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A la noche del día siguiente, Eijirou esperaba como todos los días a Bakugou dentro de su pequeño refugio. Como no lograba entender a eso que llamaban reloj, se guiaba por cierta cantidad de estrellas que se acumulaban en el cielo y que marcaban la llegada de su humano, siempre llegaba cuando 10 de las más grandes aparecían por sobre la montaña que se podía ver desde la ventana.

Y cuando la décima estrella apareció efectivamente sucedió, escuchó el sonido de la máquina llegar y aparcar fuera de la casa, aunque fue extraño porque no era el mismo sonido de siempre. Era más suave y definitivamente no se trataba del olor a Bakugou, más bien el de Midoriya.

Bajó las escaleras rápidamente para recibir a su otro humano favorito, llegando a la entrada en el preciso momento en que el joven pecoso abrió la puerta con las llaves de su amigo. -Buenas noches, Kirishima-kun. -Saludó Midoriya cerrando la puerta detrás de sí mientras el pelirrojo daba vueltas a su alrededor feliz por su visita, siendo olfateado con ansias como si buscara algo, reconociendo que ese algo era más bien Kacchan.

Eijirou pudo distinguir el leve aroma de Bakugou en las ropas de Midoriya, pero el aroma se detenía allí y no lograba percibirlo en el exterior por más que olfateara en dirección hacia la puerta. Tampoco podía sentir su presencia, siendo verdaderamente extraño que Bakugou no se presentara en casa tras sus salidas y en lugar de él hubiera llegado Midoriya. No decía que no le gustara al otro humano, es sólo que era extraño y se le era difícil no preocuparse. -¿Bakugou?

Le preguntó Kirishima a Midoriya desde la ventana con una expresión llena de inquietud.

Izuku sonrió con tranquilidad y calidez dirigiéndose hacia él  respondiéndole con calma mientras le daba palmaditas sobre el hombro para que se tranquilizara. -¡No te preocupes, Kirishima-kun! Kacchan está bien, es sólo que por hoy llegará más tarde. -Kirishima lo miró confundido. -Me pidió que te cuidara mientras él iba a hacer unas compras, ¡así que no hay razón para preocuparse, Kirishima-kun!

-¿No...? -Eijirou miró una vez más hacia el exterior oscuro y vacío, Bakugou seguía sin aparecer y realmente le preocupaba que ese día tampoco fuera a llegar como otras veces. Pero si Midoriya le hablaba así de calmo y le sonreía sin verse preocupado por la ausencia de este, y además le había venido a hacer compañía, quizás no debería preocuparse tanto.

Sonrió, ¡nada malo pasaría! Sólo porque hubiera sucedido algo fuera de lo normal esa noche no era significado de comerse las garras, Bakugou regresaría igual que siempre y mejor aún, ¡tenía a Midoriya para jugar toda la noche hasta que llegara!

-¡Jugar! -Exclamó Kirishima emocionado corriendo fuera de la ventana hacia la cocina en donde recordó había uno de sus juguetes tirado en el suelo.

-¡Está bien! -Respondió Midoriya igual de emocionado y aliviado de que Kirishima hubiese entendido, o al menos eso parecía haber hecho. Fue hacia la cocina imitando la misma actitud saltarina y energética del pelirrojo preparándose para su noche de juegos, era mejor seguirle el juego y así evitar que pensara en Bakugou para que no volviera a deprimirse. Además, ¡jugar con él era divertido y una buena forma de ejercicio!

Pasaron un par de horas y un poco más cuando Bakugou aparcó su camioneta frente a su casa, apagó el motor y se bajó de ella tomando sus cosas para ingresar. Las luces del primer piso estaban encendidas, por lo que infirió que esos zopencos estarían allí jugando o haciendo cualquier otra cosa típica de ese par igualados en estupidez infantil.

Cuando llegó a la puerta recordó que le había entregado las llaves al tonto de Deku por lo que la puerta debía ya estar abierta. Tomó el pomo y lo giró un poco. Efectivamente, estaba abierta.

Entró sin más pensando que era extraño no haber escuchado desde afuera a esa bestia bajar las escaleras corriendo, pero quizás se habrían quedado dormidos en la sala. Razón suficiente para matar a esa lacra pecosa por no estar cuidando la casa o a ese otro bastardo a quien no le faltaba mucho para aprender a abrir puertas. Cerró la puerta y fue hasta la sala encontrándose con ese par sobre la alfombra. -DEKU...

¡Mamá, me casé con el perro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora