Rosas Con Espinas

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-Vale, me retracto: Reiji te tiene mucha manía.
-¡Te lo dije!
-Bueno...al menos no te ha matado...
-¡Pero porque no puede! -repliqué.
-Pero él no sabe que no puede...
-En realidad, según lo que dijo Shu cuando llegamos, no pueden matarnos.
-Poder pueden...
-Pero no deben porque "Esa Persona", vete tu a saber quién es, no lo permite. Y Reiji tiene pinta de ser el lameculos que no desobedece órdenes de alguien importante.
Yui se quedó pensativa.
-¿Y quién crees que será "Esa Persona"?
-No lo sé. Pero será alguien muy rico y poderoso,supongo. Más que estos chupasangre.
-A lo mejor se lo puedo preguntar a Ayato-kun...
-¡No,no,no! ¡Tú al ore-vaka no te acercas!
-Vale,vale...
-Me pregunto quién será...se lo podría preguntar a Raito. Sí, yo creo que Raito me responderá. O Shu, aunque yo creo que he agotado todas mis preguntas con él. Sí -dije decidida-, voy a preguntar.
Me levanté para ir en busca del pervertido.
-Rezaré para que no te viole -comentó Yui.
-Amén -dije riéndome.
-Te espero aquí.
-Está bien.
Seguramente estaba en el salón, así que fui para allí. Quería respuestas, y las iba a tener. En el sofá del salón solo estaba Shu dormitando. ¿Qué hacía? ¿Le pregunto a él o al pervertido? Me acerqué.
-Humm...Shu-san -lo llamé, poniéndome a su altura. No reaccionaba, pero tenía la esperanza de que me estuviese escuchando-. Tengo un par de preguntas esenciales que hacerte.
No se movió en lo más minímo. Suspiré y me levanté.
-Nada, tendré que preguntarle a Raito.
Salí del salón y agudicé los oídos para poder escuchar algún sonido que pudiese hacer el pervertido. Al final, llegué a una especie de salón de juegos, que tenía una mesa de billar, una diana para dardos y una mesa con un tablón de ajedrez. Pero no había televisión. <<¿Qué pasa, van encontra de la TV acá o qué? Estarán chapados a la antigua>>. Lo encontré jugando a los dardos con Ayato. En cuanto entré me miraron con malicia. <<Ya empezamos :v>>.
-Qué alegría verte, Oppai-chan -me saludó Raito, el cual estaba a unos metros de la diana preparándose para lanzar.
-Oe, ¡Ore-sama ha tenido una idea estupenda!
Lo miré, se encontraba apoyado en una pared.
-¿Cuál, Ayato-kun? -le preguntó su hermano.
-¿Y si nos disputamos a la tetona en una partida? Quien gane, se la queda.
-¡Eh,eh! -me miraron- Yo solo vine aquí para hacerle preguntas al hentai, no para esto. ¡ Y no soy un trofeo que os podáis repatir a base de bien!
-Yo creo que esta partida le interesaría más a Reiji-kun, nee, Oppai-chan?
Me sonrojé.
-¿Qué quieres decir con eso? Es una tontería...
-Nfu,nfu~ acepto.
Se caló el sombrero mientras me dirigía una mirada provocativa.
-¿¡Por qué hacéis tanto ruido?!
Me giré. Subaru estaba apoyado con su típica cara de mala hostia en la pared de al lado de la puerta.
-Oh, Subaru-kun, vamos a jugar una partida, y el trofeo es Oppai-chan -dirigí a él mi mirada asesina-. ¿Quieres jugar?
-¡Ya he dicho que no...!
-Tsk -me cortó Subaru chasqueando la lengua-, qué tontería...está bien.
Dicho lo mal, los tres comenzaron a jugar. Yo no sabía nada de partidas de dardos, pero Ayato iba ganando. Pasaron 5 minutos e iban empatados. Subaru tiró. Dio en el centro de la diana.
-¡Mierda! -maldijo Ayato.
-Te había subestimado, Subaru-kun~ nfu~ -su voz se oía detrás de mí.
Sin previo aviso, me empujó hacia Subaru.
-¡Aquí tienes tu premio, Subaru-kun! -anunció al lanzarme.
Me estampé contra el pecho del albino, lo cual dolió. Él, tomándome por la muñeca, me mordió. Solté un quejido. Ayato lo miraba furioso.
-¡Ore-sama quiere la revancha! ¡Es imposible que un niñato como tú haya ganado a Ore-sama!
Sacó sus colmillos.
-Tsk, ¡cállate! -le gritó.
Reiji entró en el salón.
-No hagáis tanto escándalo...
-¡REIJI-SAN! -chillé zafandome de Subaru- ¡ESTOS LOCOS CREEN QUE SOY UN OBJETO Y ESTÁN COMPITIENDO POR MÍ! ¡DILES QUE ESO NO ES POSIBLE!
Corrí a su vera.
-¿Y por qué debería de decir eso? -se acomodó sus gafas-. No eres más que comida, ergo eres como un objeto.
Me quedé perturbada ante sus palabras. Dicho lo mal, salí corriendo. No quería seguir estando ahí. Las preguntas se podían ir a la mierda. Me toqué el cuello, manchando las yemas de mis dedos con sangre fresca. Fui a la habitación de Yui, algo cansada. No había rastro de ella.
Pensé en ir a la biblioteca, pero seguramente ahí se encontraría Reiji, y encontrarse a Reiji significa cabrearse. De la herida aún seguía brotando sangre, pero no me molesté en limpiarla. Me sentía triste. Me preguntaba si había hecho lo correcto al dejar a mi madre con un cáncer terminal sola en otro país por una amiga a la que hacía años no veía. ¿Era correcto cambiar la familia por la amistad? No sabría decirte a quién quería más, pero para mi el amor son esas dos personas: Yui y Amalia (mi madre). Y mi madre se estaba muriendo. ¿Qué hacer cuando amas tanto a esa persona pero la muerte te la arrebata, cuando quieres más tiempo a su lado del que te ha sido concedido? Las lágrimas ya bañaban mi rostro. Estaba anocheciendo. La luna menguante se esclarecía y parecía burlarse de mí con su soberbia belleza e inmortalidad. Arrodillándome ante una rosa blanca, la agarré del tallo, clavándome las espinas, y tiré. Sentí la piel de mis dedos desgarrándose, y la sangre salía a borbotones. Apreté más fuerte. El dolor era punzante, pero sentía que lo merecía. Estuve así un buen rato. Quizás quince o veinte minutos.
-¡Oye, tú! -oí la voz enfadada de Subaru.
Ni me inmuté.
-¡Te he estado buscando por toda la maldita mansión! ¿Por qué hueles tanto a sangre? -se detuvo al verme.
Lo miré. Ni si quiera pude disimular mis lágrimas. Apreté el agarre. La sangre manchaba la tierra, el suelo,mi piel y la ropa.
-¿¡Pero qué crees que haces?! -gritó.
Me cogió del brazo con fuerza, haciendo que me levantase y despegase mi mano de la rosa.
Sentía que no podía respirar. Era demasiado. Cogió mi mano herida, pegándome a él, y comenzó a lamerla lenta y minuciosamente. El contacto de su lengua fría me devolvió a la realidad. El dolor era más intenso, al igual que mi vergüenza. Mientras se llevaba mis dedos a la boca no rompía el contacto visual conmigo. Tragué saliva.
-Su-subaru...
-Cállate, estúpida.
Temblorosa, le limpié la comisura de la boca, la cual estaba llena de sangre, con el pulgar. El riachuelo paso de su boca a mi dedo, bajando por el brazo.
-Tsk -terminó de limpiar mi herida.
Tragó y cogió mi otro brazo. Pasó su lengua para limpiar la sangre. Su mirada me inquietaba. Quería que la tierra me tragase. Sin previo aviso, me abrazó.
-Su-subaru...
No negaré que me sentía bien con la cabeza en su pecho, aunque áquel pecho no palpitase. Correspondí a su abrazo. Traté de tranquilizarme. Corrió mi cabello para un lado y me mordió.
-Eres realmente estúpida, ¿cómo puedes exponer así tu sangre rodeada de vampiros? ¿Es que no piensas? Podrían haberte encontrado los descerebrados de mis hermanos en vez de a mí.
-Lo-lo siento...
Terminó de beber.
-¿Por qué estabas llorando?
-Yo...no...n-no estaba llorando.
Me miró a los ojos. Creo que mi tristeza lo asustó, porque abrió mucho los ojos, sorprendido. Como si le recordara a alguien. Ladeó la cabeza con fastidio y me siguió abrazando. No pude evitar seguir llorando. ¿Qué iba a ser de mí?

&quot;Diabolik Lovers: Las dos Evas&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora