DESPEDIDA

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—Yo no soy tu mamá y no intento serlo. —Dije algo confundida —Yo quiero ser tu amiga.

—¡Tú sólo estás aquí porque quieres estar con papá! —su frente tenía las señas de disgusto.

—Eso no es cierto — trate de preguntarme a mi misma si era cierto —Bueno… tu padre no se fijaría en mi si es lo que te preocupa.

—Papá solo debe querer a mamá. — prendió el encendedor.

—¡Ady! — me acerqué a ella para quitarle el encendedor y ella retiró la mano y golpeó una lámpara que estaba al lado del sofá, Ady no apagó el encendedor y la lámpara explotó al contacto con el fuego. La jale, la cargué y protegí con mi cuerpo. Andrés acudió de inmediato y no sé de dónde trajo un extintor. —¿Estás bien? — la puse en el suelo.

—Sí — Miraba cómo Andrés apagaba la lámpara —No quería que eso pasara. —Comenzó a llorar.

—Tranquila, fue un accidente. Sólo que cuando tengas algo que no te guste no debes hacer esta clase de cosas o planes conspirativos. Para eso debes hablar y yo te escucharé.

—¿Están bien? —Andrés nos miraba. —¿Se hicieron daño?

—No, todo perfecto. —Le sonreí de lado. Todo ese movimiento me había dado calor y me quité el saco que tenia.

—Val… —Andres me tomó del brazo.

—¿Que pasa? —Trate de mirar mi brazo y justo arriba del codo tenía un corte, al parecer el vidrio seguía ahí.

—¡Val! Lo siento. —Ady lloró más fuerte.

—¡Señorita Valeria! —Llegó el señor Alexander gritando. Al darse cuenta de la situación gritó —¡¿Pero qué pasó aquí?!— Michelle y Paula venían detrás de él.

—Papá fue mi culpa. —Ady continuaba llorando.

—Señor Alexander, lo siento la lámpara explotó. —comencé a explicarle

—¡¿Cómo que explotó?!

—Papá, fui yo. Estaba con un encendedor y lo pegué a la lámpara.

—¡¿Qué?! —Grito aun mas imponente.

—Señor Alexander, no sea duro con ella. Fue un accidente. —Traté de protegerla.

—¿Qué? ¡Claro que no seré duro con ella, la culpa es de usted! —Me gritó y señaló.

—¡¿Qué?! —ahora yo también gritaba. —¡¿Mia?!

—¡Claro que sí!¡¿Cómo permite que ella juegue con fuego?! ¡Su trabajo es cuidarla y evitar que estas cosas pasen!

—¡Esto no fue mi culpa! —Me defendí.

—¡Y también ha convertido en mi hija en algo que no es! —Señaló a Michelle— ¡¿Cómo que mañana va a tener una cita?! ¡Es solo una niña!

—¡Ya no soy una niña!—Michelle se unió a los gritos. —Ya tengo catorce años. —Trató de explicarle.

—Señor Alexander, yo a los catorce años… —Volteo a verme amenazante y me quedé sin palabras, lo mejor para no morir es no meterse con un padre furioso.

—¡Michelle, ve a tu habitación y quitate esa pintura de payaso! —Michelle lo miró con gran desilusión y tristeza. Pero lo obedeció, aunque se fue llorando.

— Ouh… —Trate de ir detrás de ella para consolarla.

—¡Usted! ¡Todo es gracias a usted!

—¿A mi? ¿Ahora que hice?—Paula reía irónica ante la situación.

—¿Que qué hizo? Tomo a una dulce niña, la pintarrajeó y la convirtió en…en...—Estaba buscando las palabras.

LA NIÑERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora