capítulo 26

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Falta un mes solamente para que Meliodas y Elizabeth puedan conocer a su pequeño hijo, no tenían ni el nombre pensado así que decidieron hacer un pequeño almuerzo en la quinta que tenían en Britannia con sus amigos para darles ideas de nombres.

— Yo me quería quedar —protesto Zeldris en el asiento del acompañante— ¿Porque no me dejaste?

— No te voy a dejar solo ahí, además te va a hacer bien un poco de aire fresco —freno el auto y se bajó de el.

— Que lindo lugar —exclamo maravillada— ¿Esta era la quinta de tu papá —pregunto bajando del auto.

— No, esta es la mía pero la de Zeldris es mucho más linda —se dió vuelta para mirarlo y ya no estaba— ¿A dónde se fué?

— Vamos, quiero ver cómo está Hawk —se dirigió rápidamente atrás de la quinta.

— ¿Hawk? —probablemente  se refería a un perro o algo por el estilo.

— Es nuestra mascota, un felino muy amigable —dijo riendo y caminando hacia la parte trasera de la quinta.

— ¡Hawk! ¡Hawk basta! —el felino se avalanzo arriba de Zeldris y lo comenzó a lamer.

— ¡Ah! ¡¿Es un tigre?! —parecía que se estaba comiendo a Zeldris aunque lo estaba lamiendo.

— Está adiestrado, no te asustes —le tomo la mano y ella la apretó con fuerza— No te va a hacer nada.

Ella oponía resistencia pero el tigre terminó acercándose.

— Hawk, ella es Elizabeth —el tigre comenzó a rodearla algo que le inquieto mucho a Elizabeth— Deja que te conozca.

Elizabeth le acarició la cabeza a Hawk, eso a él le gustaba. Más que un felino se comportaba como un perro.

— Es muy lindo —se puso de rodillas lo cual el tigre imitó y lo comenzó a acariciar— Esto es algo increíble.

— Se comporta más como perro que como tigre —rio y se arrodilló también.

Unas pocas horas después habían llegado Merlín, Escanor, Ban, Elaine, Diane y King a ese mini almuerzo.

— Hola —saludo Diane a Elizabeth con un beso— Traje algo para mi sobrino —le dijo guiñando un ojo.

— Muchas gracias —dijo tomando lo que le había traído— Vos andá llendo que tengo que ir al baño.

— Dale —se dirigió a donde los chicos estaban haciendo el asado— Huele muy bien.

— Obvio que huele bien, lo estoy cocinando yo —presumió Ban con una sonrisa— ¿Cómo le vas a poner a tu bebé hermano?

— La verdad... Tengo la cabeza en blanco —respondió tomando cerveza— ¿Cómo se va a llamar el tuyo?

— Es una nena —dijo Elaine— La nena de papá —le dedicó una sonrisa pícara a Ban.

— Ya veo a Ban llendo a disculparse en la escuela por el comportamiento de su hija —dijo Merlín riendo tomando su bebida.

Minutos después llegó Elizabeth a la mesa del patio.

— Ya tengo el nombre para mi bebé —se acomodo en la silla y comió un tomate Cherri.

— ¿Que nombre? ¿Antonio? ¿Fabián?¿Dhyan? ¿Andrew? —comenzó a decir Diane emocionada.

— Por favor Diane —dijo King con una expresión de gracia— Dejemos que Elizabeth termine de hablar.

— Se va a llamar Cameron —aseguro risueña— Cameron Demon.

— Es un muy lindo nombre —dijo Elaine.

El almuerzo transcurrió en anécdotas e ideas de distintos temas, como la taberna de Escanor y de más. En la tarde después de almorzar los chicos se fueron y Elizabeth, Meliodas y Zeldris salieron de la quinta en la noche y se llevaron a Hawk con ellos.

— Si me hubieras dicho que hoy acariciaria a un tigre me hubiera reído en tu cara —confiesa viendo cómo Hawk dormía arriba de Zeldris quien también estaba dormido— ¿Cómo va la quimioterapia?

