22. Ruptura

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Al terminar de desayunar, el moreno fue con su padre a su despacho a atender unos asuntos y mientras tanto el castaño junto con Cora fueron a la sala a jugar Mortal Kombat, la morena como casi siempre le iba ganando a Stiles, a él cuál se le notaba en el semblante lo frustrado que estaba.

-No es justo- se quejó el beta.-Tu eres muchísimo mejor que yo en este juego.

-Tu fuiste el que quiso jugar este juego- argumentó la morena, dejando al personaje del contrario K.O. La loba rio triunfal.-¡Si! Te gane por cuarta vez- se regocijo de su victoria.

El beta tira el control de la consola al piso, molesto y frustrado.

-Ya no quiero jugar este juego- hizo un puchero.

La menor de los Hale puso los ojos en blanco con fastidio.

-Bien. Eres un aguafiestas. No aguantas nada, Stiles- se quejó, dejando su control en la mesita.

Stiles solo le dedicó una mirada de pocos amigos, para luego acostarse en el sofá, colocando sus pies sobre el regazo de Cora.

-¿Cómodo?- inquirió la morena con diversión.

-De hecho sí- respondió, sonriendo con sorna.

-Sí no fueras mi amigo y ahora cuñado te rompería un fémur y eso que el hueso más fuerte que existe.

-Eres tan tierna- dijo con sarcasmo, dedicándole una sonrisa dulce a su cuñada.-Por lo visto sigues con la idea de estudiar medicina.

La morena solo se encogió de hombros, sonriéndole.

-Entonces, ¿cuándo irás a casa de Lydia a terminarla?- preguntó con suspicacia.

Y ahí fue que Stiles recordó el tema de Lydia. Lo había olvidado por completo.

-Ni lo recordaba, ¿sabes?- se sincero, rascándose la cabeza con incomodidad.

-Eso lo sabía, por eso te lo recordé- sonrió de forma maligna.

El castaño la miro con cara de malas pulgas.

-Deberías ir ahora- le sugirió. Aunque sonaba más a una orden.-Ella merece que seas honesto.

-Lo se. ¿Qué hay de Derek? Se suponía que después de que se desocupara pasaríamos todo el día juntos- explicó haciendo un puchero.

En realidad el lobo no quería irse. Temía enfrentarse con la pelirroja.

-Yo te excuso con él. Vete tranquilo- dijo haciendo un ademán para que se fuera.

-No tengo dinero para un taxi y no quiero irme caminando. Esta muy lejos- se quejó.

-Ten- le extendió las llaves del Camaro de Derek.

El castaño tomó las llaves con cierta sorpresa.

-¿Por qué tienes las llaves del coche de Derek?

-Las tome por sí se presentaba esta situación- contestó con simpleza, mirando sus uñas.

-Bien, pero no quiero ir con la ropa de Derek, se vería raro.

-Tengo un cambio de ropa tuyo en mi cuarto de las veces que te quedas a dormir.

Le volvió a dedicar una cara de malas pulgas.

-Te odio.

-Se que quisiste decir que me amas- sonrió con suficiencia.

Todos quieren a StilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora