#12

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La noche cayó y a Todoroki le habían dejado a cargo el cuidado de la casa. Bakugou necesitaba salir a tomar aire.
Esperó un poco más dentro de la sala una vez el humano ya había abandonado la casa, su hermano había subido hacia la habitación hace una hora aproximadamente y necesitaba darle un poco de espacio después de la traición que llevó contra él.

Pensar que había hecho lo correcto lo enfermaba. Sabía que las cosas no eran así, y aún sabiendo las consecuencias emocionales que su actuar traerían hacia su propio hermano lo hizo, soltó el secreto sin asco y ahora se arrepentía como un completo imbécil de lo que le hizo. Había jurado proteger a los suyos y mucho más a él, Kirishima no tenía a nadie más que a quien ahora lo había traicionado cobardemente.

No se sorprendería si ahora decidía alejarse de él para siempre.

Si él fuera Kirishima, lo haría. No soportaría estar cinco minutos más cerca de alguien tan desagradable como él.

Después de un rato decidió subir, no esperaba que nada bueno saliera de ello, pero tampoco podía quedarse allí abajo sin siquiera ir a dar la cara después de su falta. Debía aprovechar la poca dignidad que aún le quedaba.

Todoroki subió silenciosamente hacia el segundo piso, suspiró con pesadumbre antes de entrar y con la cola gacha se encontró con su hermano dentro del armario, estaba sentado dando la espalda hacia el exterior y con su propia cola entre las manos. No lo escuchaba llorar, pero eso no significaba que quisiera hacerlo. Conocía bastante a Eijirou como para saber que esperaría el momento en que nadie estuviera cerca para hacerlo, le avergonzaba que lo vieran y lo escucharan llorar, así que quizás lo mejor que podría hacer mañana para remendar su irremediable error sería irse a dar una vuelta al bosque después de que Bakugou se fuera a trabajar, y así, le daría la privacidad necesaria a su hermano para que llorara todo lo que quisiera.

Tomó asiento debajo del marco de la puerta. -Aceptaré... tu odio hacia mí. Me lo merezco.

-No te preocupes. Sabes que no podría odiarte. -Respondió con voz apagada.

Como si fuera a creerle algo como eso. -Yo fui quien se lo dijo.

-Lo sé. -Respondió sin verse sorprendido. En realidad, no parecía haber ningún tipo de emoción en su voz. -Bakugou no lo había notado hasta ahora y... probablemente no lo habría hecho nunca. Eso hubiera estado bien, pero sé que hiciste lo correcto... Siempre haces lo correcto.

Shoto miró la espalda de su hermano con tristeza. -Sólo quería protegerte.

-Lo sé, hermano, lo sé...

-Estoy dispuesto a marcharme si es que lo deseas.

Eijirou negó levemente con la cabeza. -No. No es necesario que lo hagas. Sabes que te quiero demasiado y nunca te pediría algo como eso. Pero... si no es mucho pedir, me gustaría que no te me acerques durante un tiempo. No pienses que te odio, es sólo que... necesito un tiempo a solas para pensar... sólo eso.

Eijirou se detuvo. Shoto agachó la cabeza con aceptación. Aquella petición era bastante amable de su parte, no había y tampoco tenía derecho a negarse a lo que Kirishima le pidiera. -No te preocupes, lo haré. -Se levantó para marcharse, deteniéndose a tan sólo centímetros fuera de la puerta sin mirar hacia atrás. -Lo siento.

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Fueron dos días en los que Kirishima anduvo dentro de la casa sin llamar la atención y con una actitud bastante reservada, manteniendo su presencia fantasma entre la habitación y el pasillo del segundo piso, rara vez bajó al primero, cambiando de sitio cada vez que Bakugou o Todoroki subían a buscar algo al cuarto.

¡Mamá, me casé con el perro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora