Enfermero, ¿dónde?

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Narra June

Supongo que siempre hay una primera vez para todo...¿no? En fin, pues esta era la primera vez que despertaba en la enfermería. Y me daba la sensación de que no iba a ser la última, lo que era peor. Un fuerte dolor de cabeza hizo que me sujetará las sienes, como si se me fuesen a despegar. Traté de recordar, pero no veía nada más allá de a Raito apretandome y succionando como la sucia sanguijuela que era. Maldito.
-¿Señorita...hummm...?
Pegué un bote ante la extraña y profunda voz. A mi lado, se encontraba un hombre alto y de cabello blanco recogido en una coleta. Acomodó sus gafas negras sobre el fino y recto puente de su nariz, esperando que le dijera mi nombre.
-Ah, ehm... soy...-me costaba respirar y hablar- soy June... ¿Usted es...?
-Soy el enfermero de este instituto. Supongo que tú serás alguna alumna de intercambio, ¿no?
-¡Ya me gustaría! -se me escapó. Sonrió-. No, soy una alumna nueva.
-Ah, entiendo. ¿Sabes por cuánto has permanecido inconsciente, June?
-Humm...no. ¿Por cuánto?
-Seis horas.
Abrí los ojos de forma desmesurada. Prácticamente había dormido toda la mañana, y me había perdido todas las clases. Gemí y masajeé mi cabeza. Joder.
-La verdad, no sé quién te trajo -prosiguió-, ya que estaba fuera, y cuando volví estabas ya aquí en la camilla.
-Entonces... -hice ahínco de todas mis fuerzas para levantarme- será mejor que me vaya. Es tarde y de seguro me están esperando.
Las piernas me temblaban, pareciendo de gelatina.
-¡Espera! Primero tengo que chequearte.
-De prisa, por favor...
Me sentía un tanto cohibida. Siempre he dicho que no me gustaban los niños, que a mí me gustaban los hombres. Pero, ahora que tenía a un hombre (y con todas las letras) delante, no sabía qué hacer o cómo comportarme. El enfermero, regio y serio, tomó mi morena muñeca y puso dos dedos en ella, para notar las pulsaciones. Tragué saliva, y le pregunté su nombre.
-Soy Reinhart -me sonrió y volvió a su trabajo-. Hummm... No me gusta nada. Tienes un pulso muy errático y lento, propio de una bajada de tensión. ¿Tienes anemia?
Siempre había sido propensa a tener el hierro bajo, pero, según creía, lo tenía bajo control. Y así se lo dije. Ansiosa, le pregunté la hora.
-Tranquila, faltan aún cinco minutos para la salida. No llegarás tarde -sacó un reloj de bolsillo (algo que me sorprendió gratamente) y me lo tendió- ¿Ves? Me preocupa el nivel de hierro en tu sangre. Tendré que hacerte una analítica -¿Los enfermeros hacen analíticas?-. Mañana ven a segunda hora, que es cuando vengo, y te haré el exámen.
Asentí. Sin querer parecer muy descarada, lo miré de arriba a bajo. Llevaba la típica bata blanca, pero debajo se notaba el chaleco y la camisa de un traje oscuro de color café.
-¿Y de qué clase eres? -sacó una libretilla y un bolígrafo- Es para hacer la nota, para que te dejen salir.
Traté de recordar.
-Humm...Si voy con Raito... humm... creo que voy a Segundo A.
-Entonces te dará clases Tanaka-san. Lo conozco -comenzó a escribir de forma rápida-... aquí la tienes -arrancó la hoja y me la tendió.
-Gracias... -musité.
Cruzando ya la puerta, dijo:
-Que tengas un buen día, June-chan -cierto retintín oí en su gruesa voz.
A medio camino, la sirena sonó. Me di prisa y llegué a la entrada del instituto. La limusina, puntual, estaba parada al lado de la acera. Aliviada por ser la primera, abrí la puerta y entré, desplomándome en el primer asiento. Para mi horror, Reiji estaba ahí. Posó sus ojos fríos como el hielo en mí. Yo estaba lo suficientemente aturdida, dolorida, y cansada como para no querer plantarle cara. Con lo que me acomodé y simplemente miré por la ventana.
-Has faltado a todas tus clases. A todas. Exijo una explicación para semejante dejadez. No permitiré que seas una gandula como él.
Iba a preguntar a quién se refería, pero giré la cabeza y vi a Shu. Se refería a él.
-Uno de tus hermanos me ha chupado hasta dejarme seca. He pasado todas las clases durmiendo en la enfermería.
Los vampiros comenzaron a llegar. Raito no paraba de sonreírme y apegarse a mí. Con cierto temblor incontrolable en el cuerpo, saqué mi móvil y mis auriculares y comencé a escuchar música. Yui hizo lo mismo.

En total tardábamos cinco canciones en llegar a la mansión.
Nada más pisar el salón, Reiji ya estaba con sus órdenes.
-June, acompáñame a la cocina.
-Se pide "por favor" -le respondí.
Me miró molesto y echó a andar. Recordé la última vez que me quedé a solas con él.

Narra Reiji

La insolente y pequeña humana me siguió hasta la cocina.
-La próxima lección de modales te la daré hoy, ya que, debido a mi apretada agenda, no puedo esperar hasta el sábado.
-¿Qué? No -respondió resuelta.
Se me escapó una sonrisa.
-¿No? ¿Segura?
Noté como se encogió mientras fruncía el ceño. Era imposible no ver lo corto y apretado que le quedaba el uniforme. Con ese cuerpo tan voluptuoso, ¿qué prenda asiática no le quedaría pequeña? Recordé su cuerpo en ropa interior. La complaciencia enseguida me asaltó.
-Sí. Comeré algo y me iré a dormir.
-La clase es a las doce. Si no te presentas, el castigo será mayor. Tú verás.
Salí de la cocina, sintiendo su furibunda mirada verde tras de mí.

Narra June

<<MALDITO HIJO DE PUTA, SE VA HA ENTERAR.
A mí no me amenaza nadie, menos ese pálido chupasangre. Si quiere guerrá, la va ha tener>>










¡Hola! ¿Qué tal estáis? Hace mucho tiempo que no escribía aquí xD, lo siento. Aunque bueno, a quién coño le importa, si nadie lee esta mierda XD. Pero bueno, estaré más activa y subiré capítulo cada que pueda! ♡

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&quot;Diabolik Lovers: Las dos Evas&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora