Capítulo VI

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Su cremosa y suave piel color durazno se fusionaba con la suya. Las gotas de sudor resbalaban por sus cuerpos. La pasión y el deseo inundaban todos sus sentidos. No lo podía creer, tenía a aquel que era como un ángel debajo de él gimiendo y disfrutando de sus caricias.
- Ah Atem...no pares - esa dulce voz pronunciando su nombre de esa forma lo estaba volviendo loco. Cada movimiento, cada embestida era más rápida y profunda ,esto anunciaba el clímax que ambos estaban a punto de tener...

"Yugi..." Escapaba de sus labios aquel nombre.  Aquellos ojos de color carmín abrían paso a la luz de un nuevo día.

Se levantó de golpe al ver que aquellos sucesos vívidos, sólo habían sido producto de sus sueños. Llevo una mano hasta su cara para cubrirla, el calor en sus mejillas era palpable y más al darse cuenta que tenía un gran problema creciente entre sus piernas.

De forma súbita se levantó de la cama y corrió hasta el cuarto de baño. Pero no se había percatado que su hermano ya había ganado dicho lugar.
Al abrir la puerta se dió cuenta que su hermano menor se encontraba bañándose. El agua recorría el fino cuerpo del muchacho ,algunos de sus mechones de cabello tricolor se pegaban a su cara dándole un toque bastante erótico. Tan concentrado se encontraba que no se dió cuenta de aquel que lo observaba sin perder lujo de detalle.

- Maldita sea...- gruñó por lo bajo al sentir su erección palpando dentro de su ropa interior. Giró sobre sus pies y de manera silenciosa regreso a su habitación, se tumbó en la cama y oliendo la almohada donde había dormido Yugi, descendió su mano hasta su miembro para empezar a masturbarse.

Por su parte, Yugi se encontraba ensimismado en sus pensamientos, las gotas que el agua de su baño había dejado bajaban por su piel de forma lenta.

- Ah, qué bien sienta un baño por la mañana. Hablaré con Anzu el lunes... Pero qué falta para ello solo unas cuantas horas de este día. No sé si esta vez podré lograrlo debería rendirme. - algo deprimido se miró por el espejo, y se daba pequeños golpes en las mejillas para poder animarse un poco. Al terminar de vestirse y de salir del baño, se dirigía a su cuarto para terminar unas cosas y ayudar a Atem con su equipaje. Sin embargo algo detenía su andar, antes de entrar por completo, llegó a observar que su hermano mayor se mantenía acostado y se podían vislumbrar  unos movimientos por debajo de su ropa interior. El pequeño Yugi no cabía en  su asombro... él...su hermano mayor se estaba masturbando, (bueno no es como si él nunca lo hubiera hecho) pero lo que más le sorprendía era que estaba oliendo y acariciando el lugar donde él había dormido en la noche.
Sin mantenerse por más tiempo, cierra despacio la puerta sin que el moreno se de cuenta, Yugi se recarga en la pared del pasillo, siente como sus pómulos arden, estaba sonrojado, su corazón latía sin parar. Y cómo no estarlo, no todos los días ves a alguien haciendo eso y más si es tu hermano mayor. En un intento por calmarse y decide bajar a la cocina para desayunar ,lo más seguro es que su abuelo ya estuviera abajo esperándolos.

Al cabo de un rato, Atem también bajaba para acompañar a su familia en el desayuno. El desayuno transcurrió sin ninguna novedad, pero había cierta incomodidad por parte del menor , incomodidad que no percibían Atem y su abuelo.

-Yugi ¿ porqué no salen tú y Atem hoy? Se que le sería de ayuda para que se sienta cómodo en la ciudad. - comentaba tranquilo el señor.

- ¿ Eh? Pero seguro querrá descansar, tuvo un largo viaje desde Egipto. - decía un poco nervioso, no pensó que tuvieran que pasar tiempo a solas y mucho menos después de aquella escena que vio empezando la mañana.

- Es una gran idea, además descansé muy bien dormí lo necesario, así que no te preocupes Aibou.- Le sonreía de forma tranquila y despreocupada.

Al ver que no ganaría la pelea aceptó, al fin de cuentas jamás ha podido ganarle

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Al ver que no ganaría la pelea aceptó, al fin de cuentas jamás ha podido ganarle. Desde que eran niños siempre accedía a lo que su hermano le proponía.

Ya dispuestos a salir de su casa, ambos se despedían de su abuelo, quien los miraba de forma cariñosa a al par de hermanos.

Caminando por la acera, el de piel achocolatada observaba al menor con detenimiento. - No has crecido nada Yugi- soltó sin siquiera pensar sus palabras, provocando que el mencionado se girará de repente y le viera con el ceño fruncido.

- Calla, nacimos casi al mismo tiempo...no es mi culpa no haber agarrado buenos genes.- desviaba la mirada.

Atem al ver lo que había provocado ,se acercó hasta él, abrazándolo de forma tierna. - Perdona, no era mi intención lastimar tus sentimientos. Prometo Aibou, que de ahora en adelante no será así.- (aunque esa promesa sería arrastrada por el viento después de todo el amor, es dulce y doloroso a la vez.)

Yugi olvidándose por completo lo que llegó a ver hace unas horas atrás, levantó su rostro, reflejando sus ojos en aquéllos que eran iguales y tan diferentes a la vez. - No, olvida no debí molestarte con algo trivial. Vamos tenemos lugares que recorrer - cogía la mano del mayor para emprender paso. El moreno se sentía dichoso por aquel acto. Y tal cómo muñeco se dejó llevar.

Las horas pasaban y ambos gozaban, era como volver a aquellos días llenos de felicidad ; aunque el chico de cabello tricolor con puntas rojizas parecía más serio que cuando era niño, a lado de esa brillante luz, él volvía a sonreír.

La tarde llegaba pintada de naranja, la brisa era agradable ya que era verano. Los dos se sentaron en la banca de un pequeño parque por donde no pasaban muchas personas, pero de esa forma era mejor, podían descansar por fin del bullicio de la gente de ese día.

-Vaya que recorrimos demasiados, espero no haber exagerado - guiñaba alegré Yugi.

- Me divertí bastante, ya extrañaba estar aquí. No digo que Egipto haya sido malo pero ,extrañaba estar de nuevo en esta ciudad y estar contigo.
Sus ojos miraban a la nada, la melancolía salía de sus ojos. El viento jugueteaba con los mechones amarillos que colgaban sobre su cara y su piel morena hacía contraste con ese bello atardecer. Yugi se le quedó viendo, hipnotizado por aquella visión, si tuviera que decirlo ,era como si su hermano por el solo hecho de haber estado en aquel lejano país hubiera adoptado la frialdad y la belleza de esos antiguos faraones... ¿se había entendido bien? Había dicho belleza...pero ¿en qué estaba pensando?
Rápidamente al darse cuenta de sus pensamientos , miró hacia otro lado. Un sonrojo se hacia presente, por lo tanto evitaba ser visto.
- Entiendo como te sientes. Igual extrañaba pasar tiempo contigo. No entiendo por qué nuestros padres tenían que separarnos como lo habían hecho ellos.- Ese comentario provocaba en Atem un creciente enojo, apretaba sus dientes como tratando de calmarse. - A todo esto, nuestro padre ¿como está?
Esa pregunta tomó por sorpresa al mayor, sus ojos se veían más sombríos y una sonrisa difícil de descifrar en sus labios se formaba. Pero Yugi no se había dado cuenta de ello ,ya que miraba el horizonte esperando la respuesta.
-Pues verás...

Y de esta forma termina este capítulo. Espero que les este gustando tanto, como a mi me gusta escribir.
Cualquier comentario será bienvenido nwn y sin nada más que decir gracias por leer nos vemos en el próximo capítulo. :3

El Lazo Que Nos Une. (Yugi X Atem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora