Capítulo 4

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“Esa Broma”

Henry estaba sentado al borde de su cama, sus pies colgaban al aire y los movía de un lado a otro esperando cómo si algo fuera a pasar.
Con su mirada vió las demás camas de sus compañeros de cuarto. Eran, en total, otras ocho literas más, equivalente a dieciséis chicos. El lugar no era para nada fino, o un hotel cinco estrellas; las camas eran de lo más simples posibles, una almohada que les causaba incomodidad en las noches, una sábana que además de causar picazón, no tapaba perfectamente del frío.
Dos hermanos que habían llegado al orfanato hace poco habían estado hablando todo el día, al parecer sus nombre eran Ayden y Ryan, sus padres murieron por balas perdidas.
Henry se recostaba o se sentaba, estar ahí era un martirio, un confín de aburrimiento sin actividades, o eventos importantes. Lo único que lo mantenía  cuerdo era que faltaba un día hasta Halloween.
El orfanato no se molestó es poner decoraciones, –que novedad–, y sólo colocó una Jack-o-lantern al lado de la puerta de la habitación.
Henry saltó de la cama al piso y comenzó a caminar. Ya llevaba aquí ocho años y la esperanza de ser adoptado se había marchitado con sus ganas de tener una familia.
–Nadie nos va a separar, ¿De acuerdo?–. Ayden trataba de tranquilizar a su hermano pequeño, Ryan.
Henry recordó el día que llegó aquí, no dejaba de llorar, sus ojos se habían hinchado y su corazón latía con fuerza del miedo. No tenía a nadie que lo ayudara a calmarse, tuvo que ser fuerte y procesar por lo que había pasado. Mucho le han preguntado si de alguna manera guarda rencor hacia la fecha, pero él niega con la cabeza y dice que su familia, amigos y él pasaban hermosos momentos en Halloween, jamás le guardaría rencor a una fecha tan alegre.
Henry sintió compasión y se acercó a la litera de ambos, la penúltima a la derecha. –Hey. Sé que llegar aquí es difícil, pero deben agradecer que se tienen el uno al otro–. Henry sonrió. Ambos lo miraron. –Me llamo Henry–. Extendió su mano.
–Me llamo Ayden y él es Ryan–. Ambos contestaron al saludo cordial con una tenue sonrisa.
–Ryan–. Henry lo miró sentándose a su lado. –No te pongas tan triste, no es bueno. Trata de sonreír un poco, Halloween se acerca, por aquí pedimos dulces.
Ayden le sonrió a Henry.
–¿De verdad?–. Dijo soltando la almohada entre sus manos.
–Sí, siempre vamos a las oficinas y pedimos dulces ahí, siempre nos dan caramelos generosamente.
Ryan finalmente sonrió.
–¿Qué más hacen?–. Ayden frotó amigable la cabeza de su hermano. –A Ryan le encanta el Halloween y a mí también. No es por presumir, pero hacemos bromas excelentes.
–Amo hacer bromas por estas fechas. La cara de terror que pone la gente vale oro puro.
–En una ocasión pusimos una rata muerta en la mochila de un chico que nos molestaba. Su mochila apesto por semanas–. Ryan estaba sonriendo.
–Yo, antes de venir aquí, asusté a mis padres como si me hubiera cortado con un vaso de vidrio, no sabían que hacer, fue genial .
–Oye Ryan–. Henry se dirigió hacia él. –¿Podrías pasarme un pequeño aparato que está sobre mi almohada?
Ryan asintió, se levantó de la cama y fue a dónde le pidió.
–Ahora que Ryan no está… espero no te moleste, pero ¿Qué ocurrió con sus padre?–.
Ayden suspiró y vio a su hermano pequeño corriendo a la cama de Henry. –Estabamos de visita en Camryl Lane, y se escucharon disparos a los lejos, mis padres estaban en el lugar equivocado, a mala hora.
–Lo siento mucho.
–Trato de ser fuerte por Ryan, pero duele mucho–.
–Sé lo que sientes. Por lo menos tienes a alguien contigo.
–¿Qué sucedió con tus padres?–. 
–Fallecieron de una forma horrible, perdón por no decírtelo pero realmente es doloroso recordar cómo se fueron.
–No te preocupes. ¿No tenías más familia?
–Lo más cercano qué tengo es la familia de mi única y mejor amiga. Lamentablemente como no eran parientes, y ganaban muy poco, no ganaron mi custodia. ¿Y Ustedes?
–Tenemos dos tías pero ninguna fue localizada. Tampoco contestaron el teléfono.
–Aquí está–. Ryan apareció detrás de Henry con el iPod en la manos, los audífonos colgaban tocando el piso.
–Gracias–.
–¿Cómo lo conseguiste?–. Ayden hizo espacio y Ryan se sentó a su lado.
–Se puede salir de aquí sin ser visto–. Dijo Henry mirando a su alrededor para ver que nadie los estuviera escuchando ahora. –Salgo con frecuencia de aquí, tengo empleos pequeños y estoy ahorrando.
–No nos vendría mal salir un poco al pueblo.
–Sí, lo sé. No nos pueden tener aquí todo el tiempo.
–Debemos de tener diversión–. La mirada de Ayden se tornó casi malvada, estaba pensando en algo. Ryan también sonrió. –Hay que hacer un broma de Halloween.
–Eso me agrada. ¿Qué tienes en mente?–. Henry sonrió de oreja a oreja impaciente. Había encontrado, finalmente, a alguien con quien encajaba en este lugar.





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