Parte 21

84 13 2
                                    

Pequeños, molestos y ruidosos. No había necesidad de que alguien le explicará a Bartolomé lo que estas curiosas e irritables criaturas eran, la verdadera pregunta era ¿porque hay niños en la mansión de las rosas?

Aunque los consideraba ilógicos y tediosos, al demonio interno de Bartolomé no le molestaban los pequeños humanos, pero tampoco le interesaba relacionarse con ellos. Como su alma estaba protegida por Dios hasta que cumplieran los 10 años Bartolomé no tenía interés en corromperlos y aunque pudiera no tendría sentido hacerlo. Con el poco tiempo que tenía permitido quedarse en el mundo mortal, no importaría cuánto se esforzará en modificar su conducta en la dirección del mal actuar, una buena disciplina sería suficiente para corregir el camino de estos pequeños renacuajos; desviar el camino de un adolescente ciertamente era más sencillo que desviar el de un niño pequeño.

-hermaita...te extraine - decía una pequeña de casi 3 años a Alicia mientras la sujetaba del uniforme - Vamo... A jugá -añadía con dificultad, pese a su edad parecía que recién aprendió a hablar

- Susan, no seas un problema para la hermana Alicia - indicó molesta una niña de 6 años intentando apartar a la pequeña del uniforme de Alicia

- Gretel, deja a Susan en paz. Ella es pequeña es evidente que querrá jugar - comentaba otro niño de 6 años de apariencia desaliñada

- York..., no pelees con Gretel - dijo tímidamente un pequeño de lentes de 7 años, aunque era el mayor de todos carecía de valor

- ¿¡Que has dicho Harry Potter!? - respondió de mala manera York a su homólogo masculino, evidentemente ese no era el nombre del pobre chico, pero York se negaba rotundamente a la idea de ser enfrentado por alguien a quien consideraba su inferior, especialmente delante de su hermana Alicia. "La naturaleza humana es cruel, desde una edad tan pequeña el más fuerte domina al débil, muy parecido al panorama del infierno ", Pensó Bartolomé en su mente

- Vamos niños no peleen, lleven se bien - decía Alicia con una sonrisa forzada mientras acariciaba la cabeza de la pequeña Susan - York recuerda llevarte bien Fred, no le pongas sobrenombres raros - añadió

-lo siento hermana Alicia... - decía el pequeño diablillo mirando hacia abajo con arrepentimiento, como un cachorro que acababa de ser regañado por su amo

- Disculpa no quiero interrumpir está molesta escena - dijo Bartolomé parándose delante de Alicia - pero ¿qué hacen estos niños aquí? - pregunto

-bueno..., no sabría cómo explicarlo - contesto Alicia desviando la mirada

-hermaita ¿qué es él? - pregunto la pequeña Susan

- yo soy el dueño de esta mansión - contesto Bartolomé agachándose ligeramente para estar a la altura de la pequeña criatura - ¿puedo preguntar quién eres tú? - añadió

- yo soy Susan, engo tres años - respondió la niña mostrando tres de sus dedos con orgullo, pese a no saber hablar bien parecía poder contar hasta el tres

- hummm... ¿Y qué haces aquí? - pregunto Bartolomé, a lo que la pequeña niña no supo responder y comenzó a mirar a su alrededor preocupada, esperaba que alguien pudiera ayudarla a responder esta pregunta que no entendía

- bueno... - intentó intervenir Alicia para salvar a su hermana, pero Darlia intervino

- los señoritos y las señoritas aquí presentes provienen del orfanato la caridad de Dios, la señorita Alicia me pidió que los recogiera ayer por la tarde, se quedarán aquí durante los 6 días que dura el permiso otorgado por el orfanato

- ¿orfanato...? - repitió extrañado Bartolomé

Cuando Alicia fue abandonada por sus padres a la edad de 7 años, el gobierno se hizo responsable de su cuidado y la envió a vivir a un orfanato de mala muerte llamado la caridad de Dios, un nombre muy bonito para un verdadero infierno. Aunque el estado cumplió su rol y se hizo responsable de la manutención económica del lugar, la malversación de fondos por parte de las monjas encargadas convirtió la calidad de vida de los niños en algo ciertamente lamentable. Mientras los niños sufrían por escases, los administradores vivían una vida plena, este contraste de realidades provocó que Alicia decidiera a la edad 15 años emanciparse y vivir alejada de este sitio. Cuando se fue presentó una denuncia en contra de la institución, pero al ser una chica pobre sin poder nadie nunca le hizo caso. Vivió dos años en la pobreza y pudo sobrevivir gracias a la becas que la academia Baltazar le dio, pero aún en su precaria situación vivía mejor que estando bajo los cuidados de estos cuidadores corruptos.

Un reemplazo para el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora