parte 14 (editado 25 de enero del 2020)

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Era una tarde demasiado fría para ser de primavera. Alicia caminaba de brazos cruzados en dirección a su humilde y pequeño hogar; todavía estaba enojada por lo que había sucedido hoy en el colegio. No quería hablar con nadie en aquel momento, solo deseaba llegar a su casa, abrir la puerta, y tirarse en su cama a dormir por el resto del día. Hace dos días Bartolomé, un chico que era muy parecido a ella, llego con una gran fortuna a la clase y destruyo en proceso la vida social de Eleodoro; volviéndose desde su punto de vista un verdadero cretino. Y hoy, ese mismo Bartolomé ha intentado abordarla como si se tratase de un maldito "Playboy". "¿acaso ella parecía una chica tan fácil de comprar?" Era lo que se preguntaba en su mente, pero en realidad no era eso lo que la tenía molesta e irritada; lo que realmente la tenía inquieta era la idea de pensar que ella se podría llegar a comportar igual que Bartolomé si llegaba a tener dinero.

A medida que la solitaria chica iba caminando por el barrio comercial, se fue dando cuenta de las miradas de asco y lástima que la gente le daba al verla; lo cual era bastante lógico dada su apariencia y forma de vestir. Pese a que asistía a una academia de élite, la ropa de Alicia estaba toda remendada, su falda, camisa y chaleco; eran de segunda mano y si no fuera debido a un tema de higiene personal; seguramente su ropa interior y sus calcetines también lo serian. En términos simples Alicia estaba peor vestida que una estudiante promedio de una escuela secundaria normal; demostrando así lo pobre y necesitada que estaba su situación económica. Las miradas de lástima que ella recibía por el simple hecho de caminar en público eran que mil puñaladas en la espalda; motivo por el cual la chica aceleraba el paso cada vez que pasaba por aquel sitio y trataba desesperadamente de mantener su mirada en el piso. Luego de enfrentar aquel molesto evento, que Alicia debía vivir a diario, finalmente llego a su casa; un pequeño departamento ubicado al final de un oscuro y estrecho callejón donde apenas podía vivir un ser humano. Ciertamente aquel lugar no podía ser llamado en ninguna circunstancia "hogar", ya que aparte de ser pequeño, poco acogedor y estar literalmente en ruinas, eran un sitio donde reinaba todo el año un frío aterrador; independiente de la época del año. Estaba llena de goteras en su interior y cada vez que llovía el agua se filtraba sin salir, quedándose estancada durante meses y generando mal olor. Quien tuviera la mala suerte de vivir allí no necesitaría ir al infierno cuando muera, ya que vivió mientras vivía en él. Si un ladrón entrase a robar seguramente dejaría dinero en lugar de llevárselo debido a la lástima que sentiría al ver el lugar. Estaba compuesta únicamente por dos habitaciones, un diminuto baño con una ducha y una pequeña habitación contigua de 9 metros cuadrados, donde apenas lograba caber una pequeña colchoneta en la cual dormir y un pequeño mueble para guardar la ropa.

Al ver que su "hogar" estaba delante de ella, Alicia aparto sus entumecidas manos de sus cálidos antebrazos y saco de su bolsillo derecho una diminuta llave oxidada llena de pequeñas manchas que parecían ser de sangre; seguramente de los anteriores residentes. Con mucho cuidado la pobre chica acerco la pieza metálica a cerradura de la puerta, evitando temblar debido al frío que sentía, pero justo antes de que pudiera insertarla y abrir la puerta, el inconfundible sonido de una lata de bebida vacía rebotando en contra del piso luego de ser pateada se pudo sentir. Al escuchar este sonido el cuerpo de Alicia sufrió un pequeño espasmo muscular y entro en su posición defensiva habitual; sabía perfectamente de quien se trataba

— Pensé que te había dicho que no quería volver a verte por aquí, tu simple presencia me causa repugnancia— dijo mientras se daba la vuelta y miraba directamente a los ojos al hombre que arruino toda su vida— ¿porque has venido de nuevo John? ¿qué me buscas quitar esta vez? —pregunto con un tono de voz lleno de odio y de rencor; el simple hecho de ver la sonrisa burlona de aquel hombre le hacía hervir la sangre

—no seas tan fría conmigo cariño, cuando lo dices de esa manera me haces sonar como el tipo malo de la película— respondió John mientras se acercaba lentamente. Vestía un elegante traje negro de diseñador junto con unos zapatos de piel de cocodrilo real, su cabello era corto y muy estilizado; un hombre con clase y apariencia extravagante

Un reemplazo para el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora