Capítulo 20

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La policía interrogó a los Morrison; el cuerpo de Tyler yacía sobre los perfectos arbustos de la familia. Jordan y Henry veían, junto a ora multitud que rodeaba el lugar, que el cuerpo había sido abierto del pecho dejando ver dentro. El corazón había sido removido, un pulmón había sido mordisqueado y abandonado en el jardín a unos metros del cuerpo. Los intestinos estaba cubiertos por la sustancia negra, Tyler había muerto con una expresión de terror en su rostro, y lo empeoraba el hecho de que no tenía ojos.

La humedad del pueblo, con las lluvias, había levantado la sangre y esa cosa negra hasta la alcantarilla. Nadie se sentía seguro, todos tenían miedo, y todos eran sospechosos, pero Jordan y Henry sabían muy bien que no había sido nadie del pueblo, sino Eyeless Jack.
–¿Por qué él?–. Henry miró a Jordan. Trató de que nadie más lo escuchara.
–Al pasar la semana se hacen más reales…
–Nadie advirtió nada de esto. Somos nosotros quiénes estamos jugando.
El cuerpo fue llevado en la morgue, todos susurraban y miraban el lugar lleno de sangre. La familia de Tyler ya habría sido notificada y estar luchando con el dolor.
–Esto explica porqué no se metió con nosotros ayer en la noche.
Henry miró su celular, once cincuenta y uno. Una llamada entró en ese momento.
–¿Bueno?
–Henry, soy yo Marcus.
–Hola, ¿Qué sucede?
–Es urgente que vengas ahora mismo, necesito hablar contigo. La casa es el número setenta y seis de la calle Hill.
–¿Todo está bien? ¿Qué pasa?
–Sólo ven.
Marcus cortó la llamada.
–¿Quién era?
–Marcus. Quiere que vaya ahora a su casa, sonó muy alterado.
–Pues vayamos.
Henry salió de la multitud apresurado llamando la atención de una persona en particular, la oficial Cox alzó la cabeza y vió a Henry huyendo.

–Es allá –Ambos miraron la calle y entre un jardín enorme con un garaje abierto, estaba la casa; color jade con orillas blancas, le daban bastante atención al mantenimiento, el jardín con una sección de tulipanes coloridos alrededor de un árbol que acaba de ser regado. Al buzón marcaba que la correspondencia había llegado.
–Mira–. Jordan señaló el letrero color rosa que colgaba de una rama del árbol: “Vidente y cosas esotéricas”.
–Supongo que si podemos alejar a Marcus por un momento, uno de los dos podría hablar con su madre acerca de cómo detener a los Creepypastas.
Henry escuchó acelerar un auto detrás de ellos.  –No otra vez…
Jordan miró el Mustang que se dirigía a ellos. Henry hizo que Jordan comenzara a correr. Trataron de abrir la puerta de la casa de Marcus, estaba cerrada, pero el garaje estaba abierto.
–Por ahí.

El Mustang se acercó a la casa, dobló dentro del garaje donde estaban ambos. Henry y Jordan se pegaron a la pared detrás de ellos. El Mustang aceleró y se detuvo a unos centímetros de arrollarlos.

–¿¡Qué quieres!?
La puerta del Mustang se abrió dejando salir a la anciana.
–¿Qué es este escándalo?–. Marcus salió del jardín trasero.
–Esta mujer me ha estado acosando.
–¿Eso es verdad, mamá?
–¿¡Es tu madre!?

–Simplemente quiero hablar contigo, Henry–. Dijo quitándose las gafas del rostro. –Tal vez mis formas de conseguirlo no han sido exactamente sutiles.

–Cada vez que me la encontraba en la calle aceleraba y trataba de atropellarme. La primera vez buscaba la forma de hacerme salir del establecimiento.

–No seas tan exagerado, estás vivo. Pero, de cualquier forma, mi nombre es Jaime.

–Lo siento mucho, Henry –Marcus se retiró los guantes de jardín. –Pasa podremos hablar ahí dentro.

La casa estaba repleta de cosas esotéricas, cuadros de Jesucristo, en una estantería había objetos de plata en forma de estrellas y otras formas, también había pequeño frascos con líquidos de colores.

En la cocina habían hierbas aromáticas y sales de todo tipo.
–Lamento haberte asustado de esa manera. –Dijo la madre de Marcus. –Pero hay algo que no me cuadra, algo me dicen de ti y eso es peligroso. Hay algo peligrosamente cerca de ti.
–¿Quién?–. Henry se sentó al lado de Jordan en el sofá y ésta escuchaba todo, no quería molestar a nadie, más por el hecho de que no había sido invitada.

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