Adiós Kylie

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— ¿Que tengo que ir a dónde? —pregunté.

— Iras a la estación de policía a declarar y se acabó —dijo el director—. Tú estuviste en la escena del crimen —dijo señalándome, enseguida sentí que alguien me había agarrado el brazo, se trataba de un policía.

El policía presionó con sus manos con firmeza y jaló de él, empezamos a caminar. Volteé a ver en dirección a donde estaba el director, y Sofía estaba detrás de él, me miraba con un rostro diferente, su mirada expresaba miedo, miedo... simplemente eso. Pero sí era cierto, yo estaba en la escena del crimen, ahora tengo que ir a declarar lo sucedido... ¿y qué sucedió?, un asesinato.

Dejé de mirar en esa dirección y miré al frente, donde estábamos llegando a la puerta principal. No tenía nada que decir, solamente vi una persona muerta que se había ahorcado, solo eso. Pero no era cualquier persona que había muerto, era la doctora de mi escuela.

Una señora joven de 35 años, con dos hijos: uno menor de edad y otro mayor, no tenía esposo; un día contó que su esposo murió de cáncer, pero no había remedio. A diferencia de ella él no murió por asesinato, murió a causas naturales.

Dejando a la doctora María viuda, con sus dos hijos. Pero cuando se trata de cáncer nos toca someternos a terapias y medicamentos, tratando de evitar que el cáncer se reproduzca más por el cuerpo.

No me quiero imaginar cómo se sintió la doctora cuando murió su esposo, tampoco me quiero imaginar lo destrozados que quedaron sus hijos, ¿pero así es la vida no?

— ¿Debo ir a declarar nada más? —pregunté dejando de pensar en eso. Ya afuera, caminando hacia el auto.

— Sí, solo eso —responde aquel chico. Abrió la puerta del auto, escuché la voz de Manuel llamándome, volteé y estaba ahí parado, viéndome.

— ¿Para dónde vas?, ¿por qué te vas a montar en ese auto? —pregunta caminando hacia mí.

— ¡Alguien asesinó a la doctora! Yo no fui quien la asesinó —dije un poco alterada y corrí a abrazarlo. Mi cuerpo choco con el de él.

— Quiero acompañarte, pequeña —me dice y luego mira al policía—. ¿Puedo acompañarla? —lepregunta al policía.

— Sí, por favor entren al auto ahora —ordena, enseguida Manuel y yo entramos al auto.

Ya en la estación de policía de nuevo, todo estaba igual a como lo recuerdo. No me pusieron esposas ni nada, solo me llevaron a la habitación de interrogatorio. Volveré a pasar el mismo procedimiento anterior, lo que pasó hace 1 mes.

Un mes de haber tenido aquel ataque de Floyod, un mes de haber aceptado no ser Kylie. Enseguida escucho la puerta de la habitación abrirse, miro quien era.

— Estas de nuevo aquí —era la voz de un hombre, era aquel compañero de Noe. Lo miré de extrañamente, ¿ellos me interrogarán de nuevo?

— ¿Qué?, ¿otra vez tú? —dije desviando la mirada-— Por favor, hagan el interrogatorio ahora —pedí poniendo mis manos encima de la mesa. Ya el sentado en la silla de metal en frete de mí.

— ¿Por qué tan rápido?, ¿no te gustan las cosas lentas? —pregunta con una sonrisa coqueta, lo miro y me quedo en silencio, no pienso decir nada— Hey, ¿por qué no respondes? —pregunta y me quedo en silencio— No voy a discutir contigo, niña estúpida —me sorprendí.

— Policía estúpido —sonreí burlescamente—. ¿Podemos empezar? —pregunté con apuros.

— Por supuesto —dijo sacando una nota de papel de su chaqueta de cuero— ¿Por qué ibas a la enfermería? —primera pregunta.

¿Quién es Annie? #BlueStarAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora