Elizabeth, este hombre te engañó.

Elizabeth no entendía nada de lo que estaba pasando, pero estaba segura de que todo eso que estaba diciendo Liz era falso.

— ¡Sos una mentirosa! —grito Ban desde su asiento en tono aburrido.

— ¿Que estás diciendo? —susurro Elaine— No te metas si no sabes.

Ban se levantó de su asiento y se acercó hasta donde estaba Liz.

— ¿Querés seguir con esto? —le preguntó  con ambas manos en su bolsillo se inclinó hasta su altura encorbandose.

— ¿De que estás hablando? —pregunto sonrojada mirando a todos lados algo nerviosa.

— Como quieras —camino hasta el altar y se dispuso a hablar— Esa mujer —dijo señalando a Liz— Es una falluta, todo lo que dijo es falso porque yo fui testigo.

— ¿Que cosa? —pregunto Liz atónita— Pero estabas ebrio.

— Me hice pasar por ebrio cuando te ví acercándote a Meliodas ¿Muy inteligente no? —Meliodas lo miro tratando de recordar algo pero nada— Ella hizo que Meliodas se embriagarse más de la cuenta, para meterlo en una habitación y desnudarlo, creo que quería hacerlo creer que tuvo sexo con ella, pero te salió mal hija de puta.

Todo lo dicho por Ban hizo que Liz saliera corriendo de ahí. Elizabeth respiró aliviada, casi se desmaya por todo eso, menos mal que era una mentira de una mujer desesperada.

— Entonces los declaró marido y mujer —dijo el padre.

Ese fue el mejor día de todos, ya eran marido y mujer, aunque no podían ir de viaje de luna de miel, eso no les importaba, mientras estén los tres juntos todo iba a ser perfecto.

Varios días pasaron, Meliodas tenía que ir de viaje con su padre, en la mansión solo iban a quedarse Zeldris, Elizabeth y los empleados. Meliodas volvería dentro de unos cuantos días.

— Por favor cuídate —dijo ella abrazándolo fuerte.

— Voy a estar bien —le dijo separándose de ella— Los voy a extrañar —le beso en los labios y después se agachó para besarle el vientre.

— Espero que no lo arruines —dijo Zeldris, Meliodas se acercó a abrazarlo.

— Se que me vas a extrañar —le hizo un pequeño fosforito de despedida haciendo que Zeldris se enoje un poco.

Se fueron en avión hasta Francia, tenía que firmar unos papeles sobre el testamento y las empresas ya que Meliodas no quería aceptar nada de eso en el pasado, pero ahora iba a ser diferente.

— Hace como una semana se fue, pero hace media hora hable con él y me dijo que pasado mañana vuelve —dijo Elizabeth muy feliz.

— Que bien —dijo Diane— Se nota que estás muy feliz.

Solo le faltaba tomar un avión para poder volver a Britannia. Estaban sobrevolando por la zona hasta que el avión comenzó a tener turbulencias.

"Por favor ajusten sus cinturones, estamos teniendo pequeños problemas técnicos"

— Ojalá no sea nada grave —dijo su padre.

— Si —dijo Meliodas serio mirando por la venta.

Del ala del avión comenzó a salir humo y se lograban ver pequeñas chispas, fue ahí cuando Meliodas se desabrochó el cinturón con rapidez y aviso a su padre que tenían que ir a la parte trasera del avión.

Del techo calleron los auxiliares respiratorios y toda la gente se puso a gritar, Meliodas se asustó, temía no poder salir vivo de ese avión y no volver a ver a sus seres queridos.

— ¡Meliodas sostenete de mi! —grito su padre cubriendo a su hijo al sentir como el avión descendía con rapidez.

Diane decidió prender la tele.

"En otras noticias, recientemente, un avión se estrelló en Brittania, para ser más precisos, en la zona de reserva forestal"

— Pobre gente —dijo Elizabeth.

"Se dice que el empresario y diplomático, el Sr. Demon iba en ese avión con su hijo mayor, Meliodas, aunque aún no se encuentran rastro alguno de ellos"

Al escuchar eso, Elizabeth se llevó ambas manos a la boca, ¿Cómo podía ser posible? Pensar que solo fue hace poco que hablaron.

— ¡¿Q-QUE?! —grito Elizabeth llorando— ¡¿C-como?! ¡Me dijo que volvía pasado mañana!

— Eli calamate —le dijo al ver que se levantó.

— ¡T-tengo...! —se desmayó por los nervios que le dieron.

— ¡Elizabeth! —grito tratando de socorrerla. Agarró su celular y le marco a King— ¡Por favor vení rápido a mi departamento!

— Si... Ahí voy —corto la comunicación.

King tenía algunos conocimientos médicos, iba a ser de mucha ayuda.

Unas horas más tarde, un equipo de rescate estaba sobrevolando por la parte en donde el avión se estrelló, se podían ver los cuerpos de niños y adultos por los escombros del avión que al parecer había explotado por el sobrecalentamiento que tubo y aparte el tanque de queroseno había explotado haciendo que se aviven las llamas, dejando a varios cuerpos calcinados y hasta irreconocibles

— Pobre gente —dijo el piloto mirando por los laterales— Voy a aterrizar por ahí.

— Está bien... —dijo su copiloto mirando por debajo— Ojalá haya sobrevivientes.

Aterrizaron y salieron de la aeronave con equipos de primeros auxilios y comenzaron a explorar los alrededores.

Comenzaron revisando lo que se podía de los restos del avión.

— ¡¿Encontraste algo?! —gritaba tratando de acercarse, aunque era casi imposible moverse por los trozos de la partes del avión que habían.

— Todos fueron cuerpos calcinados —dijo sobándose la nuca— Habría que fijarse más por los alrededores ¿Que decís?

— Dale.

Elizabeth se despertó en la cama con un paño húmedo en la frente, Diane estaba a su lado y King ya se había ido.

— Diane...

— Tenés que descansar, levantaste fiebre y por suerte ahora ya bajo.

— Pero... Meliodas —se le hacía un nudo en la garganta con tan solo mencionarlo— El está... —sintió los ojos humedecerse

— Por favor, trata de no pensar en eso—le pidió abrazándola— No quiero que te sientas mal.

— Está bien —dijo ahogando su llanto.

Los rescatistas aún seguían buscando sobrevivientes por la zona, se fijaron por todas partes del avión, ahora se estaban fijando a unos doscientos metros cuadrados del avión, para ver si su suerte cambiaba ya que el impacto hizo que todo colapsara y estén todos y todo esparcido por todos lados.

— ¡John! —grito desde un extremo— ¡Creo que encontré algo! ¡Vení a ayudarme!

Habían trozos del avión y los levantaron con todas la fuerzas que pudieron, tardaron un poco, había algo moviéndose ahí abajo y se apresuraron para ver qué era.

— ¡Oh por Dios!

Creado por Laura Ninche.
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Nos estamos viendo la próxima 💝 chau.

Dato extra: ahora subo cuando se me canta el ojete :)

TeşekkürlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora