Capítulo 15

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Daruma no se había aparecido en un buen tiempo, media hora, para ser exactos. Jordan había usado también el “Tomare” haciendo que Daruma le diera tiempo para huir.

–No tenemos tiempo–. Jordan miraba a la calle fuera de la estación de policías. El resonar de las llamadas de teléfono, el papeleo y oficiales hablando sólo alteraban a ambos. Henry tuvo un destello de la noche en que sus padres murieron, toda la policía en la casa, las sirenas pitando con el sonido aumentando a la casa y los curiosos que se preguntaban qué pasaba.
–También tengo miedo –Contestó Henry observándola por un segundo. Jordan estaba inquieta ya que no quería ver a Daruma en la calle acercándose–. Pero se trata de mis padres, Jordan.
–Trata de que no lleve demasiado.

Cox salió de una puerta al fondo del pasillo y detrás de ella venía un hombre alto, de veintinueve años, con lentes y muy bien parecido para su edad, con barba saliéndole lentamente, se debía afeitar, o tal vez pensaba dejársela; era rubio y siempre tenía esa cejas perfectamente marcadas. Henry lo recordaba muy bien, ese hombre lo ayudó en su estancia en Kashmor, era el psicólogo del orfanato.

–¿Marcus? –Dijo Henry sorprendido–. ¿Qué haces aquí?
–Vine a visitar a mi madre, ella vive aquí.
–¿De verdad?
–Cox me dijo que podrías necesitar mi ayuda–. Dijo sin rodeos.
–¿Tuviste un terapeuta, Henry?–. Jordan lo miró sorprendida.
–Sí, se lo asignan a los chicos que perdieron a sus padres en situaciones horribles para evitar algún trauma– Henry hizo una mueca. –Marcus me ayudó por los primeros años, me sentía muy solo y la depresión se apoderaba de mí.
–Exacto. –Dijo Marcus–. ¿Con qué esta es Jordan?–. Sonrió un poco forzado mirando a Jordan.
–Sí, la amiga de la que te hablé.
–Sí, lo recuerdo… Hablabas muy bien de ella. –Marcus la miró–. ¿Te sucede algo… Jordan?
Jordan no podía ocultar su miedo por Daruma; en especial, porque Daruma había aparecido del otro lado de la calle caminando tan lento como es su característica.
–Simplemente… –Pensó rápidamente–. No he hablado con mis padres y deben estar preocupados, ya tuve que haber llegado a casa–. Golpeó disimuladamente para que Henry la mirara y después hacerle otra señal con los ojos para que viera que Daruma se estaba acercando.
–Me gustaría hablar contigo y Henry–. Marcus se mostró sincero.
–¿Qué te parece hoy?–. Dijo Jordan sorpresivamente.
Henry la miró con una expresión de “¿estás loca?”. –Tenemos cosas que hacer, ¿Recuerdas? Las visitas que esperamos en la noche…

La perra comenzaba a ladrar a Daruma.

–¿Qué tiene?–. Cox miró en dirección a donde la pequeña maltés ladraba.
–…Se desespera cuando está en el mismo lugar por mucho tiempo–. Disimuló Henry.
–Henry. –Jordan lo interrumpe antes de que él diga palabra–. Esas visitas pueden esperar.
Todos los oficiales del lugar miraban el escenario de interrupción entre Cox, Marcus, Henry y Jordan.

–No, yo no creo que puede esperar.
Cox y Marcus se miraron con sospecha y preocupación. –¿Visitas?–. Dijo Cox manteniendo un interés particular.
–¿Entonces vamos a una cafetería? ¿Qué te parece?–. Dijo Jordan ignorando completamente a Cox.
Marcus quedó atónito. –De acuerdo. ¿Ahora?
Jordan y Henry miraron a Daruma a unos metros de la puerta de la estación.
–Sí, ahora–. Dijo Henry sin pensarlo.

Jordana abrió la puerta. –Creo que… TOMARE un chocolate caliente–. Daruma se detuvo. Jordan sonrió burlona.
–Bien hecho–. Susurró Henry a Jordan al pasar por la puerta. Daruma estaba inmóvil.
Jordan agitó la mano a Cox en despedida, miró el reloj que marcaba las doce de la tarde. Daruma era vencida hasta la noche. Jordan tenía que sobrevivir con Henry. Ambos tenían miedo de ver a Daruma, era lenta, pero es un miedo indescriptible; peor aún, tenían que ocultar ese miedo.

Jordan subió atrás con Henry en el auto de Marcus. El Volvo S40 de Marcus arrancó y dirigió a las direcciones de Jordan, una pequeña cafetería local; de hecho, era la misma a la cuál entraron el primer día que Henry llegó aquí.

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