Capitulo II

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Capítulo II

Heridas de Guerra.

Principado de Liechtenstein

Solana y Domink están frente a su antigua casa o lo poco que queda de ella, son ruinas, la hierba que antes formaba un hermoso jardín hoy es sólo cenizas. Lo poco que queda de la casa se mantiene en pie pero está inhabitable, los pies de Solana se mueven uno tras otro con pesadez, calza botas cafés estilo militar, un pantalón negro y una camisa blanca lleva su cabello atado en una cola; intenta mantenerse entera pero no puede, al entrar en lo que queda de la casa no reconoce aquel lugar, cenizas y basura, el techo se desplomó dejando la destrucción del segundo piso visible desde la planta baja, con lentitud alza sus ojos mirando aquel lugar casi puede escuchar sus recuerdos gritar en aquel sitio. Las memorias de su vida la inundan recuerda las veces que bajaba las escaleras a toda prisa mientras su tío le reprendía. Gira hacia la derecha donde una vez estuvo la biblioteca de Steban, lleva sus manos a los labios reteniendo un gemido de dolor, sus libros son basura ahora cada paso que da genera un sonido que le provoca escalofríos entonces siente unas manos sobre sus hombros, es Dominik lo mira sin lograr ocultar su dolor. Sus ojos verdes están llenos de lágrimas, rojos por el llanto reprimido

-Recuerdo que una vez me dijo que soñaba ver esta casa llena de niños.-susurra tratando de que su voz no se quiebre.-Sus hijos tal vez.-añade mientras se arrodilla en el suelo, con sus manos aparta un puñado de cenizas entonces la encuentra la última fotografía que se tomaron juntos, está parcialmente quemada pero sus rostros no fueron devorados por las llamas.

En el retrato ella lleva su cabello suelto sobre sus hombros y su cabeza descansa sobre el pecho de su tío, sonríe de tal manera que su mirada brilla, él la abraza con cariño mientras la cámara captura el beso que deja sobre su cabeza.-Nunca le dije cuánto lo amaba.-dice sin lograr controlar el llanto.

Dominik se acerca a ella acariciando su brazo

-Lo sabía.-dice en su oído-Estaba muy orgulloso de ti.

-Pude haberlo salvado.-dice con enfado.

-Solana escúchame...

-¡No!-exclama secando sus ojos.-Debí salvarlo, él me dio una vida me protegió durante años ¿y qué hice yo por él?-pregunta pateando la calcinada puerta.- ¡¿Qué?! Dejó su vida por mí, para criarme y yo lo dejé morir.

-Solana comprendo lo que sientes pero no fue tu culpa no podías ayudarlo.

-Tú no tienes familia.-dice con la vista perdida.

-¿Qué?-pregunta con asombro.

-No tienes a nadie, te dedicaste a estar cerca todo el tiempo a protegerme en todo momento.-dice alejándose de él.-Te olvidaste de vivir.-puntualiza apoyando su cabeza en la pared.

-No me olvidé de nada, estuve a tu lado porque mi mejor amigo, mi hermano tenía la misión de cuidar de ti. Lo hice una vez y lo haría mil veces más ¿no comprendes?

Solana lo mira con sus ojos rojos cargados de dolor, culpa, odio, vacío...sobre todo vacío, la peor de las emociones humanas.

-Tú lo eres todo para mí, nunca me causó un predicamento estar a tu lado. Verte sonreír, divertirte-dice con desespero tomando entre sus manos su rostro.-Para mí eso era vivir, verte aquí respirando eso es vida para mí, mi amor.-añade besando sus labios con anhelo-Esto es vida para mí.

Solana no soporta más y deja salir un grito de dolor, se aferra al pecho de Dominik con todas sus fuerzas, llora amargamente, grita una y otra vez. El dolor en su pecho es demasiado profundo. Sólo ahora su cuerpo se permite sentir todo lo que ha perdido, poco a poco se desploma al suelo abatida entre lágrimas, Dominik llega con ella hasta el piso y la acomoda entre sus brazos.

El despertar de un imperioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora