Por instinto, giré la cabeza hacia la torre. Allí vi una mujer hermosa de pelo blanco y ojos rojos, los cuales llevaban una gran tristeza. Me comenzó a doler el pecho, notando el corazón latiendo fuertemente. La hermosa mujer fijó su mirada en mí. Sin previo aviso, agarrándome el pecho, me desplomé en los brazos del albino.
-C-Christa...-susurré, sin saber por qué.
Todo se convirtió en un oscuro telón.Narra Subaru
-¿¡Pero qué...?!
Miré hacia la torre. No había nadie. ¿Cómo era posible? ¿Cómo era posible que ella supiese el nombre de mamá?
Tragué saliva. Esto no podía ser coincidencia. La cargué y me teletransporté al laboratorio de Reiji.
-Subaru...-me miró- ¿Qué se te ofrece?
Observó a June con las extremidades ensangrentadas en mis brazos.
-Ponla allí -señaló el sofá.
La recosté.
-¿Qué a pasado? -preguntó.
-Ella...ella...-comencé, nervioso.
-¿Ella qué?
-¡MALDITA SEA, REIJI, ELLA VIO A MI MADRE! -grité.
Por fin su estúpida cara de autómata reflejó una emoción: sorpresa.
-¿Qué? ¿Cómo?
-E-ella estaba en el jardín, llorando, y yo la encontré. Se estaba hiriendo con las espinas de las rosas -señalé con la cabeza sus manos-. Yo impedí que se hiciera más daño, y, cuando la miré a los ojos...tenía los ojos de ella -me llevé una mano a la cabeza, perturbado-. Entonces miró la torre donde estaba mi madre, su corazón comenzó a latir muy deprisa, susurró "Christa" y se desmayó. ¿CÓMO ES ESO POSIBLE?
-Subaru, cálmate, ¿seguro que escuchaste bien? ¿seguro que dijo su nombre?
-¡Sí, estoy seguro, Reiji!
Se quedó pensativo.
-Lo primero será curarle las heridas de la mano. Puedes retirarte, Subaru.
-¡Pero...!
-Trabajo mejor cuando no hay nadie husmeando. Después le preguntaré acerca de lo ocurrido. Mientras tanto puedes marcharte.
Me fui a regañadientes, maldiciéndolo por lo bajo.
Desde luego, esto no se iba a quedar así.Narra Reiji
La humana parecía estar teniendo pesadillas, pues sus movimientos involuntarios eran muy bruscos, al igual que sus constantes súplicas. "No, por favor". "No hagas eso".
-¡NOOO, OKA-SAN! -chilló al levantarse.
Tragó saliva y respiró agitadamente. Vio las vendas de su mano y después me miró a mí.
-Re-reiji...-ladeó la cabeza- ¿Qué haces aquí? ¿Y Subaru?
-Estás en mi laboratorio, así que es normal que esté aquí. Subaru te trajó hasta aquí después de que te desmayaras.
Asintió, confusa.
-Dime,¿recuerdas algo de lo que sucedió?
-¿A qué te refieres exactamente?
-A si viste a alguien que no tenías que ver.
Pareció acordarse.
-B-bueno...vi...vi a una mujer en la torre esa que tenéis en el jardín. Después no recuerdo más.
Seguía algo alterada.
-¿Qué apariencia tenía esa mujer?
-Pelo blanco recogido, ojos rojos.
No cabía duda. La había visto.
Me quedé en silencio.
-¿Quién era, Reiji? ¿Y por qué la tenéis ahí encerrada?
-Era la madre de Subaru -sacó unas pastillas de su bolsillo-. Toma, son ibuprofenos, para el dolor.Narra June
Lo miré con desconfianza, pero cogí las pastillas. Alguien tocó la puerta y acto seguido pasó como un rayo. Subaru. Se arrodilló a mi lado y me abrazó con fuerza.
-¿E-estás bien?
-Sí, estoy mejor.
Tardé, pero le correspondí el abrazo.
-No me vuelvas a dar ese susto, estúpida -dijo sonrojado.
-Sí, Subaru-kun -apoyé la cabeza en su pecho.
Reiji carraspeó. Ambos le miramos y nos separamos.
-Por el momento debe descansar.
Me levanté bruscamente, provocando un intenso mareo.
-Entonces me iré a mi habitación -declaré.
-Te acompaño -habló el de pelo blanco.
-No, Subaru, debe descansar -intervino Reiji.
-¿Estás insinuando que conmigo no va a descansar?
-Sí, eso es lo que estoy diciendo. Y June -lo miré-, es mejor que te quedes descansando aquí, pues hay menos probabilidades de que seas molestada.
-Está bien...-froté mis ojos.
Volví a echarme en el sofá.
-Reiji, como le hagas algo juro que...-comenzó amenazante Subaru.
-Descuida, no le haré nada. Como si quisiese...-lo miré mal.
<<Ese comentario ha sobrado, imbécil>>. El albino se fue por donde había venido, un tanto ofuscado como de costumbre. Me acomodé en el sofá y cerré los ojos.
-¿Quieres dormir en una cama? -me preguntó de pronto.
-Sí...-no estaba muy segura de que fuese buena idea.
Dejó unos frascos con líquidos extraños en la gran mesa y se dirigió hacia mí. Un poco asustada por no saber lo que iba a hacer, me incorporé.
-Éstate tranquila -me cogió en brazos-, no voy a hacerte nada. Por ahora...-susurró en mi oido- Porque si sigues provocándome de esa manera, no va a haber día en el que no recibas castigo.
<<¿¡Y AHORA QUE HICE?!>> casi grité.
-Sí, Reiji-san -me limité a contestarle.
Me llevó a su cuarto. Lo recordaba. Quitó las sábanas con una mano y me tumbó.
-Descansa -salió de la habitación.