Lunes

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Primera clase de Música -¿por qué había tomado este electivo? - el nuevo profesor ya llevaba de atraso media hora. El calor estaba bastante pesado y mi humor ya llegaba al piso. El día simplemente no había comenzado bien para mí, y le sumamos el hecho de que ya había recibido un "reto" por llegar atrasada a una de las clases e interrumpir, además, amaba la música pero nunca había sido buena tocando ningún instrumento, y... todos los profes que he tenido desde la escuela, hasta ahora, en la universidad eran unos aburridos.

Mi cara de perro enfadado no permitía darme cuenta, cuando "el viejo" entraba saludando con toda su simpatía. Bueno, viejo es lo que creía que era.

Al apoyarse en el escritorio, y teniendo un banco de distancia lo podía ver con toda claridad. Como arte de magia mi cara cambio rotundamente. No podía estar enojada teniendo tan belleza enfrente de mi.

Ojos azules, cabello rubio y la sonrisa que nos derretía a cada una de las que lo mirábamos. Era el nuevo profesor de música de esta universidad - Bendito sea el día en que decidí por este electivo-.

Me acomode en la silla y también así mi expresión. Mientras, pensaba como podía hacer para captar su atención. Opte por quedarme en el molde y no ser una mas de las alzadas que se le acercaban al escritorio.

Clase tras clase no podía dejar de verlo, me tenia cautivada ese hombre de sonrisa fácil y hermosa, y de un humor que ya cualquier chico quisiera tener. El disimular me era imposible y él ya se había dado cuenta. Roja como un tomate me ponía cada vez que me baboseaba y él justo me miraba, pero esa sonrisita hacia que no me importara nada.

Me animé a escribirle cuando lo vi en el grupo de Facebook de la facultad. Supuestamente para una consulta sobre un trabajo.

– Hola profe ¿Cómo esta? - fue el primer mensaje, el que lo pensé prácticamente más de una hora. Sólo lo veía ahí, pensando en si apretar "enter" o no. Al enviarlo mi corazón se acelero, y comencé a hacer distintas cosas rápidamente para no prestar atención a si respondía o no.

– Hola Anne, bien ¿y tú? - al ver que me había respondida mi corazón volvió a acelerarse.

– Mire no entiendo tal punto del trabajo – le mandé. En cierta forma, aquello, era verdad.

– No me trates de usted, no tenemos tantos años de diferencia.

Aquello me puso aun más nerviosa, y quizás tenía razón. Yo sólo tenía 23 años, el 35.

Estuvimos hablando por un buen rato. La confianza se hacía mucho mayor. Y así por un tiempo hasta una amistad, se podría decir, formamos.

– ¿Por que no tienes novio? – me preguntó.

– Porque nadie me mira – respondí para culminar con un "jaja".

– pero si eres hermosa – Esas simples palabras bastaron para que me derritiera mas aun – Yo sin dudarlo estaría contigo, pero soy casado... – respondió mi mensaje.

Nunca había estado en una situación así, estar con un hombre casado. Pero realmente ¿me importaba? digo, ¡necesitaba sólo una probada de esos labios!

Entre una cosa y otra quedamos en juntarnos el lunes. Entre mirada y mirada nos fuimos a un hotel de ahí cerca en el centro. No era correcto ¡Vaya que lo sabía! pero no podía detenerme.

Entramos, parecíamos dos jóvenes que nunca habían tenido nada. La vergüenza no me permitía mirarlo a los ojos. Como podía ser, si lo único que pensaba era en devorármelo.

Él estaba igual que yo. Pero tuvo mas coraje y se acercó besando suavemente. Me sentía una niña que jamás había besado a nadie. Comencé a sentirme en clima con cada una de sus caricias. Pasaba su lengua en cada parte de mi, de tal manera que me erizaba y me saco de mi cordura. Solo quería agarrarlo y darle todo lo que tenia. Enérgica y brutal no quería terminar, quería que me diera más y más de su calor.

Cada uno de sus movimientos y la forma que me agarraba hacían que llegara a la gloria.
Como explicar la forma en que nos entregamos ese día, como perros salvajes que no querían soltarse de una pelea. Esas horas fueron interminables y a la vez tan pocas. Al salir de ahí solo podía quedarnos la marca en la memoria. Finalizamos con un beso y salimos como si nada hubiera sucedido.

El próximo encuentro fue ese jueves en Música. Nuestra mirada delataba nuestro pecado. Pero lo único que debíamos hacer era ocultar tan rica experiencia que tuvimos.

Los mensajes no cesaron, así como los furtivos encuentros de cada lunes, donde nos vemos para sacarnos la piel. Y a pesar de que sé que esta mal, no lo puedo dejar. Su cuerpo es mi adicción. Nos volvemos locos y no quedamos saciados de pasión.

Living in sin/ One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora