El Juego de Annie

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Alexia 

— ¡Vas a morir! —dijo él.

— ¡Soy una asesina, lo siento! —grité y con la navaja en mi mano le hice una herida muy grande sobre su frente, enseguida su sangre empezó a recorrer toda su frente.

— ¡Eres una hija de puta! —gritó y movió su cuchillo para intentar clavármelo en el abdomen, pero lo esquivé y me moví a dirección contraria y volví a hacerle otra herida.

— ¿Quieres jugar Alexia? —escuché una voz femenina, era la lunática

— Interesante... —dije—. ¿Qué tipo de juego? —pregunté excitante.

— Solo sobrevive a este juego y te iras a casa —empezó a explicar—. Bien, el juego consiste que pelees conmigo con solo utilizar navajas o cuchillos, solo eso, pero debes hacerme suficientes heridas para poder debilitarme, pero las navajas o cuchillos lo que prefieras utilizar, tendrán una especie de veneno en la hoja —terminó de hablar.

— ¿Qué tipo de veneno? —pregunté.

— Un veneno muy letal y peligroso: serpiente feroz es muy venenosa —ríe con excitación y camina hasta una caja que tenía detrás de ella—. Agarra dos cuchillos —dijo dándome la caja que contenía adentro cuchillos y navajas de diferentes tamaños.

— ¿Solo sobrevivir? —dije.

— Solo eso —dijo ella.

Dejo la caja en el suelo y el tipo lunático se sentó en el suelo, muy lejos de nosotras, lo miré, no sentí lastima por verlo en ese estado, me sentí satisfecha. Annie tenía una máscara como la de siempre, cubría toda su cara, con dos cuchillos en sus manos empezó a caminar hacia mí.

Su rapidez aumentaba más y más, me alejé un poco de ella, movió su mano en dirección a mi brazo derecho, no pude esquivar su movimiento, me hizo una herida desde mi hombro hasta casi llegando a mi codo, la sangre empezó a salir de mí, recorriendo todo mi brazo completo la herida que me hizo me quemaba, el dolor era insoportable, este veneno me quema.

— ¡Esto me quema maldita sea! —grité mientras ponía mi mano sobre la herida

— ¡Te lo dije! —gritó mientras corría a mí para volver a atacarme y pude esquivar su movimiento, di un paso hacia atrás tan fuerte que caí al suelo, empezó a caminar hacia mí con sus cuchillos en ambas manos— ¡Vamos a jugar! ¡Quiero jugar! —ríe como lunática.

—Quiero romper tus huesos —empecé a pensar como loca, no sé lo que pasa en mi mente, quiero matarla, quiero romper sus huesos, quiero ver su maldita sangre, quiero jugar con su sangre—¡ANNIEE! ¡DAME TUS HUESOS! —grité completamente excitada.

— ¡Ven por ellos! —hizo un movimiento rápido y rozó el cuchillo sobre mis brazos— ¡Sangre! —nosentí ningún dolor y desvió la mirada, empezó a caminar a donde estaba el tipo.

— ¡Voy por ti! —dije corriendo hacia ella para atacarla por detrás, moví mi mano para clavar mi cuchillo por la parte baja de su espalda, voltea y reacciona esquivando mi movimiento— ¡Quédate quieta no podré matarte así! —grité.

Me moví hasta quedar más acerca de ella y le clavé el cuchillo sobre su abdomen, estoy perdiendo la cordura, siento que me gusta, me encanta hacer esto, quiero más, quiero más, sus rodillas chocan contra el suelo y mientras que pone sus manos sobre el cuchillo, verla en ese estado me encantó, me sentí complacida.

— Voy a romper tus huesos —dije neutral sin mostrar ninguna emoción.

— ¡Eres una hija de puta! —gritó mientras me acercaba a ella— ¡El veneno era para que hubieras muerto! ¡Muere! —grita, el veneno no ha hecho efecto alguno, siento tanta adrenalina que no quiero que esto acabe, quiero disfrutar más. Agarré su brazo izquierdo, lo puse recto, agarré fuerte su brazo y giré de este tan fuerte que hasta que escuché el sonido de su hueso romperse— ¡Maldita seas! —empezó a quejarse del dolor— ¡Alexia, eres una hija de puta! ¡Debiste morir en el accidente con tus padres! —exclama.

— ¿Accidente? ¿Cuál accidente? —pregunté, puse mi mano sobre su barbilla, la levanté para mirarla a los ojos— ¡Háblame! —exijo.

— ¿No lo recuerdas? —dijo— Hace años, el día que fueron ustedes a la montaña, de regreso a casa tuvieron un accidente —dijo, no tengo memoria de ese accidente, no recuerdo haber vivido eso—¡Debiste haber muerto, debiste haberte quedado en coma!

— ¡No recuerdo eso! ¡Ya basta de mentiras! —exclamé mientras unas lágrimas recorrían mis mejillas—Dime que eso, es mentira —dije agarrándola fuerte de su cuello para ahorcarla un poco— ¡Dime! —apreté más fuerte y empezó a quejarse del dolor.

— Es...ver...dad... —murmuró mientras mi mano seguía en su cuello, dejé de ahogarla.

— ¿Por qué no recuerdo nada? —pregunté mientras ella tocía.

— Pregúntale a tus padres —dijo—. Desde que ustedes entraron al hospital no supe más nada— dijo levantándose del suelo.

— ¿Amnesia? —dije mientras me secaba las lágrimas ya un poco más calmada.

— No lo sé, deja de hacer preguntas —dijo levantándose del suelo y caminando a donde estaba el tipo, no desperdicié la oportunidad, corrí hasta la puerta, escuché un grito pero lo ignoré, cerré la puerta muy fuerte y empecé a bajar las escaleras.

Al estar en las escaleras, pude escuchar más gritos de Annie, pero los ignoré, quiero irme de este infierno. Caminé chocando contra todo lo que se me atravesara en mi camino, después de pasar esa sala puede ver la puerta principal, no lo pensé dos veces y corrí hacia ella, giré la manilla y sentí como el aire chocaba con mi rostro, se sentía bien, salí de esa casa sin mirar atrás.

Mientras que corría libremente por las calles oscuras sin miedo a nada, sentía como el aire rozaba mi cuerpo, mi cabello, mi rostro, todo. Me sentía viva por primera vez en mi vida después de tantas cosas que he hecho, eso no me hacía sentir viva, si lo hacía era por placer, lo que quiero decir, placer al asesinar una persona, placer al ver su sangre en mis manos, placer al ver como pide piedad para que no muera, eso era placer para mí, no me siento arrepentida de haber matado a la chica en el cuarto de tortura, cumplí su deseo de morir, eso me dio placer.

No sabía en donde estaba pero seguía corriendo libremente, llegué hasta la ciudad, pude ver unos edificios, la gente me veía pero no les puse atención, seguía corriendo libre, al otro lado de la calle donde yo estaba me encontré con un policía, debería de pedir ayuda.

— ¿Pueden ayudarme? —dije mientras me acercaba un poco a ellos.

— Niña por dios, ¿qué te paso? —preguntó un oficial de 60 años, se quitó su abrigo y lo puso sobre mis hombros— Vamos, te llevaré a casa —dijo caminando hasta el auto, abrió la puerta y me senté en la parte de atrás del auto.

Ya al estar a las afueras de mi casa encontré las luces apagadas, nadie había llegado, empecé a sentirme mareada y débil, con las pocas fuerzas pude subir las escaleras de mi casa. Los recuerdos de aquel infierno que viví seguían presentes en mí. Recordar que me quitaron las uñas, las uñas de los pies, heridas por todo mi cuerpo, me torturaron aun así pidiendo piedad, reían sin importar mi maldito dolor, jalé la manilla para abrir la puerta de mi habitación, me sentía más débil de lo que estaba, caminando poco a poco llegué hasta mi cama y dejé caer mi cuerpo en ella.

Lo último que recuerdo es haber rompido los huesos de Annie, le hice una herida en la frente al tipo raro...

Que extraño, la figura femenina no apareció en la pelea que tuve con Annie, a pesar de estar cansada quiero matar, quiero placer, no digo de placer de sexo, sino placer de matar a una persona, me he convertido en una asesina, debo aceptar lo que soy, ya he matado a 2 personas a sangre fría o a lo mejor he matado a más gente y no lo recuerdo... Debo tener amnesia...

Maldita seas Annie... 

¿Quién es Annie? #BlueStarAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora