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Midoriya caminaba de un lado a otro dentro de la habitación de su mejor amigo desde la infancia, sostenía su mano debajo de su mentón pensativo con la mirada clavada al suelo, tratando de encontrar alguna explicación lógicamente racional o extremista que pudiera dar una respuesta a lo que ambos se preguntaban: ¿qué demonios era eso?

Tenía la apariencia de un chico normal de su edad, ¿pero y lo demás? Él nunca había oído que las personas nacieran con esas particularidades anormales, ni las mutaciones más nefastas provocaban eso.

¿Entonces?

-Ok, muy bien. -Habló finalmente el pecoso queriendo volver a enumerar la información que hasta ahora tenían. -Dices que lo atropellaste en medio del camino a tu casa, y que después de eso apareció un oso.

-Sí. -Afirmó Bakugou sentado en la silla de su escritorio con los brazos cruzados, harto y frustrado por toda esa situación de la que no parecían avanzar en nada sino más bien confundirse aún más de lo que ya estaban.

-Y según tú, este... "chico" estaba escapando de él y que debido a sus heridas lo trajiste acá, y no ha despertado hasta entonces.

-Ajá.

-Y... no sabes su nombre.

-¡Por la mierda, Deku! -Gritó enojado Bakugou levantándose de su asiento con impaciencia. -¡¿Hasta cuándo vas a seguir con tu basura?! ¡Ya te he dicho mil veces que no, joder, que no se su puto nombre!

Midoriya fue hasta donde él para tranquilizarlo, quitándole la engrapadora de la mano antes de que la lanzara por la habitación o a él mismo. -¡Cálmate, Kacchan! Gritar y desesperarse es lo último que debemos hacer frente a esta situación, ¿entiendes? -Dejó la engrapadora nuevamente en el escritorio, pero esta vez dentro de uno de los cajones para que no volviera a agarrarla. -Para ambos es algo bastante extraño, y-y sé que para ti las cosas se vuelven peor porque fuiste tú el que lo encontró y lo trajo hasta aquí... Pero no debes preocuparte por eso, yo voy a ayudarte.

-¡¿Ayudarme en qué, maldición?! -Apuntó con su dedo al chico ensangrentado sobre su cama. -¿Acaso crees que podemos hacer algo al respecto? ¡Pues ni de broma, imbécil! ¡Esto no es normal, y esa cosa no puede ir suelta por allí!

-¡Entonces debemos llevarlo a la estación! Esto podría tratarse de algo ilegal o algo más serio de lo que hemos visto hasta ahora como policías... -Midoriya tomo el asiento de su amigo volviendo a pensar mientras miraba al pelirrojo, con lástima y tristeza, pues su estado era bastante lamentable. -Me pregunto cuánto tiempo lleva así... Está muy delgado, ¿puedes ver sus costillas cuando respira?

Era obvio que Katsuki lo había notado. Es más, él las había sentido entre sus manos en cuanto lo cargó dentro del auto y cuando lo metió a su casa, y eso sólo empeoraba su estado nutricional. No podía hablarse de un grado alarmante, pero si consideraba la estatura y la situación en que se encontraba el chico metido dentro del bosque, podía afirmar que estaba desnutrido. -Es invierno, idiota, es algo que se debería esperar de alguien que posiblemente se haya perdido durante un buen tiempo dentro de un bosque. En esta época todos los animales buscan refugio y de allí no salen hasta que el clima vuelva a ser óptimo, y es quizás por eso que este fenómeno no haya podido cazar mucho para subsistir... Qué estúpido.

-¿Cuánto tiempo habrá sido eso? ¿De dónde habrá venido...? ¡Ah, e-está despertando!

Exclamó el pecoso al ver que el pelirrojo se removió al parecer queriendo despertar con dolor, algo bastante razonable. Izuku se levantó de la silla inmediatamente atento a cualquier movimiento de aquel extraño, mientras que Katsuki simplemente lo miraba fijamente apoyado a un lado de la ventana de su habitación. Esa cosa ya no le sorprendía, ya no podía encontrarle nada más extraño. Esa mierda anormal emitía los mismos sonidos de un perro y tenía extensiones del mismo animal en donde no debía haberlas considerando su aspecto humanizado.

¡Mamá, me casé con el perro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora