Prólogo

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Habían sido dos meses de exámenes muy duros. Llevaba un año preparándome para esto, justamente desde que me enteré de su existencia, y tras tantas noches en vela estudiando, fines de semana encerrada en casa y largos viajes (generalmente, solo acompañada por mi hermano, aunque a veces también me acompañaba mi padre) lo había conseguido. Me habían dado una beca para el Emerald School. El Emerald no era un internado, era EL internado. Un internado que empezó en un pueblo perdido de Estados Unidos y, debido a su fama, terminó expandiéndose por los 5 continentes. Era, sin duda, un instituto de renombre, donde solo podías entrar de dos maneras: pagando unas cuotas que solo burgueses se podrían permitir pagar, como la mayoría de los chicos que había allí, o mediante alguna que otra beca que a veces concedían, a personas con expedientes impecables y algún que otro talento, como yo.

Mi familia me había apoyado muchísimo desde que les dije que quería ir al Emerald. Si entraba y me graduaba allí, se podría decir que tengo el futuro resuelto. Las empresas se pegan hostias por conseguir trabajadores que hayan cursado, al menos, bachillerato allí, al igual que las universidades americanas.

Y, después de tanto tiempo (y sí, también dinero) invertido en viajes y exámenes, lo había conseguido, estaba dentro.

Yo, Ana Guerra, por fin estaba dentro, y justo mañana empieza mi aventura.

come what may // warmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora