capítulo 25

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— Ladda upp det till Demon-kontot —le dijo Zeldris a la agente de viajes.

— Som ni säger herrn —le respondió.

Zeldris solo le había dicho a Meliodas que se dirigía a Britannia, no le había dicho que le detectaron cáncer, no era un tema que se podía hablar por teléfono.

— Es raro que prefiera venir acá en vez de quedarse a coger allá —comenta Meliodas divertido.

— Por favor, me estás asqueando —replico Elizabeth— No creo que se la pasé cogiendo cada dos por tres igual.

— ¿Lo estás retando? —Elizabeth soltó una carcajada la cual Meliodas siguió

Dos días más tarde, Zeldris llegó a la finca como si nada hubiese pasado. Se bajó del taxi y caminó hasta la entrada muy pensativo. Meliodas lo recibió con su típico saludo, un fosforito, cosa que a Zeldris no le agrado mucho.

— ¡Por favor! ¡Ya estás grande! —le dijo separándose.

— Que amargado —le dijo— ¡Sam! ¡Lleva el equipaje de mi hermano a su habitación! —le dijo al mayordomo— ¿Que es lo que querías decirme?

— Acá no, vamos adentro —le dijo en tono serio llendo a la cabecera.

— Bienvenido Zeldris —lo saludó Elizabeth.

— Hola —le dijo normalmente— Hola sobrino —le acarició el vientre— Wow, sí que se mueve.

— Si —dijo ella también llevando la mano al vientre— Bueno, voy a verme con Diane, en un rato vuelvo.

Le dió un beso en los labios a su marido y se fue.

Zeldris le hizo una señal a Meliodas indicando que quería hablar en privado. Entraron al despacho y cada uno tomo asiento.

— ¿Que querías contarme?

Zeldris guardo silencio por un momento, era algo muy duro y también muy difícil de explicar.

— Me detectaron cáncer —le dijo respirando hondo— Creí... Que lo mejor sería que... Me traten acá —sentía un gran nudo en la garganta. Divisó una foto que había en el escritorio— ¿El abuelo... No tenia cáncer también?

Meliodas abrió los ojos impactado, si, su abuelo tubo cáncer aunque se lo detectaron demasiado tarde y lamentablemente falleció. Esto le preocupó mucho, podía ser muy peligroso para su hermano ya que él había nacido con defensas bajas y un sistema inmunológico débil. Cosa que lo apartó del exterior haciendo que solo se dedique a estudiar y prácticamente era un superdotado.

— Si.. pero a él se lo detectaron tarde —agrego triste.

— ¿Que voy a hacer? —dijo colocando ambas manos sobre sus ojos.

Meliodas se levantó y lo miro a los ojos, los cuales estaban rojos de tanto aguantar las lágrimas.

— Llora si querés —Zeldris lo abrazó dejando caer algunas lágrimas— Yo voy a pagar la quimioterapia, no te preocupes.

— G-gracias... —dijo sollozando.

Meliodas lo abrazó fuerte, temía perder a su hermano, ya había perdido a su papá no podía perderlo a él también.

Ya de noche, cada uno estaba en su cama y Meliodas debía hablar de eso con Elizabeth ya que el bebé también podría heredarlo.

— ¿Cómo que tiene cáncer?¿Porque? —comenzó a preguntar agitada— Pobre —fue lo único que pudo decir.

— Si ya se, pero yo estoy seguro de que no le va a pasar nada —aseguro frustrado— Mi abuelo tuvo cáncer y al parecer Zeldris lo heredó. Espero que el bebé no lo herede —dijo acariciando su vientre.

Esas palabras fueron suficientes para quitarle el sueño a Elizabeth, ¿Que pasaría si su hijo tenía cáncer? Sería lo peor que le podría pasar. La posibilidad de que tuviera cáncer podría ser alta ya que su bisabuelo tenía cáncer, quien sabe si su abuelo y su tío tiene cáncer, solo habría que averiguar si Meliodas tenía cáncer. No pudo dormir en toda la noche, trataba de pegar al menos un ojo pero no podía, se le era imposible.

Zeldris había iniciado con la quimioterapia hace casi mes y medio. Como el medicamento estaba funcionando, el pelo se le comenzó a caer de a poco pero el prefería raparselo de una vez para no andar jodiendo.

— Dale, voy a llenar de pelos la casa sino —le dijo a Meliodas.

— No quiero que salgas —le dijo serio— Ahora tu sistema inmunológico es débil y cualquier enfermedad puede incubar si salís y eso sería perjudicial —estaba muy preocupado por la salud de su hermano.

— Entonces déjame que me lo rapo yo —se pasó la mano por el pelo sacando varios de estos y después se la mostró a Meliodas— No puedo seguir así.

— Tenés razón —acepto rascándose la nuca— Anda, después mando a una empleada para que limpie.

Zeldris fue al baño con el equipo para cortar el cabello, se miró a espejo un momento.

— Nada puede aplastarme, Nada —se dijo a sí miso con orgullo— Ni los brabucones, ni las pérdidas dolorosas, ni esta estupida enfermedad —prendió la máquina y comenzó a pasársela por la cabeza.

Meliodas salió al patio, fue hasta donde estaba la pileta y se recostó en una tumbona mirando el cielo muy pensativo. Elizabeth estaba saliendo de la finca y se dirigía a la pileta, ya que le habían dicho que unos ejercicios le vendrían bien para relajar los músculos.

Se cubría con una toalla la cual segundos después dejo en la orilla y se sumergió. No se habia dado cuenta de que un chico rubio estaba ahí, ella solo siguió nadando.

Segundos después él la divisó nadando boca arriba.

— ¡Que raro que no te undas teniendo esa panza! —le grito bromeando. Ella se sobresaltó y se sonrojó— Es broma.

— Y-ya se —dijo sumergiéndose hasta el cuello. Aunque el ya conocía su cuerpo desnudo aún era muy tímida— ¿Desde hace cuánto estás acá?

El se levantó de la tumbona y se acercó a la orilla, el solo la miraba con lujuria, se preguntaba cómo había podido vivir sin ella.

— No hace mucho —dijo sacándose la remera. Elizabeth quedó mirando su formido cuerpo y él se sumergió. Fue nadando hasta donde estaba ella— Por cierto, te queda muy lindo ese traje de baño —le dijo en un caliente susurro.  La comenzó a acercar a él todo lo que su embarazado cuerpo se lo permitió y de a poco los labios masculinos comenzaron a besar el cuello de ella— Es tan sexy.

Elizabeth comenzó a jadear de placer, las manos de Meliodas estaban acariciándole todo el cuerpo por debajo del agua. Era un momento tan hermoso, ella estaba tan sonrojada, tan caliente, pero todo eso se detuvo porque Meliodas había sentido las patadas del bebé en su abdomen.

Meliodas río por lo bajo.

— Creo que no quiere que te toque —le dijo fingiendo tristeza y se separó de ella de mala gana.

Ambos se dirigieron a la orilla y se sentaron.

— Se sigue moviendo —dijo ella entre risas— Dame tu mano.

Tomo la mano de Meliodas y la coloco en donde estaba pateando el bebé.

— ¿Lo sentís? —le pregunto con los ojos brillantes de la emoción.

— Tranquilo, no voy a pasarme de la línea —dijo acariciando su vientre.

— Creo que alguien se puso celoso —Meliodas quitó la mano y Elizabeth la estrechó mirándolo con un sonrojo bastante elevado.

— ¿El solo? —pregunto riendo riendo. La tomo del mentón y la acercó a sus labios besándola intensamente.

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Hoy doble capítulo 😝

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