Capitulo 3

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Yesung estuvo fuera todo el día siguiente, atendiendo ciertos asuntos en la ciudad. En respuesta a las preguntas de Ryeowook, Bo Ah replicó que había ido a ver al gobernador Changmin.

—¿Cómo ha llegado el señor Yesung Vallerand a tener tan buena relación con el gobernador? — preguntó Ryeowook, fascinado. Bo Ah se encogió de hombros.

—No estoy del todo segura, dado que Yesung rara vez habla conmigo de sus actividades políticas. Sin embargo, sé que cuando Changmin asumió el cargo, pidió a mi hijo que lo ayudara a negociar con los criollos y fuera dando forma a sus propuestas para hacer que resultaran más aceptables. Al igual que le ocurre a la mayoría de los americanos, el gobernador no siempre entiende nuestra manera de hacer las cosas. Y como a Yesung le deben muchos favores tanto los criollos como los americanos, suele ser capaz de

persuadirlos a todos para que se muestren de acuerdo con las decisiones políticas de Changmin. Yesung también ayuda a apaciguar el descontento en la ciudad cuando Changmin ha hecho algo que no debía — Chasqueó la lengua al tiempo que añadía, en un tono de desaprobación — Estos americanos siempre están creando problemas.

Al igual que la mayoría de los criollos, Ryeowook consideraba que los americanos eran unos bárbaros, con escasas excepciones. Toscos y carentes de refinamiento, los americanos sólo pensaban en el dinero, les gustaba beber demasiado y enseguida perdían la paciencia con los criollos porque éstos siempre preferían hacerlo todo poco a poco. Sólo los americanos podían llegar al extremo de mal gusto que representaba sustituir el

cotillón y los bailes de cuadrilla criollos por la giga y el galope a la escocesa. Sólo a unos hipócritas como los americanos se les ocurriría criticar el hábito criollo de pasar el domingo descansando en vez de permanecer sentados en el duro banco de una iglesia desde la mañana hasta la noche.

Cuando la mañana estuvo un poco más avanzada, Ryeowook exploró la plantación a su antojo, protegiéndose el cutis con una sombrilla. Sin embargo, su energía habitual enseguida se vio minada por el calor, y no tardó en percibir un molesto dolor en las sienes. De regreso a la casa, centró su atención en la labor de punto que le había proporcionado Bo Ah. El intenso

calor del verano no tardó en invadir incluso las partes de la casa más resguardadas del sol. La transpiración hizo que las prendas se le pegaran a la piel, y Ryeowook empezó a tirar de ellas con irritación.

Cuando Bo Ah se retiró para echar una cabezada de mediodía, declarándose fatigada por el calor, Ryeowook hizo lo mismo. Entró en su habitación, se quedó en ropa interior, y se acostó sobre las frescas sábanas blancas. Una criada desenrolló el balee, una red de gasa que mantenía alejados de la cama a los mosquitos. Con los ojos fijos en el baldaquino que se extendía a dos metros por encima de su cabeza, Ryeowook esperó a que el sueño tomara posesión de él. Aunque ya habían transcurrido tres días desde su trayecto por el pantano, todavía no se había recuperado por completo de él. Estaba agotado, y hasta los mismos huesos le dolían.

Henry entró en la biblioteca sin hacer ruido y la recorrió rápidamente con la mirada. El calor de la tarde hacía que la estancia resultara asfixiante. Los libros dispuestos en hileras interminables parecían observarlo como centinelas desde lo alto de sus anaqueles.

La mole del escritorio de caoba de Yesung, con todos sus misteriosos cajones y compartimientos, se alzaba entre las ventanas protegidas por las cortinas. Su visión hizo que un escalofrío descendiera por la espalda de Henry. Cuán a menudo había visto a su padre sentado a ese mismo escritorio, la cabeza inclinada sobre documentos y libros. Los cajones estaban repletos de llaves, recibos, papeles y pequeñas cajas fuertes; y entre todo aquello, esperaba Henry, se hallaría el objeto que andaba buscando. Fue rápidamente al escritorio y lo registró, examinando los contenidos de cada cajón.

Casado Con Un Extraño [YeWook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora