parte 13 (fecha: editado 25 enero 2020)

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Eran las 8:00 am del 9 de mayo del año 2016, como todos los días lunes la mayor parte de las actividades semanales de la ciudad capital daban comienzo a esta hora. Por un lado, los adultos debían de ir a sus respectivos trabajos, mientras que por el otro los menores de edad debían de ir a estudiar y aprender a sus escuelas, dos sociedades separadas por la edad que funcionaban bajo una misma regla; quien tenga más dinero es quien domina la cadena alimenticia. En la academia Baltazar esta cadena alimenticia había sido gobernada durante dos años por el joven maestro Eleodoro, el hijo del CEO de la multinacional Angelical, pero desde que su padre perdió su trabajo dentro de la empresa este papel cambio de dueño. De vagabundo a emperador, el joven de 17 años llamado Bartolomé ahora era el nuevo rey. Todo aquel que se consideraba importante sabia acerca de este suceso, desde los estudiantes hasta los propios maestros; la noticia se esparció completamente a cada rincón de la institución en tan solo 2 días.

Los estudiantes de la academia estaban sentados en sus respectivos pupitres, prestando total atención a las enseñanzas del profesor presente en el salón. En la mayoría de las escuelas del planeta perderse una clase no es un problema muy serio, ya que siempre puedes conseguirte la materia luego con algún compañero que sí estuvo atento; pero en una escuela tan competitiva como lo era la academia Baltazar, donde nadie hace un favor sin recibir algo a cambio, eso no era algo que muchos estudiantes se pudieran dar el lujo de hacer. Apenas las clases comenzaban la concentración de los alumnos se centraba totalmente en las palabras del docente a cargo, como si se tratara de un grupo de religiosos oyendo a su predicador favorito. Por lo que todos en aquel momento estaban prestando atención a la clase y tomando notas, todos excepto Bartolomé quien parecía haber encontrado algo mucho más interesante que estudiar. Apoyado con los codos sobre el respaldo de su silla, Bartolomé le daba la espalda al maestro para mirar minuciosamente a la chica sentada detrás del; una singular adolescente que logro capturar la atención del demonio. Bajo circunstancias normales ningún estudiante se atrevería a hacer esto, ni siquiera en una escuela tradicional, ya que los profesores lo castigarían sin dudar; pero luego de haber presentado tantas quejas con el director por la conducta de Bartolomé el viernes pasado y ser ignorados en cada oportunidad, los docentes decidieron simplemente ignorarlo; incluso el mismo director dio órdenes de que simplemente lo ignorasen. Aunque lo que estaba haciendo era algo irrespetuoso dentro del salón de clases; en realidad no estaba molestando. Aparte de estar sentado al revés Bartolomé estaba en silencio, solo observando detenidamente a su compañera quien parecía estar ignorando de alguna forma su existencia; por lo que no había razones para que los profesores se molestaran en retar a alguien que no podía ser castigado. Si no lo castigo al inicio de la clase por su conducta previa tampoco lo iba a hacer ahora

***Hace diez minutos atrás***

Muchas chicas hermosas iban entrando al salón de clases, verdaderas bellezas de la alta sociedad, pero sin importar que tan bellas fueran aquellas adolescentes la mirada de Bartolomé solo estaba centrada en una persona, una chica pobre sin ninguna cualidad excepcional llamada Alicia quien estaba sentada cinco pupitres detrás del. Su brazo derecho estaba apoyado en su escritorio mientras que con su delgado índice golpeaba ligeramente su frente haciendo pequeños ruidos rítmicos con cada golpe que solo él podía escuchar, un habito suyo que había desarrollado con el paso de los siglos y que lo ayudaba a pensar. Su mente demoniaca no podía en contra forma alguna de acercarse a una presa tan rara sin llamar la atención; corromper un alma justa era algo que él no había hecho durante siglos y no quería arruinar la ocasión por el simple hecho de no saber comportarse. Lucho con todas en contra del deseo de dejarse llevar por sus instintos más primitivos, pero lamentablemente el poderoso rey demonio no fue creado con la capacidad de contenerse. Sin poder aguantar ni un solo segundo más, Bartolomé se puso de pie y camino hacia atrás del salón, deteniéndose en el pupitre ubicado delante del de Alicia; donde un chico tímido de lentes lo miraba sorprendido. Las clases habían empezado hace dos minutos por lo que no era normal que alguien se parara de manera tan repentina, especialmente considerando que el profesor los miraba, al igual que el resto de los alumnos quienes estaban curiosos sobre lo que pasaría

Un reemplazo para el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora