John no había estado nunca en casa de los Hardy y le sorprendió la naturalidad con la que Tommy se movía por allí. Ismael, Harry y él habían saludado muy educados y no se habían atrevido a tocar nada (aún cuando Stan ya les había comunicado que sus padres no volverían hasta tarde y su hermano dormiría en casa de Greg) y a duras penas se habían movido del sofá.
Tommy sin embargo, había entrado en la cocina y se había preparado un gigantesco sandwich de atún y pepino. Lo devoraba con la boca abierta y sus migas salpicaban por toda la casa mientras Stan se reía de sus chistes obscenos.
La casa tenía dos plantas y un sótano, que se había reconvertido en la habitación de soltero de Bob. Toda la casa estaba decorada con banderines y camisetas de equipos de fútbol y estaba llena de los trofeos ganados por Bob. Por supuesto, también había varias fotos del patriarca, Robert Hardy que llegó a jugar en el equipo de la universidad, en los Arkansas State Red Wolves. En el rostro severo del joven Robert Hardy se identificaban ciertos rasgos de su hijo mayor, una especie de sonrisa indolente que hacía saber al mundo que él era mejor que el resto.
Stan había conectado la Playstation para que todos jugaran y se relajaran un poco, pero era innegable que existía cierta tensión en el ambiente. Aunque aquello fuera una reunión informal de amigos, en realidad se escondía un propósito oculto.
John y Stan machacaban con furia y rapidez juvenil los botones del mando mientras unos seres poligonales llenos de esteroides peleaban a muerte hasta llenar la pantalla de sangre. Los demás esperaban su turno en silencio, extasiados ante la orgía de violencia que aparecía en la pantalla.
Harry, sentado en una silla, tenía sobre sus rodillas un polvoriento libro de su madre que había conseguido substraerle sin que ella se enterara. Su portada parecía hecha de piel de animal y sus hojas estaban deshilachadas. El título, en letras descoloridas, rezaba Magia para todo lo necesario y a Harry le había parecido el volumen más inofensivo de todos los que guardaba su madre.
Además, estaba tumbado y aplastado por varios libros más, así que imaginaba que su madre no recurría a él desde hacía años. Con suerte, devolvería el libro esa misma tarde después de cumplir su parte del trato. Se echarían unas risas, con suerte Tommy no les pegaría una paliza, y volverían a casa con el deber cumplido. Otro día más en la vida de un adolescente aburrido.
- ¿Cuando empezamos con lo que hemos venido a hacer, Gorman? -Dijo Tommy mirando a la pantalla pero apoyando su mano sobre el hombro de Harry. Su mano le apretó lo suficientemente fuerte como para hacerle daño, pero no tanto como para Harry se quejara. Todavía era un hombre.
-Cuando queráis -Dijo Harry mirando a Tommy de reojo- Luego dirigiéndose a Stan, quien había dejado de mirar la pantalla y John estaba dándole una paliza a su personaje sin mucho entusiasmo, continuó-El libro tengo que devolverlo hoy mismo, así que sería mejor que nos pusiéramos manos a la obra.
-Tienes razón -Dijo Stan y apretó el botón de apagado de la videoconsola sin intentar salvar la partida. Dejó el mando sobre el suelo y se acercó a Harry, quien abrió el libro para que todos pudieran verlo.
-Esto da un poco de mal rollo, tíos -Comentó Ismael sonriendo nervioso pero nadie contestó a su comentario.
Todos se sentaron alrededor de Harry, quien por una vez era el centro de atención. Abrió el libro y pasó las páginas con cuidado, ya que cada hoja era tan frágil como un pajarito recién nacido. El libro no tenía ninguna especie de índice ni seguía un orden lógico, así que simplemente empezó a pasar páginas hasta encontrar lo que buscaban.
Todos estaban callados, y cualquier profesor suyo hubiera alucinado de ver a cinco de sus alumnos, callados y atentos ante un libro. Pero no era sólo atención lo que respiraban esos chicos, sino anticipación, nervios. La extraña sensación de que podían conseguir cosas que otros no lograrían jamás.
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Poseídos
Terror¿Quién podría estar interesado en secuestrar a Harry Gorman, un hombre en estado vegetativo desde hace dieciséis años? La respuesta la tienen sus peculiares amigos de la infancia: Tommy el indestructible, Ismael quien puede abrir cualquier puerta y...