parte 24

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Con sus manos levantadas y una gran sonrisa en su rostro el sacerdote de la iglesia recita con devoción las últimas alabanzas de la misa del día de hoy. Sus fieles ovejas agachan la cabeza en señal de oración mientras piden a la deidad de su culto que les traigan felicidad y prosperidad una vez más. Alicia al igual que este fiel séquito reúne sus sueños y esperanzas en una oración dirigida hacia el cielo. A su lado están los niños quienes pese a no entender lo que implica un culto religioso imitan a los adultos y mantienen una postura de respeto mientras fingen orar. Luego de esta breve oración final los creyentes se colocan de pie y se despiden con una reverencia del sacerdote para posteriormente marcharse del lugar con alegría; como si los hubieran liberado de su castigo de fin de semana. Alicia termina su oración final y mira a su lado a los niños quienes estaban jugando en sus asientos; pedirle a unos infantes que se mantengan serios cuando los adultos no lo son sería mucho pedir.

—hermaita ¿ya terminamos...? —pregunta la pequeña Susan recostada en su asiento, aprovechando su pequeña estatura tiene la oportunidad de usar cualquier superficie como cama

—si..., ya hemos terminado— contesta Alicia con cierta tristeza en su voz, sabe perfectamente que saliendo de la iglesia deberá llevar a los niños de regreso a ese orfanato del infierno. Tras despedirse con una ligera sonrisa del sacerdote, Alicia toma la mano de la pequeña Susan y seguida por los demás niños camina en dirección a la salida. A medida que se aproxima a la puerta siente como sus pisadas se vuelven más y más pesada debido a la culpa

— ¡¡¡esperen...!!!— grita una persona desde el interior de la parroquia justo antes de que Alicia abandone el lugar; quedando ella y los niños debajo de la entrada

—padre Joshua— dice Alicia con sorpresa al ver a un anciano con hábito sonreir mientras se acerca a ellos, se trata del sacerdote en jefe de esta humilde iglesia quien se ve feliz de verlos

— sabía que mi vieja mirada no me engañaba, la pequeña Alicia ha crecido bastante— contesta el anciano deteniéndose enfrente del grupo

—es bueno saber que aún se encuentra saludable padre — contesta Alicia con una ligera sonrisa sincera,  aunque odia al personal del orfanato donde creció, el clérigo de la iglesia adjunta es otro tema, ellos nunca trataron mal a los huérfanos y en algunas ocasiones incluso los defendieron ante los abusos de las monjas cuidadoras, motivo por el cual ella tiene cierto afecto hacia los miembros de esta institución, especialmente de Joshua como líder espiritual

—¿que ha traído a esta oveja perdida de regreso a mi rebaño? — pregunta el anciano con curiosidad

— he venido a traer de regreso a los niños al orfanato, los seis días que se me permite sacarlos al mes finalizan el día de hoy — dice la joven con pesar

— entiendo..., es una verdadera lástima- dice el anciano comprendiendo la situación, aunque en varias ocasiones a denunciado a los administradores del orfanato por abuso infantil las autoridades nunca le han hecho caso, motivo por el cual entiende la tristeza de Alicia — rezaré por los pequeños indica el sacerdote con melancolía

—Ja.., como si rezar hubiera servido de alguna vez. Ese santurron del cielo rara vez hace su trabajo, por lo que es más probable ganarse la lotería que ser escuchado por aquel que ustedes llaman Dios— grita una voz burlezca desde fuera de la iglesia. Con el simple hecho de escucharla Alicia podía adivinar quien era su dueño

—¿quien es ese blasfemo...? — pregunta con indignación uno de los creyentes aún presentes dentro de la iglesia

— Bartolome...—dice sorprendida Alicia al escuchar esta declaración mientras intenta tapar los oídos de la pequeña Susan

Un reemplazo para el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora