Cap3: El viajero

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3. El viajero

Ismael llevaba lo que le parecieron a Dinah, más de quince minutos, mirando ensimismado el calendario. Era un calendario con la foto de dos cachorros de golden retriever que Sammy había comprado para la colecta de una escuela parroquial. Ismael lo agarraba con fuerza y parecía muy concentrado mirando el mismo día una y otra vez, aunque en realidad, tenía la mirada perdida.

Dinah posó su mano sobre el hombro del chico, y este se sobresaltó. Se giró asustado pero al ver el rostro de Dinah, sonrió y le dijo:

-Buenos días, preciosa.

Ismael besó a la joven en los labios y disfrutó de su sabor. Dinah siempre sabía a cosas buenas como vainilla o fresas. Su olor le impregnó las fosas nasales y se embriagó con él.

Dinah se ruborizó y miró hacia atrás, pero sus otros compañeros de piso, Merle y Sammy estaban ocupados buscando algo de comida en los armarios de la cocina.  

Anoche Dinah y él se habían acostado por primera vez, apenas se conocían, llevaban una semana compartiendo piso pero enseguida sintió atracción por Ismael. Era un chico encantador, algo distraído, pero no había podido ni querido, resistirse.

Ismael apartó el calendario de su vista y agarró a Dinah por la cintura. La sentó sobre sus rodillas y Dinah se rió como una colegiala.  

Merle se giró, su larga coleta le golpeó en la espalda, y tras comprobar que no era de su incumbencia, siguió su busqueda. Si eran cereales, Ismael ya se los había terminado pero haría sufrir un poco más a Merle antes de que pusiera el grito en el cielo.

-Ismael, nos están viendo todos -susurró Dinah, acercando su rostro deliberadamente al del chico para que él la besara otra vez. Y no hacían falta más invitaciones para Ismael Wellings.

Él tenía el pelo castaño oscuro, peinado hacia arriba de forma caótica. No era esa clase de peinado "despeinado" premeditado de los modernos, es que parecía que el pelo de Ismael iba por donde le daba la gana. Sus ojos marrones transmitían franqueza, al igual que su sonrisa, con unos dientes rectos algo más grandes de lo habitual. Por lo demás, era un joven flacucho sin apenas un músculo en su cuerpo pero podía con el peso de Dinah como si no pesara nada. Aunque claro, Ismael era un caballero y no se quejaría del peso de su pareja. 

Ella tenía el pelo rubio tirando a rojizo, algo corto para su gusto, pero se lo había cortado por una promesa. Sus ojos pequeños y azules, se empequeñecían cuando sonreía, que era bastante habitual. Su cuerpo, vestido con un amplio jersey amarillo y unos tejanos negros, no lograba disimular las curvas que volverían loco a cualquier hombre heterosexual.

-Tendrás que acompañarme a un sitio hoy -dijo Ismael todavía sonriendo pero su tono de voz era serio. Dinah nunca le había escuchado hablar de ese modo. Ismael parecía preocupado.

-Claro, ¿A dónde vamos? -Preguntó Dinah con interés.

- ¿Quien se ha acabado los cereales?-Interrumpió Merle dando un golpe sobre la mesa con su puño. 

Merle era un hippie/heavy/rockero/hombre hecho a sí mismo que rondaba los cuarenta, tenía entradas profundas pero eso no le impedía llevar el pelo largo y negro recogido en una coleta. Una perilla y unas gafas de sol rojas enmarcaban su rostro. Hoy llevaba una camiseta de Led Zeppelin y una chaqueta tejana a la que había cortado las mangas. Ismael siempre se había preguntado exactamente a qué tribu urbana pertenecía Merle aunque estaba seguro de que la tribu urbana de los tipos cabreados la hubiera aceptado encantada.

-He sido yo, Merle. Luego te compro una, no te preocupes -dijo Ismael sin prestarle atención y volvió a mirar a Dinah pero Merle reclamó su atención tirando un vaso de cristal contra la puerta.  

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