— Muy bien, por suerte se lo detectaron a tiempo —el semáforo se puso en rojo y el se detuvo a verla— Quería hablarte de algo.

— ¿Que?

— Es sobre Estarossa —ella puso una cara de desagrado. No quería saber nada sobre el— Está en una clínica mental, tiene varios trastornos, uno de ellos es la esquizofrenia.

— Estoy arta de él —expreso elevando él tono. Zeldris comenzaba a despertar y escuchó la conversación por accidente— Ojalá que esa enfermedad lo mate.

— Por favor, es parte de mi familia —Zeldris se sintió con esos comentarios— Pero no pienso pagar la terapia.

— Por mi está bien —cruzo ambos brazos demostrando su enojo. El día iba tan bien, pero Meliodas tenía que mencionar a ese hijo de puta— Estarossa tiene que pagar por todo.

Llegaron a la finca y Zeldris bajo del auto con una cara escondida, el creía que estaban hablando de él, sobre su enfermedad, pero al final estaban hablando de alguien más, se moría de vergüenza, menos mal que no dijo nada. Subió rápidamente a su habitación con el tigre sin decir palabra alguna dejando a Elizabeth y Meliodas confundidos.

— Estoy cansada —se tiró en la cama boca arriba con los ojos cerrados.

Meliodas se acercó a ella a gatas besándole el cuello de manera seductora.

— ¿Que estás haciendo? —pregunto entre risas.

— ¿No querés....? —continuo besándola.

Elizabeth apartó a Meliodas con una sonrisa, acercó sus labios de manera rápida e introdujo su lengua en la boca masculina saboreando su interior.

— Si —soltó en un caliente susurro removiendo los cabellos rubios de su amado.

Se quitó el vestido que traía quedando en ropa interior frente a Meliodas quien estaba simplemente en bóxers observándola fijamente con una mirada coqueta llena de picardía.

Ella se subió a la cama y llevo sus manos a la espalda masculina acariciando cada músculo a la vez que sus labios se encontraban en un húmedo beso. Al separarse él la miró a los ojos, estaba tan sonrojada. Con suaves movimientos comenzó a desprender el sujetador dejando ver su busto.

Elizabeth se dejó caer sobre la cama mientras el dedo masculino suavemente recorría un camino que comenzaba en su cuello y termino en el vientre bajo.

— Estás caliente —susurro al ver su sonrojo casi en toda la cara —ella negó con la cabeza mientras que él se aventuraba a quitarle las bragas— Solo las nenas malas mojan las bragas.

Comenzó a acariciar los labios con su dedo índice mientras Elizabeth se mordía el labio inferior jadeando al sentir aquellas caricias tan íntimas.

Ambos rostros se encontraron en un húmedo beso, acompañado de tiernas caricias de parte de Meliodas, desde su cuello hasta llegar al vientre, el cual acarició y besó con ternura. Meliodas sonrió al sentir como se movía el bebé, claramente trataba de decir que no tocara a su madre.

— Ahh.... —gimió al sentir la húmeda lengua masculina rosar su intimidad.

— ¿Te gusta? —ella asentía con la cabeza mientras sus ojos permanecían cerrados, estaba en su punto máximo de exitacion.

La acorraló con su cuerpo y escondió su cara en el pequeño valle de su busto, lamiendo y mordisqueando con delicadeza la piel de su amada.

— Ahh... —ella pasó la lengua por su labio. Puso sus manos sobre la cabeza del rubio indicando que no se detuviera.

Comenzó a dejarle chupones por toda la zona del escote. Se sentía tan bien tenerla tan cerca, su deliciosa fragancia natural lo exitaba haciendo que su erección comenzará al palpitar contra la intimidad de ella. Estaba tentado a seguir, pero se separó de ella.

— Creo que es suficiente por hoy —ella se recostó en su pecho, casi recostandose sobre él exhausta— ¿Estás cansada? —pregunto risueño al verla bostezar. Ella negó con la cabeza y se acurrucó en el.

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