Yesung despertó con la sensación de que unos demonios invisibles le golpeaban la cabeza con unos mazos enormes. Abrió los ojos y dio un respingo de sorpresa y dolor cuando un rayo de sol pareció atravesarlos. Mascullando juramentos en francés y en inglés, se acostó boca abajo y escondió la cabeza debajo de la almohada.
—Mi marido —dijo Ryeowook, divertido pero también con una clara simpatía en su voz. Su delicada mano le rozó la espalda desnuda— Cuéntame cómo puedo ayudarte. ¿Cuál es tu cura habitual para... cómo lo llaman los americanos? ¿Haber empinado demasiado el codo, quizá? ¿Tomarás un poco de café? ¿Agua? ¿Un té de corteza de saúco?
Yesung sintió que se le revolvía el estómago sólo de pensar en tragarse algo.
—Por dios. Déjame... —No llegó a decir nada más, porque entonces el roce de la mano de Ryeowook hizo que unos cuantos recuerdos de la noche anterior volviesen a su memoria.
Muchos de los detalles se habían disipado entre una neblina empapada de alcohol, pero recordaba haberla visto cuando llegó a casa... el lo había ayudado a quitarse la ropa... y en algún momento después de eso, él había...
Arrojando la almohada a un lado, Yesung se irguió de golpe en la cama sin hacer caso de la punzada de agonía que le atravesó la cabeza con la intensidad de una cuchillada.
—Ryeowook —dijo.
Sentado junto a él en la cama, Ryeowook llevaba una túnica blanca. Yesung
habría pensado que parecía un ángel... de no ser porque ningún ángel tenía los labios hinchados y cabello rojo a causa de los besos que había recibido.
—Anoche... —dijo con voz temblorosa, sintiendo como si una garra helada le oprimiese las entrañas— Yo estuve contigo. No me acuerdo de todo, pero sé que tú y yo...
—Sí, lo hicimos.
La información dejó anonadado a Yesung y lo llenó de vergüenza. Ningún caballero tomaría jamás a su esposo mientras estaba ebrio... mucho menos a un esposo que todavía era virgen, algo que habría requerido delicadeza, habilidad v un gran dominio de sí mismo. Él le había arrebatado su inocencia mientras estaba borracho. Saberlo lo llenó de abatimiento.
Tenía que haberle hecho daño. Santo Dios, ahora Ryeowook nunca permitiría que volviera a acercársele, y él no la culparía por ello.
—Ryeowook... —Empezó a extender las manos hacia ella, pero se detuvo— ¿Te tomé por la fuerza? —preguntó con voz enronquecida.
Ryeowook lo miró con los ojos muy abiertos y llenos de sorpresa.
—No —dijo— Por supuesto que no lo hiciste.
—¿Te hice daño? ¿Fui demasiado brutal?
El que Ryeowook se echara a reír pareció dejarlo perplejo.
—¿Es que no te acuerdas de lo que sucedió? No parecías estar tan borracho.
—Recuerdo mi parte de lo que sucedió. Pero no me acuerdo de la tuya.
Sonriendo, Ryeowook se inclinó hacia delante y le tocó el labio inferior con la punta del dedo.
—En ese caso yo te lo contaré. Me torturaste, cariño, y me hiciste sufrir muchísimo. Y yo adoré hasta el último momento de esa terrible tortura.
—Luego no supe ocuparme de ti — dijo Yesung con un vago horror —No te traje agua, o un paño, o... —Entonces fue como si de pronto se le ocurriera pensar en algo e hizo a un lado las sábanas, descubriendo que la blancura nevada del lino estaba levemente manchada de rojo.
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Casado Con Un Extraño [YeWook]
FanfictionNueva Orleans, a comienzos del siglo XIX Ryeowook Kersaint, un resuelto criollo que huye de un padrastro que la maltrata y de un matrimonio de conveniencia, encuentra protección en la casa de Yesung Vallerand, un notorio libertino que, según se rumo...