Creo que estoy arrepentida.

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Desperté en la recamara de la cabaña, con la ropa de baño del día anterior. No supe lo que en realidad pasó.
Michael no se encontraba ahí, salí de la cama y fui al baño. Tenía un fuerte dolor de cabeza. Miré algunos rasguños en mi cuello, y otros más en mi cara. Me sentí mal al recordarlo de nuevo.

Preparé la ducha y entré, ya que la ropa de ayer me hacía sentir incomoda. Sólo de recordar que mi madre en este momento sabe de esto, me ponía los pelos de punta.
Tomé un cambio de ropa que había comprado ayer con Michael, cuando fuimos a aquella plaza. Se trataba de un short corto rosado con algunas palmeras pequeñas estampadas sobre él. Y un top blanco cruzado por la parte de atrás. Me peiné con una coleta alta y salí creyendo que Mike o Jorge podrían estar ahí.

Esperé afuera, sentada en una silla ovalada. Pensé en lo ocurrido con Fernanda no debía sentirme culpable. Al fin de cuentas se lo merecía. Así que debía estar alegre porque no hay razones para no estarlo, o al menos no por ahora.
Michael y Jorge llegaron minutos después, con algunas bolsas de cartón.

-No creí pertinente despertarte.- informó Michael- fuimos por algo para comer.

-Oh, claro. No importa.

-¿Estás bien?- me preguntó Jorge

Asentí con una sonrisa.

-Aunque con un poco de hambre para ser sincera.- intenté cambiar el ambiente.

Ante aquella confesión entramos y nos sentamos en el pequeño comedor para devorar lo que tenían en esas bolsas.

-Ayer acompañé a Fernanda hasta su coche, hoy en la mañana ella ya no estaba. Me parece que se había ido ayer.Rugge quiere hablar contigo. - me platicó Jorge sirviendo un poco de comida sobre su plato.

-Me da igual.- me encogí le hombros picando con un tenedor mi ensalada. Y es que de verdad me daba igual si lo hacia o no.

-No seas así Valentina, él de verdad quiere hablar.- Michael me insistió mirándome de mala gana.

-¿Por qué me ves así? Yo no tengo la culpa de lo que está pasando Michael. En todo caso sería culpa tuya por revolcarte con Fernanda.- estaba enojada.

-Tu estabas consiente de esto, de lo que podría pasar. Y aún así aceptaste estar conmigo.

-Y creo que estoy arrepentida.- suspiré y tapé mi rostro con mis manos. No sabía lo que había dicho, estaba enojada y también sabía que él no tenía la culpa de eso. Pero son ocasiones en las que no sabes lo que dices. Ya no importaba Fernanda, no me sentía mal por lo que le había hecho, sí ella no lo hizo no tenía por que hacerlo yo. Simplemente pensar que al llegar a casa mi madre nos estaría esperando para hacer algo que ni ella cree que pueda llegar a hacer, me ponía mal.

-Iré a ver si Ruggero  necesita algo ¿Está bien?- dijo Jorge incomodo, Michael asintió no con muchas ganas viéndome. Él se retiró para dejarme a Michael y a mi sólos en el comedor.

Lo miré, me miraba con tristeza y decepción, y no era para menos. Me hubiera puesto mal si él me hubiera dicho lo mismo.
No hablamos, sólo nos miramos, al paso de unos segundos sus ojos empezaron a tener un brillo que no era un brillo bueno. Los talló con sus meñiques y sacó aire con la boca.

-Lo lamento, de verdad. Tú no tienes la culpa, sólo estoy molesta y preocupada. Está bien si no quieres perdonarme, te entiendo.- me levanté sin haber comido y besé su mejilla.- perdón.

No contestó, no hizo ni un sólo gesto, sólo se quedo ahí sentado, con la vista perdida. Le susurré que lo amaba y salí de ahí creyendo que no quería verme.

Miré mi celular que lo había apago ayer al llegar acá, tenia veinte llamadas perdidas de mi madre, y treinta mensajes igual de ella. No quería leerlos por temor a lo que podría encontrar. Volví a apagarlo y dejarlo en el fondo de mi mochila. Salí de la cabaña y tomé camino hacia la cabaña donde Jorge decía estar, ahora él es el único que puede aliviarme con un fiel abrazo.

1.Mi Hermanastro-Michaentina (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora