Lucifer (Richie Sambora)

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¿Cómo vivir bien con Dios y el Diablo a la vez? ¿Cómo permanecer en el límite de la pureza y la impureza? 

Mi familia siempre fue una familia de bien, de esas que van a misa todos los domingos, sin faltar nunca, de las que participan en cada actividad de la Iglesia, y siguen todo al pie de la letra. Pero ¿Qué pasa cuando su hija no es así? Cuando su hija, simplemente a pecado y no quiere alejarse de allí.

Domingo de misa... domingo de confesión. Ingresé al confesionario. Jamás pensé que lo que me aguardaba en esa caja cuadrada de razón cerrada iba a cambiar mi vida para siempre.

– Repita conmigo, en nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Amén. – Decimos a coro.

-Hija mía ¿Cuánto tiempo paso desde su última confesión?

Jugué nerviosa con mis manos antes de contestar - Fueron semanas, padre. No he tenido el valor de regresar a nuestro hogar sagrado después de lo que hice.

– Usted sabe, hija mía, que siempre las puertas del señor se encontraran abiertas para aquellos que se arrepientan de sus pecados.

-Ese es el tema, padre, no encuentro mi arrepentimiento - confesé con firmeza y confianza, pues no me encontraba arrepentida en lo más mínimo. Entonces ¿Qué hacía aquí?

– Cuénteme, tenemos todo el tiempo del mundo mientras nuestra alma recorra el suelo terrenal. Mis oídos, los oídos de Dios. Son suyos

Empecé a relatar con voz baja. Casi susurrando.

– Hace un tiempo padre conocí a un hombre, del cual se basó mi última confesión. Stephen, el guitarrista. O como suelo llamarlo en mis sueños, Lucifer.

¿Estaba mintiendo al decir Stephen y no Richie? No, su segundo nombre era aquel. Pues tampoco quería que supieran que el famoso guitarrista de Bon Jovi había acabado con la inocencia de esta chica de 19 años, que siempre, obligada, estuvo por el camino del señor. Sin embargo, si no decía su apellido nadie lo sabría. Nadie sabría a quién me refería.

– Si hija, recuerdo.

El cura se acomoda sus lentes, junta sus manos apoyadas sobre la Biblia y espera expectante mi historia.

– Desde nuestro último  encuentro quería evitarlo. Estaba atormentando mi mente. Aparecía en mis sueños más recónditos, inclusive en mis pesadillas más temidas. Siempre estaba ahí, él. Con sus ojos penetrantes, su sonrisa maliciosa, con sus suaves garras. Con su pecado erecto. Pero no podía, mi cuerpo lo pedía a gritos, mi sangre ardía sólo al recordarlo...

-Hija, cuide su vocabulario. Está en la casa de Dios.

-Lo intento padre, pero esta confesión va a ir más allá de lo moral.

-Prosiga.

– Como le dije, no podía sacarlo de mi cabeza. Además de sus mensajes, el mundo me daba señales. Cada película, cada canción, cada frase en cada libro era él. Era Lucifer. Cuando menos lo pensé había caído de vuelta en la tentación. Estaba en la puerta de su casa, como en un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba ahí. Su hogar, el purgatorio.

Respiré profundo, relajé mis brazos. Continué.

-Richie estaba molesto, enojado...

-creí que se llamaba Stephen, hija mía - me interrumpió él confundido. 

Suspire - Su primer nombre es Richard, padre - termine diciendo. Pues lo más seguro es que en algún momento su primer nombre se me escapara más de alguna vez - Bueno, sigo con mi historia. Richard estaba molesto. Me dijo que un maestro jamás deja ir a su alumno hasta que este haya aprobado el examen. Qué por qué lo ignoraba ... Y cuando quise responder a sus reproches, me besó... con fuerza y sin sutileza. Por cada beso que me daba su enojo se desvanecía. Pero las almas olvidadas del infierno llegaban. Esas almas que nunca nos dejaron solos. Sus demonios.

Living in sin/ One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora