Capitulo III

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Las horas transcurrieron de forma tan rápida como si de una ráfaga se tratara. Y sin dar aviso alguno la mañana ya habia llegado una vez más. Yugi había sentido tantos nervios recorrer todo su ser que no había podido dormir en toda la noche. Y cuando al fin había decidió conciliar el sueño la luz del sol entraba por su ventana.
- Genial, no pude dormir nada- decía, mientras daba un largo bostezo- En fin ,no importa, esto no me afectará el comienzo de mi día.
Y con ese entusiasmo empezó a buscar la ropa que se pondría. Se decidió por unos pantalones de color azul fuerte y una playera de color blanco con un ligero estampado. Al fin decidido con ello, deja sus prendas en la cama para así ir al cuarto de baño.
Al terminar de arreglarse, baja por las escaleras, no sin antes despedirse:
-Abuelo saldré , volveré en la tarde- al no escuchar contestación alguna decide inspeccionar ,pero no encuentra a su abuelo por ningún rincón de la casa.- Qué extraño él jamás se va sin avisarme. No debo preocuparme estará bien. Así que le dejaré una nota- agarra una hoja de papel en la cual escribe un pequeño recado y dejándolo sobre la mesa sale de su casa más tranquilo.
-Ya solo debo esperar a Anzu, solo faltan cinco minutos para las diez.- miraba su reloj que portaba en la muñeca de su mano. Se mostraba ansioso pero feliz ya que hoy sería el día que revelaría sus sentimientos por aquella chica que lo tenía loco desde que eran unos niños.
A lo lejos se puede ver una silueta corriendo en dirección a la tienda de juegos donde el pequeño chico esperaba de forma paciente.
- ¡Yugi! - gritaba - ¿Acaso llegué tarde?- preguntaba de forma agitada al estar ya más cerca de él.
- Para nada Anzu- negaba con la cabeza- de hecho llegaste a tiempo, soy yo el que estaba esperando algo temprano aquí afuera - mientras decía eso sus mejillas se ponían algo rosas y una ligera sonrisa se formaba en sus labios.
-Menos mal, empezaba a preocuparme - contestaba sin darse cuenta en los cambios de su amigo. - Entonces vamos o habrá una enorme fila esperando- y con la afirmación de parte del chico comenzaron su andar hasta el parque de diversiones.

Una hora aproximadamente de que Yugi se fuera, un taxi aparcó fuera de la tienda familiar de juegos. De aquel vehículo bajan el señor Mutou, a lado del otro joven parecido a Yugi,  ese chico llamado Atem.
-Abuelo deja eso yo puedo bajar las maletas- intentaba convencerlo.
- ¿Acaso piensas que alguien de mi edad no puede Atem? - reprochaba el hombre mayor como si de un niño se tratase. El joven de piel morena al ver que no ganaría en esa discusión no decidió interceptar más, después de todo conocía muy bien a su abuelo y lo terco que este podía llegar a ser.
- Y dime Atem ¿por qué no querías venir desde anoche? Tu hermano se habría puesto muy feliz.- Le preguntaba al tiempo que entraban en aquella casa.
- Quería sorprender a mi Aibou en la mañana y ver su reacción después de tanto.- sonreía, aunque detrás de esa sonrisa escondía algo más de lo que él decía.
- Ya veo siendo así iré por Yugi a su cuarto.- subía escalón por escalón hasta llegar a la puerta del cuarto del pequeño Yugi.  - ¡Hey Yugi! ¡despierta hay una sorpresa!- pero al abrir la puerta no lo encontraba ahí dentro. - Lo siento al parecer Yugi salió aunque dijo que no tenía actividades hoy.- comentaba desde la recámara de su nieto.
-No ocurre nada abuelo. Tal vez debí hacer caso y llegar desde anoche- respondía con un toque de desilusión en su voz ,como si aquella travesura que planeaba se hubiera arruinado por completo. Pero no iba a hacer de esa forma.
En ese momento recargó su mano sobre la mesa descubriendo la nota dejada por su hermano.

"Abuelo saldré al parque de diversiones con Anzu. No te preocupes.
              Yugi."
Atem sonríe al descubrir el paradero de su hermano, pero su mirada denotaba cierta molestia al leer el nombre de la chica que estaría con su "pequeño" Aibou.
- Impedire eso - se decía a sí mismo como si supiese lo que Yugi estaba a punto de hacer.

Entre risas y mucha diversión ambos jóvenes se encontraban descansando en una banca, disfrutando de un delicioso helado. Yugi por su parte se sentía dichoso de estar a solas con ella, era como estar en uno de sus tantos sueños. Uno de esos en los que sólo eran ellos dos y nadie más.
Sus pensamientos fueron cortados por la repentina voz de Anzu al hablarle.
- Yugi deberíamos subir a la rueda de la fortuna ¿estás de acuerdo conmigo?
- Por supuesto, será muy divertido.- respondía alegremente << y también podría ser el momento perfecto>>  se comentaba de forma mental, pensado en el momento adecuado para confesarle sus sentimientos. Después de todo, no había encontrado el momento idóneo para ello.
Sin más, sintió la calidez de la mano de aquella chica sobre la suya al ser jalado hacia el juego ya antes mencionado.
Subieron pero una vez más no pudo hacerlo, ella estaba distraída viendo por la ventana de la canastilla y él se encontraba bastante nervioso observándola sin poder decir nada.
Pasó el tiempo y la tarde ya se hacía presente.
-Fue bastante divertido, gracias por el día de hoy- le miraba sonriente. -Lamento tener que dejarte pero había quedado después de esto ir con mi madre.
- No tienes que disculparte gracias por haber venido Anzu.-
- Entonces me voy Yugi, nos vemos en clase.- le daba una cálida sonrisa, antes de darle la espalda para marcharse.
¿Pero qué estaba haciendo? Se cuestionaba. Él le había invitado por una razón muy importante y la estaba dejando ir una vez más. Tenía que ser valiente, y atreverse de una vez por todas soltar todo lo que su pecho tenía guardado durante tantos años.
Tenía miedo y no lo negaba pero jamás sabría la respuesta si no se aventuraba. Y sin dudarlo un segundo más, Yugi se va contra ella con pasos torpes pero firmes y con total sutileza al estar cerca de aquella a la cual su amor profesaba, su mano aprisionaba el brazo de Anzu.
-Espera debo decirte algo muy importante- ella sorprendida, se giraba para poder observarlo y con una calma se quedaba ahí, quieta, pero sin decir nada, espera a que él continuara hablando. -Anzu yo... Desde hace tiempo quería...quería decirte que...- pero sus palabras fueron interrumpidas, cortadas de tajo como una simple hoja de papel.
-Yugi, te encontré, pensé que ya no estabas aquí- y así ambas miradas se posaron sobre aquel personaje que acababa de llegar.
Continuará.

El Lazo Que Nos Une. (Yugi X Atem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora