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Corría a ciegas entre el bosque que solo entonces le pareció interminable, había soltado su linterna inconscientemente una vez se sobresaltó debido al disparo de rifle que ahora lo tenía al borde de un ataque cardíaco, junto con las ganas incontrolables de matar al que se encontrara más adelante si es que llegaba a ver una sola gota de sangre de su perro sobre la tierra.

Había fijado su mirada en dirección donde se había originado el disparo, su trabajo como policía y sus constantes papeles como participante en balaceras le habían otorgado un oído excepcional y un buen sentido de la orientación, ayudándolo así a identificar los lugares donde se producían aquellos tiros que usualmente se los dirigían a él o a sus otros compañeros. Pero aquella noche la situación era diferente, el disparo no había sido para él, y al no volver a repetirse uno o dos más de ellos sólo significaba que aquella bala había dado contra su objetivo.

Sabía que probablemente habría dos o más tipos en donde se encontrara Kirishima, por lo que maldijo haber actuado tan impulsivamente y no haber ido a buscar su arma que siempre guardaba en la mesa de noche al lado de su cama. Pero se las arreglaría, siempre encontraba una solución para todo, aunque estuviera en desventaja. Incluso si ellos tenían un rifle y eran muchos más que él, podría ingeniárselas para romperles el culo y encerrarlos entre las rejas como los malditos que eran. Claro, si es que no los mataba primero. Pero eso sólo dependía de lo que vieran sus ojos al llegar.

De pronto empezó a escuchar gritos de hombres, pudo reconocer enseguida que eran 3 los que parecían gritar agitados instrucciones o ayuda entre ellos mismos. Katsuki se agachó antes de llegar a la zona en donde se encontraban, se acercó hasta unos arbustos y echó un vistazo a escondidas.

Logró verlos, y sí, efectivamente eran tres hombres con ropas oscuras especiales como si se trataran de militares, pero sabía perfectamente que no lo eran. Y tampoco eran de esos cazadores ilegales de los cuales el pecoso y él debían lidiar de vez en cuando, porque escuchó por parte del único de ellos que seguía en pie con un enorme sable entre las manos decir que les pagarían muy bien por Kirishima y su hermano, hablando del primero como una buena futura buena mascota y al segundo, como un hermoso trofeo disecado para las mansiones de sus jefes, ya que como mascota no serviría pues aseguraba que ya estaba muerto.

Al cenizo le llegó a la garganta un desagradable sabor tras escuchar sus palabras, ¿cómo era capaz de decir tales cosas? Evidentemente no eran cazadores normales, esos tipos sabían perfectamente a lo que se enfrentaban y a por lo que habían venido, siéndosele obvio que no era la primera ni la segunda vez que lo hacían y mucho menos la última si no los detenía, llevándolo indudablemente a reconocer que Kirishima no era el único híbrido en el mundo.

Los otros dos hombres estaban tirados en el suelo, seguramente inconscientes. La bestia pelirroja estaba a un lado del otro caído al parecer protegiéndolo del humano que le incitaba a acercarse agitando su sable, a quien le gruñía con fuerza y enojo tomando posición defensiva contra el hombre.

Se fijó en el otro a quien Kirishima protegía. Desde su escondite pudo reconocer las mismas orejas y cola de can que poseía el pelirrojo, solamente que estas tenían más de un color que lo hacían ver más raro de lo que podía ya llegar a ser con su sola existencia. Supo enseguida que estaba herido de gravedad, había un charco de sangre debajo de él. No supo exactamente qué tipo de herida era pues estaba de costado dándole la espalda, pero sabía que al tipo no le quedaba mucho, quizás ni siquiera estaba vivo.

No iba a debatirse si sería cierto o no que ese otro anormal era hermano de Kirishima, no era momento para pensar estupideces, debía actuar rápido o ese infeliz iba a cortarle las patas. Pero, ¿qué podía hacer? Según por lo que veía, ese desgraciado sólo llevaba un sable encima y no el rifle, encontrándolo después entre las manos de uno de los que estaban en el suelo abatidos.

¡Mamá, me casé con el perro!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora