Prólogo

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Natchez, 1805

El sonido de los puños golpeando la carne llenaba la habitación. Hecho un ovillo con los brazos sobre la cabeza, Ryeowook permanecía inmóvil mientras gritos ahogados brotaban de su garganta en carne viva.

Su rebelión había sido aplastada hasta tal punto que lo único que quedaba de él era la firme decisión de sobrevivir a la acometida de su padrastro Gaspard Medart era un hombre de escasa estatura, pero constitución muy robusta y, fuerte como un toro, solía compensar con su vigor su falta de inteligencia. Cuando estuvo seguro de que Ryeowook no ofrecería más resistencia, se incorporó con un gruñido de furia y se limpió en el chaleco los puños ensangrentados.

Ryeowook tardó un minuto en darse cuenta de que Gaspard por fin había terminado. Apartó los brazos con cautela y ladeó la cabeza. Su padrastro se alzaba sobre el con los puños todavía apretados. Ryeowook tragó saliva, sintiendo el sabor de la sangre, y logró erguirse hasta quedar sentado en el suelo.

—Bien, ahora ya conoces las consecuencias de desafiarme —masculló Gaspard — Y a partir de ahora, cada vez que se te ocurra, aunque sólo sea mirarme con impertinencia, te lo haré pagar muy caro - Alzó un puño ante el rostro de Ryeowook — ¿Lo has entendido?

—Si — Ryeowook cerró los ojos. «Que esto se haya terminado de una vez», pensó febrilmente. Que esto se haya terminado de una vez.... Con tal que él se fuera, estaba dispuesto a no hacer y decir nada.

Fue vagamente consiente del resoplido de desprecio exhaló Gaspard mientras salía de la habitación. La cabeza le dio vueltas mientras se arrastraba hasta su cama y se incorporaba penosamente hasta quedar de pie. Se llevó una mano la mandíbula magullada y la tocó con mucho cuidado. Un sabor salado le lleno la boca y se apresuró a escupir. La puerta crujió y Ryeowook dirigió una mirada llena de recelo temiendo que su padrastro hubiera vuelto. Sin embargo, era su tía Delphine, quien había buscado refugio en otra habitación durante los peores momentos de la rabia Gaspard.

Delphine conocida para todos como tante, era una de esas infortunadas solteronas que no consiguieron encontrar un esposo cuando estaban en edad de casarse y por consiguiente se veían relegadas a vivir de la siempre incierta caridad de parientes que aceptaban su presencia de mala gana.

Sus facciones regordetas permanecieron contrariadas en una mueca de exasperada preocupación mientras contemplaba el rostro contusionado de Ryeowook

—Estás pensando que merezco el castigo — dijo Ryeowook con voz enronquecida — Sé que lo piensas. Después de todo, Gaspard es el cabeza de familia... el único varon de la casa. Sus decisiones tienen que ser aceptadas sin cuestionarlas. ¿Estoy en lo cierto?

—Es una suerte que no haya ido más allá—dijo Delphine, consiguiendo que su voz sonara a la vez compasiva — No hubiera podido aguantarlo —Fue hacia Ryeowook y lo cogió de la mano — Déjame ayudarte...

—Vete — murmuro Ryeowook quitándose de encima su mano regordeta — No necesito tu ayuda ahora. La necesitaba hace diez minutos, cuando Gaspard estaba golpeándome.

—Tienes que aceptar tu destino sin resentimiento — dijo Delphine — Convertirte en el esposo de Kangin Sagesse tal vez no vaya a ser tan terrible como te imaginas

Ryeowook dejó escapar un gemido de dolor mientras se subía penosamente a la cama.

—Delphine, tu no crees eso. Sagesse es un canalla y un cerdo, y nadie que tenga dos dedos de frente dirá lo contrario.

—Dios ha decidido por ti y si es voluntad suya que te cases con semejante varón... — Delphine se encogió de hombros.

— Pero no ha sido Dios quien lo ha decidido —Ryeowook clavo la mirada en el umbral vacío — Fue Gaspard.

Casado Con Un Extraño [YeWook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora